No parece que esté en el ánimo de Israel ni en el de sus sostenedores permitir razonablemente la creación de un estado palestino. Los acuerdos están para incumplirlos y el tiempo para olvidarlos. Además, ¿con quién acordaron nada los ingleses? Ellos, en sus protectorados, hacen lo que les place, que en su bonhomía siempre es lo mejor. Los palestinos sólo poseen sus propiedades. ¿Acaso constituye esto un vínculo que arraigue al suelo?
El inglés, que es político y jurisprudencial por definición, sabe del peligro de los precedentes. ¿Es imaginable que a estas alturas se hablara de los ancestros de los malvinenses? Sería poner al mundo patas arriba. ¿Israel y la Biblia? Son casos singulares, los únicos por ahora que justifican un nexo entre un habitante de la Polonia del siglo XX con un fariseo o publicano perteneciente a una de las 71 etnias judías de antes de Cristo. Además con amplitud: su bandera indica desde el Nilo al Eufrates. Hablando de ese río, podría darse el caso contrario al de Palestina, es decir, que como con Kosovo, no haya ningún problema para crear un estado, el kurdo. Un nuevo y agradecido Israel sin mar. Un foco de paz rodeado de cinco amigos: Turquía, Siria, Irak, Irán Armenia y lo que venga. Tenemos un mundo plagado de pivotes mackinderianos. Todo sea por el petróleo.
¿Alguna vez el débil ha negociado algo? Suscitar los casos de Palestina o del Sáhara Occidental es prueba de mal gusto. Mejor dediquémonos a esos vídeos cortos donde ceñidas soldados israelitas bailan felices, ajenas al drama que se desarrolla en lo que posiblemente ya es su tierra. No hay vínculo más poderoso que el de la fuerza.
Hay que dejar reposar la Historia, tomar perspectiva. Este conflicto es reciente: surgió el 7 de octubre del año pasado. Serán necesarios ochenta años o más para que el asunto se asiente. Representantes de EEUU, de la UE, del Reino Unido (fundamental), acaso de la ONU, tendrán que reunirse en largas y costosas sesiones en Nueva York, Bruselas, Londres, librar costosos presupuestos protocolarios para los deliberantes y analizar primeramente de qué se está hablando. Muy cierto: ¿de qué? Por supuesto, no de dos estados.
Parece ser que los ciudadanos extranjeros que deseen adquirir la nacionalidad alemana, en su acatamiento de la constitución, habrán de reconocer al estado de Israel. Alemania siempre ha sido bíblica. Los desaguisados de los alemanes son hereditarios y afectan también a sus nuevos hijos. Está bien, son detalles que refuerzan los derechos humanos.
El “Himno a la alegría” dice: “Si es que no encuentras la alegría/ en esta tierra/ búscala, hermano/ más allá de las estrellas”. Justo. Hay 10 mil presos en Israel, 3.500 sin cargos. 250 de ellos niños. Se llegó a apresar a uno con 6 años por tirar piedras. La comida de 2 presos para 20. 13 días a oscuras. El New York Times, la CNN, Unicef lo aseveran. Pero no hay problema, Europa está ahí, vigilante, con su himno, con su experto en geografía política – el festival eurovisivo, que junto a Wikipedia, ha decidido, que Asia menor no existe--, buscando estrellas. Dentro de poco Asia estará en el Atlántico Norte, o viceversa. Cosa de las reglas.
Por cierto, en comparación con la Europa balbuceante, sorprende el número de voces críticas, independientes, plurales que en EEUU (un alto porcentaje de ellas de exfuncionarios de alto rango, de exmilitares) analizan con criterio propio los diversos conflictos del mundo. Ni que el PIB de Europa haya bajado del 25 por ciento mundial al 13, o la carencia de una industria tecnológica, la despierta de su letargo. Que buena administración del presupuesto la de la Comisión Europea. Pero es suyo, sólo suyo.
Ultraderecha y ultrísimaderecha
Hoy estamos preocupados por la ultraderecha en Europa. Pero tenemos la sensación de que nuestros informadores (principalmente los de la prensa oficializada) tienen una percepción selectiva del asunto. Mientras la palabra belicismo no incomoda, palabras o frases como soberanía, familia, estado, revisar la deuda externa pública (ojo con esto), comienzan a ser impronunciables. Estupenda excusa para anatematizarlo todo --incluido lo razonable-- y meterlo en el mismo saco. ¿No creen que será absorbida junto a sus postulados (Meloni ya no es la antigua descendiente de Mussolini) en cuanto vaya llegando a los correspondientes gobiernos, si es que llega? Margaret Thatcher dijo en su día que su mayor éxito político fue Tony Blair. Encima, para complicarlo todo, Vox se mete en el grupo parlamentario de Orban. Mejor que aspavientos y censura sería analizar su “Manifiesto patriótico” y las causas de ese ascenso. Aunque se piense que es innecesario porque en el juego, la banca siempre gana.
Sin embargo, hay otra ultraderecha que debería preocupar más, la paramilitarizada. ¿Hubo alarma ante noticias como esta?: “60.000 nacionalistas y neonazis marchan por el centro de Varsovia” (noviembre de 2017). Lo mismo se puede decir de Ucrania. de los Países Bálticos. En las hemerotecas hay noticias similares que desgraciadamente no se consideran relevantes. Pero esas escenas preocupantes siguen. En el escenario occidental hay tres sujetos: EEUU, Europa, los países en el Este de la UE. No estamos seguros de que estos no jueguen a favor de los primeros en perjuicio de los segundos. Y, cuidado con los juegos de guerra. Muchos creen que con ellas se salvan las economías.
¿Hemos olvidado las raíces del pasado? En esa desmemoria con la Palestina de 1948, se puede sumar el hecho de que en los años previos a la II Guerra Mundial los partidos nazis, fascistas, corporativistas, ocupaban Croacia, Polonia, Rumanía, Bulgaria, Finlandia, España, Portugal, Alemania, Italia, Austria, y habrá más, seguro. La élite británica simpatizaba con ellos. Igual Escandinavia. ¿Es prudente hacer conjuros para situaciones coyunturales? Los luchadores por la libertad (talibanes) ¿eran ultraderechistas? ¿Los sionistas del Irgún (en cuyo escudo figuraba lo que hoy es todo Israel más Jordania)? ¿Los batallones de tantos países? Lo que sucede en Gaza, en Cisjordania (ya desde la actual crisis, el 22 por ciento de esta circunscripción ha sido expropiada por colonos armados) ¿cómo se define? EEUU ha asegurado que China es “el desafío determinante”. Desafío. ¿Tendremos que desfilar junto a esa extrema derecha antorchada? En otro sentido, recordemos de paso que España participa en las maniobras RIMPAC, cerca de la isla Guam, de triste memoria para nosotros.
Tampoco olvidemos que casi todos los países que van del Báltico al Mar Negro fueron utilizados para debilitar a la Vieja Europa. ¿Hemos olvidado la Nueva Europa de Bush? ¿Del Grupo de Visegrado? ¿No hemos sacado ninguna lección? ¿Los ciudadanos de los llamados países liberales saben realmente a qué juegan o se limitan a poner cara de sabelotodo? ¿No se estarán dejando encandilar por unas palabras llave que oscurecen otros problemas que también existen? ¿A la élite le preocupa realmente el feminismo, lo lgtb, el etnicismo, el indigenismo, el aborto, el racismo, la inmigración –si no es para debilitar la presión de sus propias clases trabajadoras--, las medias caladas, o lo que le preocupa verdaderamente es que, por ejemplo, se revisen las deudas públicas externas o la regulación bancaria y cosas por el estilo? Ahí Marine Le Pen concitó rayos y truenos: 110 por ciento del pib francés. España, más.
Si sinceramente tanto preocupa la ultraderecha, ¿por qué no se teme una pinza entre ambas?
Pensadores caducos
Pero, no hay peligro. Europa por fin se ha librado de toda esa legión ociosa de pensadores conflictivos que a todo ponían pegas. Que si los acuerdos se hacían para cumplirlos. Que si era necesaria la coherencia en los argumentos. Que sin ejemplaridad no se iba a ningún sitio. Que si lo que se aplicaba aquí servía para allí y viceversa. Que si la nación se reforzaba ejerciendo la libre elección de amigos y de enemigos. Que si la paz sí. Que si la guerra no. Que si la coexistencia. Que si Richelieu utilizó la Guerra de los Treinta años para enfrentar a Europa y debilitarla, sin reglas ni principios (hoy con católicos, mañana con luteranos, pasado con otomanos, siempre contra Austrias).
En definitiva, hijos de un racionalismo que afortunadamente ha sido sustituido por un pensamiento emocional, fragmentario, voluble, asimétrico, que sabe que las reglas del jardín no sirven ni para la selva ni para el propio jardín. No a los pensadores caducos, similares a ratones de biblioteca que se pasan el día royendo el pasado. Por cierto, a estas alturas, no va a resultar retórico preguntar a esos jóvenes dirigentes estilo Justin Trudeau si saben contra quién luchaban los aliados en la Segunda Guerra Mundial.
|