I
Los espasmos finales de la petite mort marcan la desconexión de este plano. La realidad se disuelve, y el amante se sumerge en un puente entre lo tangible y lo etéreo. Las formas se desvanecen en pulsos eléctricos, y la mente vaga hacia lo desconocido, cuestionando su verdadera esencia. ¿Es él mismo o alguien más en este espacio intermedio? La respuesta escapa, un susurro queda en el aire. II –"Padre nuestro que estás en los cielos..." Dos repeticiones más, y mis pies perderán sensación. Luego, mis piernas seguirán –piensa mientras cuenta el rosario de ónix. En su meditación, el mundo exterior se desvanece, y su ser busca una conexión con lo divino.
III Después de pisar la última brasa, el faquir aspira profundamente, sintiendo el calor en sus pies. Agradece al cielo, a la tierra y a lo invisible, reconociendo la unión de ambos mundos. Este acto de fe y sacrificio transforma su conciencia, elevándola más allá de lo físico. Poco a poco regresa a su ser habitual.
IV Toma a su recién nacida en brazos, y un torrente de emociones la inunda. Siente que su "sistema operativo" se reinicia, una transformación que abarca cuerpo y alma. El viacrucis del alumbramiento queda atrás. Cada latido de su hija reverbera en su ser, conectándola a un amor tan vasto como desconocido.
V No soy quien dicen que soy, dejé de serlo hace unos meses, unas semanas, unos días, unas horas, unos minutos, tal vez, hace unos segundos, porque nada es estático, la realidad es como una licuadora industrial o un molino de doble aspa que remueve todo, que mezcla lo impensable para que surja lo inimaginable. No soy quien dicen que soy, porque un pequeño cambio, por minúsculo que sea altera lo demás, como el efecto mariposa en caleidoscopio de espejos mellizos con cámara líquida. No soy quien dicen que soy porque estoy trabajando para ya no serlo, para dejar atrás la piel y partir con cola nueva como siempreviva dentro de agua alcalina expuesta al sereno. De verdad, no soy quien dicen que soy. (Siempreviva. APR. Septiembre, 2019)
VI El amante, la devota, el faquir y la madre primeriza continúan sus rutinas diarias. Sin embargo, en lo profundo de sus corazones, saben que algo ha cambiado. Son conscientes de que no son quienes solían ser.
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