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El 17 de septiembre de 1934, el secretario de estado norteamericano Cordell Hull escribe a su representante en Paraguay Meredith Nicholson

Dejando correr la guerra

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El 17 de septiembre de 1934, a la hora 19, el secretario de estado norteamericano Cordell Hull escribe a su representante en Paraguay Meredith Nicholson. Le comunica que la información contenida en su cable del 14 de septiembre ha sido de gran utilidad para el Departamento.


El día 14 anterior, Meredith había informado a Washington que la noche del 12 de septiembre conversó con el presidente Eusebio Ayala por el lapso de una hora en su residencia, y éste le confió que estaba muy interesado en el nuevo plan de pacificación. El plan implicaba que los Presidentes de Argentina, Brasil y Estados Unidos se unieran en una demanda perentoria a los dos beligerantes para que detuvieran la guerra, retiraran sus ejércitos y designaran representantes para reunirse a fin de discutir el arbitraje.


En su comunicación del 17 de septiembre , Hull pide a Nicholson que obtenga, tan pronto como sea posible, una nueva entrevista con el Presidente Eusebio Ayala, y le agradezca la declaración franca de la posición del Gobierno del Paraguay tanto respecto de la situación que se ha desarrollado ahora en Ginebra como más específicamente respecto de las sugerencias hechas por Bolivia para modificar la fórmula de conciliación argentina.


Pide también señalar que debido a que durante los últimos seis meses la Liga se ha abstenido de tomar parte activa en la promoción de la paz en el Chaco, el Gobierno de los Estados Unidos apoyó firmemente la propuesta argentina y ha cooperado constante y lealmente en sus esfuerzos por encontrar un terreno satisfactorio para el ajuste.


Ha sido motivo de especial satisfacción para este Gobierno, dice Hull, que esta participación en las negociaciones haya sido tan bienvenida para el Gobierno del Paraguay, a pesar de las dificultades materiales que se han encontrado.


Estados Unidos -sigue-continuará en las negociaciones y la actitud del Gobierno de Brasil será la misma, revela Hull. Pide Hull dejar claro que sin menospreciar ni minimizar de ninguna manera las actividades de la Liga, Estados Unidos cree que en las condiciones actuales la solución de la disputa del Chaco puede lograrse más fácilmente mediante la cooperación de algunas o todas las Repúblicas americanas.


Una declaración clara de la posición del Gobierno del Paraguay en este momento respecto de la información confidencial de este Gobierno permitiría a los Estados Unidos hacer mayores esfuerzos para ejercer su influencia de manera amistosa y útil, transmite el secretario de estado.


Hull agrega a continuación un mensaje aclarando que es para información estrictamente confidencial y personal de Nicholson: 'El Departamento no puede ver ningún beneficio particular en este momento que se pueda derivar de la sugerencia que hizo el Presidente Ayala', dice Hull, refiriéndose al deseo de Ayala de contar con el apoyo para un cese el fuego, antes de discutir un eventual arbitraje.


Hull escribe que el Gobierno boliviano ya ha manifestado su renuencia a cesar las hostilidades hasta que tenga asegurado un acuerdo arbitral.


Si Paraguay desea sinceramente recurrir al arbitraje en caso de que las negociaciones directas resulten imposibles, debería estar dispuesto ahora a indicar clara y precisamente qué forma de arbitraje aceptará, concluye Hull.


El departamento de estado sabía que la Liga de las Naciones no resolvería el problema del Chaco al menos desde mediados de 1933, según los documentos internos del departamento, de lo que de deduce que solo aguardaban condiciones favorables a sus intereses para el finiquito.


Lo cierto es que serán los esfuerzos conjuntos de Estados Unidos, Argentina y Brasil gestados por estas fechas hace noventa años, los que finalmente lograrían el cese del fuego en junio de 1935, en una guerra que dejaron correr por tres largos años, como si de las aguas del río Paraguay jamás habrían de beber. LAW

Dejando correr la guerra

El 17 de septiembre de 1934, el secretario de estado norteamericano Cordell Hull escribe a su representante en Paraguay Meredith Nicholson
Luis Agüero Wagner
lunes, 16 de septiembre de 2024, 09:59 h (CET)

El 17 de septiembre de 1934, a la hora 19, el secretario de estado norteamericano Cordell Hull escribe a su representante en Paraguay Meredith Nicholson. Le comunica que la información contenida en su cable del 14 de septiembre ha sido de gran utilidad para el Departamento.


El día 14 anterior, Meredith había informado a Washington que la noche del 12 de septiembre conversó con el presidente Eusebio Ayala por el lapso de una hora en su residencia, y éste le confió que estaba muy interesado en el nuevo plan de pacificación. El plan implicaba que los Presidentes de Argentina, Brasil y Estados Unidos se unieran en una demanda perentoria a los dos beligerantes para que detuvieran la guerra, retiraran sus ejércitos y designaran representantes para reunirse a fin de discutir el arbitraje.


En su comunicación del 17 de septiembre , Hull pide a Nicholson que obtenga, tan pronto como sea posible, una nueva entrevista con el Presidente Eusebio Ayala, y le agradezca la declaración franca de la posición del Gobierno del Paraguay tanto respecto de la situación que se ha desarrollado ahora en Ginebra como más específicamente respecto de las sugerencias hechas por Bolivia para modificar la fórmula de conciliación argentina.


Pide también señalar que debido a que durante los últimos seis meses la Liga se ha abstenido de tomar parte activa en la promoción de la paz en el Chaco, el Gobierno de los Estados Unidos apoyó firmemente la propuesta argentina y ha cooperado constante y lealmente en sus esfuerzos por encontrar un terreno satisfactorio para el ajuste.


Ha sido motivo de especial satisfacción para este Gobierno, dice Hull, que esta participación en las negociaciones haya sido tan bienvenida para el Gobierno del Paraguay, a pesar de las dificultades materiales que se han encontrado.


Estados Unidos -sigue-continuará en las negociaciones y la actitud del Gobierno de Brasil será la misma, revela Hull. Pide Hull dejar claro que sin menospreciar ni minimizar de ninguna manera las actividades de la Liga, Estados Unidos cree que en las condiciones actuales la solución de la disputa del Chaco puede lograrse más fácilmente mediante la cooperación de algunas o todas las Repúblicas americanas.


Una declaración clara de la posición del Gobierno del Paraguay en este momento respecto de la información confidencial de este Gobierno permitiría a los Estados Unidos hacer mayores esfuerzos para ejercer su influencia de manera amistosa y útil, transmite el secretario de estado.


Hull agrega a continuación un mensaje aclarando que es para información estrictamente confidencial y personal de Nicholson: 'El Departamento no puede ver ningún beneficio particular en este momento que se pueda derivar de la sugerencia que hizo el Presidente Ayala', dice Hull, refiriéndose al deseo de Ayala de contar con el apoyo para un cese el fuego, antes de discutir un eventual arbitraje.


Hull escribe que el Gobierno boliviano ya ha manifestado su renuencia a cesar las hostilidades hasta que tenga asegurado un acuerdo arbitral.


Si Paraguay desea sinceramente recurrir al arbitraje en caso de que las negociaciones directas resulten imposibles, debería estar dispuesto ahora a indicar clara y precisamente qué forma de arbitraje aceptará, concluye Hull.


El departamento de estado sabía que la Liga de las Naciones no resolvería el problema del Chaco al menos desde mediados de 1933, según los documentos internos del departamento, de lo que de deduce que solo aguardaban condiciones favorables a sus intereses para el finiquito.


Lo cierto es que serán los esfuerzos conjuntos de Estados Unidos, Argentina y Brasil gestados por estas fechas hace noventa años, los que finalmente lograrían el cese del fuego en junio de 1935, en una guerra que dejaron correr por tres largos años, como si de las aguas del río Paraguay jamás habrían de beber. LAW

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