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José Antonio Ávila López
El abecedario del alma
Nací el 26 octubre de 1970 en Terrassa (Barcelona), pero siempre he vivido a 9 km (en Rubí), a excepción de dos años que viví en Valencia (2014-2016) por trabajo. Vivo con mi pareja, Eva, la persona más maravillosa del mundo. Soy licenciado en Filología Hispánica y tengo cursos de Contabilidad avanzada y de Administración de personal. He trabajado en asesorías y gestorías, y actualmente trabajo de corrector de textos, pero a raíz de las Elecciones Municipales de 2023 cogí excedencia en la universidad y soy asesor político. Siempre me ha gustado leer y escribir, y la literatura y la política son mi pasión: con 25 años ya fui asesor político y con 29 concejal de Comunicación. El periodismo escrito siempre me ha encantado y tengo publicadas alrededor de 500 cartas al director y artículos periodísticos. |
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Y yo no vivo en Madrid, pero el discurso de «vivir a la madrileña», que traducido es «vivir como me salga de allí», es algo que convence a cualquiera, y yo también me apunto a hacer lo que me apetezca y cuando me apetezca, y si alguien dice que así no, ese es el malo. ¡Qué simpleza! ¿Verdad?
¿Cuánto tiempo vamos a poder aguantar a este nivel? Están todos los precios por las nubes. Hemos llegado a una subida de impuestos que es insostenible, la gente está pasando penurias y a los de arriba parece que les damos igual. Por ejemplo, en algo tan necesario como la alimentación, el simple hecho de llenar el carro de la compra de productos básicos para el día a día ha duplicado su precio.
En España somos magos, nuestro truco principal es transformar cualquier cosa que ocurra en cualquier latitud en una cuestión de política interna, y ni es un truco muy bonito, ni deja muy satisfechos a los espectadores, pero es nuestra especialidad. Sí, es el clásico juego de ver quién lo hizo primero y quién la hizo más grande, o más bien, servir en bandeja ese mal truco e interpretar acusaciones en función del color político con el que se sucedieron.
En el ámbito académico, todos los estudiantes son parte de una comunidad de aprendizaje donde se construyen conocimientos. Sin embargo, cuando utilizamos frases exactas de otra persona sin dar crédito a la fuente, no solo estamos cometiendo un error académico, también es una falta de ética.
Personas y grupos externos a la educación de nuestro país profundizan últimamente en los ataques a la libertad educativa, y esto lo están sufriendo las familias españolas. Además, en el Estado español conviven diferentes modelos educativos, y eso implica que no se tengan las mismas oportunidades. Pienso que la educación es pilar básico, ya que es donde se desarrolla el futuro y la prosperidad de nuestra nación.
El arte, tristemente, está en muchas ocasiones salpicado de farsa. Cuanta más probabilidad de que el público de la zona donde se muestre el arte tenga falta de información sobre lo que se va a exponer por parte de los artistas, menos vergüenza y más atrevimiento habrá respecto a lo que enseñen esos farsantes del arte.
Acabaré estas columnas sobre lo poco que puede ofrecer la izquierda política a nuestro país con el último de sus horrorosos cinco mandamientos. Este quinto mandamiento es tratar de imponer siempre la propia opinión y la propia doctrina acusando al adversario de derechas de ser incapaz de diálogo por no aceptar su imposición.
Sigamos donde lo dejé ayer, con esos mandamientos de la casposa izquierda de hoy: el tercer mandamiento es llamar fascistas, retrógrados, gentuza de extrema derecha y estéticamente espantosos a todos aquellos que no estén de acuerdo con las doctrinas, ideas, estrategias o conductas de izquierdas.
Los mandamientos de la santa madre izquierda son cinco, como los de la Iglesia, pero bien distintos. Son mandamientos porque son ordenados por la superioridad sin que se sepa bien cómo y por qué, pero afectan prodigiosamente al comportamiento de millones de personas en toda España y en el resto del mundo.
El debate en torno al «desencanto» de la ciudadanía acompaña a la política desde hace muchos años. En Alemania se manifestó con fuerza al final de los 80, antes del comienzo de las decepciones de la reunificación. En la actualidad, el desencanto se manifiesta sobre todo por cosas como la entrada en el poder de partidos o coaliciones del ala más a la izquierda, el odio permanente en las redes sociales, y la polarización.
Fomentar la participación de diferentes actores políticos y garantizar la igualdad de oportunidades para todos, implica impulsar la formación y capacitación política, ya que las instituciones democráticas deben ser sólidas y deben erradicar cualquier sesgo de señoritismo para garantizar poderes imparciales que protejan los derechos de todos los ciudadanos y contribuyan al desarrollo de municipios y ciudades.
La izquierda sólo pretende ser un pastor guiando al rebaño de ovejas, no pretende otra cosa porque es así... ¿Cómo? Manipuladora, sin ideas y despilfarradora. Por otra parte, los reconocibles cazadores de subvenciones obvian las debilidades de nuestro mercado de trabajo: cultura deficitaria del valor empresarial, desequilibrio territorial por sectores, bajo nivel de innovación y una elevada precariedad del empleo con todas sus derivas perniciosas.
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