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Reflexiones sobre el amor y la autoestima

Así, siguiendo el ejemplo de Jesús, somos llamados a amar de manera que nuestra vida sea un testimonio de entrega y esperanza
Llucià Pou Sabaté
sábado, 28 de septiembre de 2024, 08:29 h (CET)

1. Introducción: El amor y la autoestima en el mundo contemporáneo


En la sociedad actual, la importancia de la autoestima y el amor propio es un tema recurrente. Se habla de la necesidad de amarse a uno mismo para poder amar a los demás, una idea que encuentra eco en muchas teorías psicológicas y filosóficas modernas. Erich Fromm, en su obra, destacó el amor como la esencia de la vida y señaló cómo, a menudo, buscamos este amor fuera de nosotros mismos, ya sea en la religión, en grupos políticos, o incluso en comunidades deportivas. Sin embargo, hay una dimensión más profunda en el amor que va más allá de esta búsqueda externa.


2. El amor como esencia de la vida


El amor es la esencia de la vida, pero su verdadero sentido se experimenta plenamente cuando nos sentimos amados primero. La idea común de que uno debe amarse a sí mismo antes de poder amar a los demás tiene su valor, pero también es cierto que el amor crece y se enriquece en la relación con los demás. Este crecimiento se da cuando el amor se comunica y se comparte, creando un ciclo virtuoso donde el dar y recibir se nutren mutuamente.


3. El amor en diferentes tradiciones: de Ibn Arabi al cristianismo


En la obra de Ibn Arabi, el amor se entiende como un fenómeno interno donde Dios habita, y la persona amada es vista como un pretexto para alimentar este fuego divino. Esta visión ha influido notablemente en tradiciones posteriores, como la poesía de Dante, el amor trovador, y el romanticismo. En estas tradiciones, el amor se percibe como un sentimiento inmanente que reside en el amante más que en el objeto amado.


Sin embargo, esta perspectiva contrasta con la visión cristiana, donde el amor no es simplemente un sentimiento interno o una búsqueda de la divinidad a través del otro. En el cristianismo, la persona es el verdadero objeto del amor, y este amor se manifiesta en acciones concretas y en la entrega hacia los demás, siguiendo el modelo de Jesús.


4. La dinámica del amor: dar y recibir


En el amor, es cierto que "nadie da lo que no tiene", pero esto no implica que el amor se agote al compartirse. Al contrario, el amor crece cuando se comunica y se comparte. Como se señala en "Las nueve revelaciones", el egoísmo drena la energía de los demás, mientras que el amor generoso enriquece tanto al que da como al que recibe, creando un ciclo de enriquecimiento mutuo.


El ego, sin embargo, nos aprisiona y nos lleva a intentar poseer a las personas, queriendo moldearlas a nuestra propia imagen. Nos hace caer en la trampa de creer que las personas a nuestro alrededor son nuestras, y nos da la falsa sensación de control. De esta manera, caemos en lo que podría llamarse la "cofradía del santo reproche", donde pasamos el tiempo corrigiendo y criticando a los demás, intentando que se ajusten a nuestra visión de cómo deberían ser.


Este deseo de dominar y moldear al otro no es amor auténtico. Es una manifestación del ego que busca ser dios en la vida de los demás. Pero el verdadero amor, el amor que crece y se comunica, no busca poseer ni controlar. Al contrario, se expresa en la libertad y en la aceptación del otro tal como es, permitiendo un crecimiento mutuo y un enriquecimiento compartido.


5. Más allá del amor propio: el mandamiento nuevo de Jesús


Jesús llevó la comprensión del amor a un nivel más profundo con su mandamiento nuevo: "amaos unos a los otros como yo os he amado". Este mandato va más allá de la idea de "ama a los demás como a ti mismo" y nos llama a una entrega total y desinteresada, que requiere la esperanza en una vida superior y trascendente. No se trata solo de un equilibrio entre el amor a uno mismo y el amor a los demás, sino de una entrega que trasciende nuestra propia existencia corporal.


6. El amor ágape y eros: equilibrio y autocuidado


El amor hacia los demás, o "ágape", necesita estar equilibrado con "eros", que implica también la necesidad de recibir amor y dedicarse a uno mismo. Un amor hacia los demás que no incluye un adecuado cuidado de uno mismo puede volverse seco y falto de ternura, transformándose en una obligación que consume. Jesús mismo daba ejemplo de este equilibrio al retirarse para orar o descansar, mostrando la importancia de reponer fuerzas y cuidar de uno mismo.


7. Conclusión: el amor como un camino de crecimiento mutuo


El amor verdadero se nutre y crece cuando se comparte con otros. No se trata de una simple búsqueda interna o de un mero pretexto para alimentar nuestro propio sentimiento de divinidad, sino de una entrega real y concreta hacia las personas que amamos. Encontrar el equilibrio entre el amor hacia los demás y el cuidado personal es esencial para vivir plenamente esta experiencia. Así, siguiendo el ejemplo de Jesús, somos llamados a amar de manera que nuestra vida sea un testimonio de entrega y esperanza en algo que va más allá de nosotros mismos.

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