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A todos los trabajadores de la minería de Belmez, y a Peñarroya por su valentía

Los mineros del carbón

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Salían los mineros,

de modestas casas,

con sus caras limpias

sus ropas lavadas.

Era muy temprano,

casi madrugada,

porque hasta la mina

la senda era larga.

Y había que llegar,

antes que sonara,

desde el castillete

la recia campana.

Subían en silencio,

a la oscura jaula,

que los llevaría

a la negra entraña.

Al llegar al tajo,

con pico y con pala,

emprendían la lucha

dura y porfiada.

Para extraer del frente,

cientos de paladas,

del negro carbón

que tan duro estaba.

Sufrían sus pulmones,

la invasión callada,

de gases nocivos

en cada jornada.

Así un día y otro,

semana a semana,

aquellos mineros

la vida pasaban.

Ellos, sin embargo,

nunca se quejaban,

eran un ejemplo

de tesón y calma.

Aún los recuerdo,

con sus negras caras,

pero muy felices

volviendo a sus casas.

Los mineros del carbón

A todos los trabajadores de la minería de Belmez, y a Peñarroya por su valentía
Gabriel Muñoz Cascos
sábado, 21 de septiembre de 2024, 12:49 h (CET)

Salían los mineros,

de modestas casas,

con sus caras limpias

sus ropas lavadas.

Era muy temprano,

casi madrugada,

porque hasta la mina

la senda era larga.

Y había que llegar,

antes que sonara,

desde el castillete

la recia campana.

Subían en silencio,

a la oscura jaula,

que los llevaría

a la negra entraña.

Al llegar al tajo,

con pico y con pala,

emprendían la lucha

dura y porfiada.

Para extraer del frente,

cientos de paladas,

del negro carbón

que tan duro estaba.

Sufrían sus pulmones,

la invasión callada,

de gases nocivos

en cada jornada.

Así un día y otro,

semana a semana,

aquellos mineros

la vida pasaban.

Ellos, sin embargo,

nunca se quejaban,

eran un ejemplo

de tesón y calma.

Aún los recuerdo,

con sus negras caras,

pero muy felices

volviendo a sus casas.

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El pasado es una senda, que en el alma se almacena, igual alegra que apena y dormita en una agenda.

Amo el olor a café por la mañana, cuando entra por la puerta de mi habitación e inunda con su aroma cada rincón mientras yo sigo enredada en las sábanas.

 
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