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Inmensidades cercanas

Curioso, lo sencillo se complica y lo complejo se reduce a lo sencillo
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 27 de septiembre de 2024, 10:53 h (CET)

Vivimos agazapados sobre los detalles mínimos a nuestro alcance y llegamos a convencernos de que esa es la auténtica realidad. Convencidos o resignados, estamos instalados en esta polémica de manera permanente; no aparece el tono resolutivo por ninguna parte. Aunque miremos las mismas cosas, cada quien ve cosas con matices diferentes y la DISYUNTIVA permanece abierta. Si uno es capaz de percibir aquello que los demás no consiguen ver y viceversa, quienes sólo admiten la sensibilidad inmediata; queda por dilucidar el grado de realidad del cual estamos hablando. Por lo tanto, fascinante panorama a disposición de cada persona liberada de las presiones ajenas e interesada en sus inquietudes particulares.


Vamos a dejar el determinismo radical aparte; sin embargo, las características propias de cada individuo son inesquivables, pendientes de si se pueden modificar o no. La carga genética es una muestra de alcances imprevisibles. Cuando uno adopta actitudes abiertas o permanece cuadriculado ante cuanto acontece, lejos de estar ante una elección sin forzamientos, puede depender de la estructura y dimensiones de sus lóbulos cerebrales, amígdalas u otras conexiones neuronales. Los VERICUETOS de dichos interiores se distribuyen por unas profundidades de dimensiones desconocidas. Ni qué decir de los reductos moleculares ni del entramado psicológico. El iceberg muestra indicios fascinantes.


Las conexiones con influencias foráneas acabamos sintiéndolas como propias, olvidando sus orígenes alejados, como si no existieran fuera de nuestra percepción. Llegan a decir eso, las cosas existen al ser percibidas; silenciando que, de no percibirlas, somos nosotros los que estamos fuera de la realidad. Desde el clima a la energía vital, se extienden en un panorama multifacético de componentes insuficientemente conocidos. Los automatismos disimulan el verdadero IMPACTO de tantos estímulos, quizá un tanto aburridos de no conseguir el conocimiento exacto de cuanto nos rodea. Queda patente la actitud presuntuosa de los alardes por parte de quienes no pasamos de entes menesterosos.


El enlace de ambas orientaciones cobra dimensiones majestuosas por su indiscutible potencia, agrandadas por su condición de inalcanzables en su totalidad. No cabe la comprensión de los cuerpos ni las mentes correspondientes al margen de su situación en la totalidad cósmica. Considerada la aparición de la vida biológica y la situación del resto de entidades, sus conexiones son evidentes desde los mínimos detalles a los más complejos. La complejidad de ese entramado asienta en ese aliento EXISTENCIAL de tan difícil comprensión, al cual sólo nos queda poco más que el intento de adaptarnos lo mejor posible. El enorme concepto global asumido por los modestos sensores de los habitantes del mundo.


Las apariencias engañan una vez más cuando uno pretende olvidar las complejidades y alardea de desenvolverse estrictamente en las cercanías. No es cuestión de intenciones, es evidente, estamos inmersos de lleno en la urdimbre general de la existencia. Ahora bien, las maneras de apreciar las cosas e implicarse con sus contenidos se multiplican a través de las evoluciones temporales y de manera distinta en cada persona. Las PERSPECTIVAS son interminables, se convierten en otra inmensidad en cuanto a las posibles apreciaciones personales. La graduación de la calidad de dichas maneras de ver las cosas siempre será una tarea inacabada, sujeta a todas las influencias imaginables.


Tendremos pocas dudas a la hora de admitir una de las flagrantes realidades en el momento presente, la frivolidad invade la mayor parte de los comportamientos, ni se piensa en profundizar en el meollo de las actuaciones; como consecuencia, la mediocridad se impone al no requerir esfuerzos cualitativos. Semejante ligereza es irresponsable por vaciar de contenido las aportaciones de las personas. Implica progresivamente los amplios entramados sociológicos con un aterrizaje abrumador de efectos INDESEABLES, intentando presentarlos como repercusiones venidas de un limbo, como si no hubieran intervenido numerosos individuos en su gestación; el desinterés no reduce las interminables consecuencias.


Por mucho que se intente esquivar el asunto, una determinada decisión personal genera ramificaciones abstractas y concretas de alcances imprevisibles; tanto en el ámbito de los adentros individuales, como en las múltiples reacciones con el resto. Situados en el mundo y en la sociedad, son inevitables dichas circunstancias asociadas. Aquello que aparenta un escueto instante DECISORIO, entraña toda clase de conexiones de mayor o menor calado, se las quiera o no tomar en cuenta. Las pinceladas de esos pronunciamientos son detectables en familiares, conocidos, lugares o productos relacionados. Si se quieren ver, son efectos fáciles de percibir. Y esas conexiones implican una evidente responsabilidad.


No acaba de dilucidarse si somos meros títeres de un destino feroz o bien agentes activos e involucrados en la madeja común. Mientras no se detenga la evolución de los humanos, sus intervenciones suponen un a emanación constante de manifestaciones. La gran cuestión de la explicación contundente y definitiva sigue en el aire. Mientras, las APORTACIONES del conjunto se añaden a un conglomerado indefinido. Unas son tangibles, pero muchas de ellas pasan desapercibidas. Su diversificación distribuye propiedades y calidades de una manera rutinaria o concienzuda. El amplio espectro de dichas manifestaciones caracteriza fortalezas y debilidades, incluso actitudes maliciosas, contrarias al propio sentir humano.


Bien está lo de obras son amores y no buenas razones. Interesa concretar las declaraciones e intenciones para no quedarse en mera palabrería. Anhelamos esa realidad derivada de las actuaciones. Como contrapartida, cuando nos encontramos ante un hecho concreto tendemos a registrarlo como aislado de otras conexiones, sin otorgarle el rango requerido a las circunstancias participantes en su gestación; algunas de ellas pudieron ser imprescindibles y definitorias del resultado final. Esa URDIMBRE es inabarcable en su totalidad, pero prescindir de sus entramados accesibles nos ubica en una simpleza valorativa preocupante, que difumina entre otras cuestiones, la responsabilidad de cuantos intervinieron.


Las áreas de la intervención humana abren un extenso abanico, arte, economía, vida diaria, ocio y un largo etcétera. Si incluimos las facetas del mundo circundante, la diferenciación aumenta. Se originan unas amplias ÓRBITAS funcionales de notables influencias sobre la existencia; tantas que dificultan seriamente los intentos de agrupar esos conocimientos.


Encontrar el sitio oportuno para cada composición de lugar se acerca a las tareas utópicas. Nos enfrentamos a un dinamismo PLURAL y SINGULAR a la vez sin fronteras nítidas. La deambulación por esos derroteros inestables no permite las conductas fijadas en los controles excesivos. No queda otra opción, nos vemos requeridos a una navegación incierta y por aventurada, fascinante.

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Vivimos agazapados sobre los detalles mínimos a nuestro alcance y llegamos a convencernos de que esa es la auténtica realidad. Convencidos o resignados, estamos instalados en esta polémica de manera permanente; no aparece el tono resolutivo por ninguna parte. Aunque miremos las mismas cosas, cada quien ve cosas con matices diferentes y la disyuntiva permanece abierta.

 
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