Parafraseando a Lord Acton se puede decir que en Latinoamérica, los gobiernos nunca podrán corromperse del todo, ya que nunca tendrán en sus manos un poder absoluto como para hacerlo. Desafortunadamente, ello es debido a la persistente tutela norteamericana, la cual decide incluso cuál debe ser el rumbo e incluso el techo de la corrupción.
Cuando líderes de varios países latinoamericanos, entre ellos el guatemalteco Otto Pérez, pusieron en el tapete el tema de la posible legalización de las drogas, el gobierno del cura Fernando Lugo fue el primero en aliarse a la derecha norteamericana afirmando que de ninguna manera apoyaría la iniciativa. De esta manera el Paraguay, conocido paraíso de narcos que en definitiva sería el principal beneficiado de dicha legalización dado que podría vender con libertad su principal producto nacional, la mejor marihuana del mundo, demostró hasta donde su gobierno es capaz de atentar contra sus propios intereses defendiendo las políticas impartidas desde lejanos centros de poder.
No podía ser de otra manera tratándose de un gobierno como el del cura papá, cuyas principales cabezas visibles son personeros de ONG vinculados a USAID, como los de Tekojoja-Gestión Local o Pmas- Casa de la Juventud, o comunicadores conocidos por defender las líneas bajadas por el National Endowment for Democracy.
Ya el embajador norteamericana James Cason había advertido en sus comunicaciones al departamento de Estado que Lugo necesitaría más de la ayuda norteamericana para gobernar, y a ello se abocó su sucesora Liliana Ayalde, que a muchos parecía una personaje más importante que el mismo presidente Lugo en este país.
La noticia de la ingerencia norteamericana en Paraguay es tan vieja y los paraguayos se han acostumbrado tanto, que no sólo ya no es noticia sino que además para muchos es una buena nueva.
Entre esos muchos se cuenta, sin duda, el mismo presidente Lugo, quien a pesar de haber sido promocionado como un furibundo chavista y bolivariano por la prensa mediática, pronto se reveló como un fiel y entusiasta continuador de la obra de consolidar al imperio norteamericano, a sus portavoces y a sus notables en la sociedad paraguaya, en los verdaderos dueños del Paraguay.
Desde los medios paraguayos, el embajador norteamericano se permite incluso advertir a Lugo –aunque no haga falta- de que el ministro de Hacienda del gobierno “paraguayo” es intocable e inamovible. El ministro Dionisio Borda, conocido por implantar impuestazos impopulares y por haber ocupado su cargo actual ya durante la vilipendiada era de los gobiernos colorados, recibió el respaldo del embajador de Estados Unidos en Paraguay, James Thessin.
Según Estados Unidos, Borda ha manejado de manera solvente la economía paraguaya y se encuentra bien atornillado a su silla. “Ha creado una base fuerte para los futuros programas” afirmó Thessin luego de visitar a Lugo para dar sus precisas instrucciones al respecto.
Y la misma prensa paraguaya lo anuncia exaltada, como advirtiendo al gobierno en nombre de sus amos del norte.
De esta manera, el secretario Miguel Ángel López Perito deberá guardarse donde sabe su Plan Económico. Y resignarse, obviamente, a ver frustrados sus planes de usarlo como pensaba hacer brotar dinero, comprar clientela y distribuir prebendas entre sus futuros operadores políticos, en medio de su delirio de candidatarse a la presidencia de la república.
Sin duda, dicha aventura ahora terminará con una candidatura más modesta a una banca en el Parlamento. El mismo futuro se ve venir para el show de muppets que propone el Frente Guasu, donde los candidatos abundan más que los votantes, y donde quien finalmente se haga con la nominación para la candidatura presidencial será el principal perjudicado, pues deberá sacrificarse para que los demás accedan al Congreso.
Ya el historiador romano Tácito advertía que para quienes ambicionan el poder, no existe un término medio entre la cumbre y el precipicio.
|