Las masas nunca se han revelado, porque ese trabajo corresponde a las elites surgidas para la ocasión, pero el hecho es hay que mantenerlas entretenidas, simplemente para que no se alboroten. En la era de la información manipulada, para entretenerlas simplemente hay que ofrecer espectáculo. La política, debidamente asesorada —porque sus políticos carecen de inventiva, más allá de permanecer aferrados al poder—, toma nota de que para continuar con la fábula de la democracia hay que tener al votante permanente entretenido y es esta la función que asume el espectáculo político.
En el terreno europeo el espectáculo venia garantizado con aquello de la Agenda y sus sutiles ocurrencias para animar al despertar del personal aburrido y fundamentalmente para que mantuviera su fidelidad al mercado capitalista, apoyado por un sistema burocrático estatal dedicado a practicar el despilfarro como forma de hacer política sin temor a complicaciones sociales. Moviéndose en una huida hacia adelante, nadie se preguntaba cómo se financiaría tal generosidad, porque para eso está la devaluación inflacionista. Sin embargo, el modelo se ha complicado cuando el imperio reclama cierta coherencia, aunque sea más publicidad que otra cosa y exclusivamente para la defensa de sus intereses.
Como lo de Agenda tiene ciertos problemas, no tanto porque se agota como porque el imperio le ha sacado sustituto, los de este lado han improvisado una nueva forma de espectáculo. Han sacado a escena la guerra, creando personajes de novela, es decir, de malos y buenos. Haciendo con ello que la gente se divida para mayor negocio de los que manejan eso de la globalización. Sin embargo, como muchos no ven claro que en la época del progreso haya que entretener a las gentes con guerras y no con inventos tecnológicos, se han sacado de la manga el camelo de lo que en tono de comedia risueña se ha llamado el kit de supervivencia. Algo que no sirve absolutamente para nada si los malos presagios se cumplen. Dicen que todo esto es para meter miedo a la gentes y se vuelvan mas obedientes con las directivas de sus jefes. Otros piensan que es simplemente para tenerlas preparadas, por si acaso. Más allá de otros posibles opciones para la opinión, lo definitivo es que se trata de un espectáculo más para que las masas no se aburran y por un tiempo estén entretenidas. Además hay otros beneficiados por la ocurrencia, este es el caso de los medios de comunicación, porque ya tienen más noticias que contar. En cuanto a las elites políticas, se revalorizan en su papel porque parecen interesarse por sus sirvientes, aunque lo suyo sea implementar un nuevo espectáculo.
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