Desde hace un tiempo se llevan a cabo parodias y recitales sobre el Padre Nuestro y otras oraciones: me acuerdo de un grosero recital de hace unos años haciendo uso de la mal utilizada libertad de expresión. La parodia resultó ser irreverente, soez y asquerosa. La “poesía” que una señora (no recuerdo el nombre) “cagó” por su boca, ofendió los sentimientos religiosos de muchos creyentes.
Creo que la libertad de expresión no debe ser usada para herir sensibilidades, y en este caso, para atentar contra la religión, que es un sentimiento muy respetable.
¡Pobre libertad de expresión, que en su nombre, algunos se dedican de manera vil y cobarde a ofender!
En el uso de un derecho democrático como es el de la libertad de expresión, algunos elementos anticlericales siempre cargan contra la religión católica asaltando capillas en “bolas” al grito de Arderéis como en el 36 o al de La única iglesia que ilumina es la que arde.
Y yo me pregunto: ¿por qué tan feministas y progresistas no parodian algunos versos del Corán para reivindicar los derechos tan pisoteados de las mujeres musulmanas? Está claro que todos conocemos la respuesta: porque no tienen lo que hay que tener.
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