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El 2 de julio de 1938, llegó la hora de dibujar las fronteras entre Paraguay y Bolivia, con lápiz y papel

​Treinta monedas de plata por el Chaco

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El 2 de julio de 1938 llegó finalmente a Buenos Aires el general José Félix General Estigarribia, en viaje desde Washington, donde fue acreditado como Ministro Plenipotenciario, y se incorporó a la Delegación Paraguaya en la Conferencia de Paz.


Según la documentación, Estigarribia había arribado sin instrucciones del gobierno de Asunción, aunque Sumner Wells y Cordell Hull le habían encomendado una misión.


De acuerdo a la documentación del departamento de estado, Estigarribia fue tentado en Washington con la posibilidad de convertirse en jefe de estado paraguayo, bajo los mismos términos de la buena vecindad que apuntaló a Somoza, Trujillo y Batista.


A cambio de ayuda norteamericana para cumplir ese objetivo, Estigarribia ayudaría a los negociadores, en Buenos Aires, a lograr un acuerdo satisfactorio para los intereses norteamericanos.

Al mismo tiempo, Washington desplazaría con poco esfuerzo a sus competidores argentinos en Paraguay.


Luego de arribar a la capital argentina, Estigarribia protagonizará un altercado con Zubizarreta, jefe negociador paraguayo, y. dejará a éste fuera de la discusión.


El delegado norteamericano Spruille Braden, con la complicidad de Estigarribia y el “delegado junior” Efraim Cardozo, logrará así preservar una importante zona petrolífera que durante la guerra del Chaco había caído en poder del Paraguay.


El 5 de julio de 1938, bajo fuerte presión de varias delegaciones, en maniobra coordinada desde la embajada norteamericana, el Doctor Geronimo Zubizarreta renunció como Delegado Paraguayo ante la Conferencia de Paz en Buenos Aires.


Era la hora de dibujar las fronteras entre Paraguay y Bolivia, con lápiz y papel.


El fraude tardíamente fue reconocido por todos los participantes, empezando por Zubizarreta, que también renunció a la presidencia del partido gobernante en Paraguay. Braden lo confesó todo sin que nadie le pregunte en sus memorias.


Ruiz Moreno y Barreda Laos, delegados de Argentina y Perú, en sus cartas a sus respectivos cancilleres, y la embajada norteamericana en sus reportes enviados a Washington por Alexander Weddell y Alen Haden. Todo fue publicado en una tesis doctoral aprobada por la universidad de Michigan y luego editada en Texas.


A pesar de tratarse de la traición mejor documentada de la historia paraguaya, oficialmente se considera a Estigarribia como el héroe de la guerra del Chaco, pedestal al que accedió como ídolo político de los dictadores militares claudicantes ante intereses imperiales, que lo sucedieron durante la guerra fría.


La iconografía disecada que anexaron estos dictadores a su propaganda, lo elevó a la categoría de procer, genio militar y prohombre de la paraguayidad.


Los documentos, sin embargo, demuestran que en los primeros días de julio de 1938, un comité inició la redacción de un tratado secreto que según los conjurados, proveería tanto a Paraguay como a Bolivia, mutua satisfacción. En realidad lo único que interesaba era que treinta mil kilómetros cuadrados de territorio petrolífero en poder de los paraguayos, quede en el lugar que indican los títulos de propiedad que no reconocen soberanía a las napas freáticas.


En la madrugada porteña del 9 de Julio de 1938, en el más estricto sigilo, se firmaría el contubernio, que incluía una cláusula de permanecer para siempre en secreto. El Paraguay renunciaba a todo arbitraje y cedía a Bolivia un extenso territorio entre la frontera actual y el límite natural e histórico del Chaco al noroeste, el río Parapití, muy renombrado en la cultura popular paraguaya.


El 21 de julio se firmaría un tratado invalidado por otro acuerdo, suscrito doce días antes y que tardaría un cuarto de siglo en ver la luz.


Estigarribia logrará su objetivo al año siguiente, accediendo a la presidencia del Paraguay, que se convertirá en el primer buen vecino centroamericano desde Sudamérica, sumándose a los feudos caribeños de la United Fruit y Chiquita Banana.


Las treinta monedas de plata cobradas por el Chaco en Buenos Aires, trazaron la línea a seguir desde entonces. 

​Treinta monedas de plata por el Chaco

El 2 de julio de 1938, llegó la hora de dibujar las fronteras entre Paraguay y Bolivia, con lápiz y papel
Luis Agüero Wagner
martes, 2 de julio de 2024, 09:15 h (CET)

El 2 de julio de 1938 llegó finalmente a Buenos Aires el general José Félix General Estigarribia, en viaje desde Washington, donde fue acreditado como Ministro Plenipotenciario, y se incorporó a la Delegación Paraguaya en la Conferencia de Paz.


Según la documentación, Estigarribia había arribado sin instrucciones del gobierno de Asunción, aunque Sumner Wells y Cordell Hull le habían encomendado una misión.


De acuerdo a la documentación del departamento de estado, Estigarribia fue tentado en Washington con la posibilidad de convertirse en jefe de estado paraguayo, bajo los mismos términos de la buena vecindad que apuntaló a Somoza, Trujillo y Batista.


A cambio de ayuda norteamericana para cumplir ese objetivo, Estigarribia ayudaría a los negociadores, en Buenos Aires, a lograr un acuerdo satisfactorio para los intereses norteamericanos.

Al mismo tiempo, Washington desplazaría con poco esfuerzo a sus competidores argentinos en Paraguay.


Luego de arribar a la capital argentina, Estigarribia protagonizará un altercado con Zubizarreta, jefe negociador paraguayo, y. dejará a éste fuera de la discusión.


El delegado norteamericano Spruille Braden, con la complicidad de Estigarribia y el “delegado junior” Efraim Cardozo, logrará así preservar una importante zona petrolífera que durante la guerra del Chaco había caído en poder del Paraguay.


El 5 de julio de 1938, bajo fuerte presión de varias delegaciones, en maniobra coordinada desde la embajada norteamericana, el Doctor Geronimo Zubizarreta renunció como Delegado Paraguayo ante la Conferencia de Paz en Buenos Aires.


Era la hora de dibujar las fronteras entre Paraguay y Bolivia, con lápiz y papel.


El fraude tardíamente fue reconocido por todos los participantes, empezando por Zubizarreta, que también renunció a la presidencia del partido gobernante en Paraguay. Braden lo confesó todo sin que nadie le pregunte en sus memorias.


Ruiz Moreno y Barreda Laos, delegados de Argentina y Perú, en sus cartas a sus respectivos cancilleres, y la embajada norteamericana en sus reportes enviados a Washington por Alexander Weddell y Alen Haden. Todo fue publicado en una tesis doctoral aprobada por la universidad de Michigan y luego editada en Texas.


A pesar de tratarse de la traición mejor documentada de la historia paraguaya, oficialmente se considera a Estigarribia como el héroe de la guerra del Chaco, pedestal al que accedió como ídolo político de los dictadores militares claudicantes ante intereses imperiales, que lo sucedieron durante la guerra fría.


La iconografía disecada que anexaron estos dictadores a su propaganda, lo elevó a la categoría de procer, genio militar y prohombre de la paraguayidad.


Los documentos, sin embargo, demuestran que en los primeros días de julio de 1938, un comité inició la redacción de un tratado secreto que según los conjurados, proveería tanto a Paraguay como a Bolivia, mutua satisfacción. En realidad lo único que interesaba era que treinta mil kilómetros cuadrados de territorio petrolífero en poder de los paraguayos, quede en el lugar que indican los títulos de propiedad que no reconocen soberanía a las napas freáticas.


En la madrugada porteña del 9 de Julio de 1938, en el más estricto sigilo, se firmaría el contubernio, que incluía una cláusula de permanecer para siempre en secreto. El Paraguay renunciaba a todo arbitraje y cedía a Bolivia un extenso territorio entre la frontera actual y el límite natural e histórico del Chaco al noroeste, el río Parapití, muy renombrado en la cultura popular paraguaya.


El 21 de julio se firmaría un tratado invalidado por otro acuerdo, suscrito doce días antes y que tardaría un cuarto de siglo en ver la luz.


Estigarribia logrará su objetivo al año siguiente, accediendo a la presidencia del Paraguay, que se convertirá en el primer buen vecino centroamericano desde Sudamérica, sumándose a los feudos caribeños de la United Fruit y Chiquita Banana.


Las treinta monedas de plata cobradas por el Chaco en Buenos Aires, trazaron la línea a seguir desde entonces. 

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