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Los bancos centrales, a ambos lados del Atlántico, en buena medida, están actuando de manera coordinada en sus políticas monetarias, cuyo objetivo común es combatir a la inflación. No obstante, en esas actuaciones, ha sido la Reserva Federal quien ha llevado una cierta delantera, fruto de encontrarse su economía en un estado de ciclo más avanzado.
Conocido el dato del IPC en España, que subió un 0,1% en enero con respecto al mes anterior y elevó tres décimas su tasa interanual, hasta el 3,4%, surge la pregunta: ¿Podría influir este dato en los planes del BCE para el inicio de la bajada de tipos de interés?
Con un mercado laboral estadounidense sorprendentemente saludable y un crecimiento económico sólido, el riesgo de un retorno de la inflación está infravalorado y en aumento. Los factores que contribuyen a esta opinión son el rendimiento de los bonos a 10 años, el aplazamiento de los recortes de tipos por parte de la Reserva Federal y el hecho de que el dólar estadounidense sea la divisa más rentable del año.
Desde finales de 2008, la deuda pendiente del Tesoro de EE UU ha aumentado un 289%, frente a la deuda corporativa, que ha crecido alrededor de un 130% (estos datos proceden del informe de flujo de fondos de la Reserva Federal). La deuda pendiente del Tesoro americano es de alrededor de 6,0 veces el nivel de ingresos anuales de su Gobierno (principalmente impuestos).
En 2023, los principales bancos españoles lograron excelentes resultados financieros y marcaron hitos de beneficio y crecimiento. BBVA registró un beneficio récord de 8.019 millones de euros, un 26,1% más, lo que pone de relieve su fortaleza en mercados como México y España.
El Euríbor se encamina a cerrar el mes de enero en el 3,6%, ligeramente por encima del 3,51% con el que cerró en 2023. Aunque el índice de referencia para las hipotecas a tipo variable ha caído con fuerza desde el 4,22% alcanzado el pasado mes de septiembre, continúa en los niveles más altos desde 2008.
Mensaje breve pero muy en línea con lo esperado por parte del BCE, que mantiene tipos en el 4,5% y lanza un mensaje positivo, en la medida en la que reconoce los avances en la lucha contra la inflación, pero firme, en el sentido de que mantendrá los tipos altos durante el tiempo necesario para conseguir llegar a su objetivo, del 2%, allá por 2025.
El BCE se reúne este jueves para fijar el ritmo de su política monetaria por primera vez en 2024. Para decidirse, el BCE estará atento a la tasa de inflación y, en particular, al perfil de la tasa salarial. En efecto, esta última influye claramente en el perfil de los precios de los servicios, que es la partida del índice de precios a la que más le está costando desacelerarse significativamente.
Final de año es tiempo de cierre de balances. Lo anterior va mucho más allá del mundo de las finanzas. Por un lado, es habitual leer mensajes de bienaventuranzas y apreciar como las empresas cierran sus años llenos de éxitos y logros. Publicaciones así planteadas ocultan un 2023 complejo para gran parte de las personas.
El factor clave podría ser el ritmo de la relajación monetaria prevista. Todavía se desconoce cuándo se pondrá en marcha y su magnitud. En este arranque del mes de enero, la visión imperante en los mercados es que la Fed y el BCE podrían aplicar un recorte de los tipos de 25 puntos básicos a partir de finales del primer trimestre, seguido probablemente de otros cuatro o cinco recortes durante el año.
Cerrado el año 2023 en el que “todo subió” a excepción de los “commodities” (DBC), y hechos los correspondientes balances de final de año, la pregunta se centra ahora en cómo enfocar este nuevo año bursátil. ¿Continuará la misma dinámica? ¿Seguimos en acciones tecnológicas? ¿La renta fija es la apuesta ganadora? ¿El oro seguirá brillando? ¿Bitcoin responderá a las expectativas creadas?
El euríbor cierra diciembre confirmando la tendencia a la baja de las últimas semanas y termina el año en el umbral del 3,58%, mínimos desde el pasado mes de abril. Uno de los principales motivos sigue siendo la desaceleración de los precios. La tendencia a la desinflación global está ganando fuerza a medida que vamos terminando el año.
En primer lugar, el contexto macroeconómico sigue siendo mediocre. Los tipos ya no suben, pero los efectos del reciente ciclo de subidas siguen teniendo repercusión en la economía real. Los principales datos macroeconómicos lo ponen de manifiesto: los PMI manufactureros de la zona euro se situaron en 43,8 en noviembre, lo que indica que las condiciones siguen siendo difíciles para la industria europea en el cuarto trimestre.
Tras un periodo difícil en la renta fija, el entorno macroeconómico ha cambiado y es hora de que los inversores vuelvan a considerarla. Sería perfectamente comprensible que los inversores fruncieran el ceño ante un gestor de renta fija que proclamase que los rendimientos han tocado techo.
La inflación está volviendo lentamente al objetivo de la Reserva Federal en términos interanuales. Pero si nos fijamos en la reciente desaceleración de los datos del PCE, básicamente ya estamos ahí. En los últimos tres meses, el IPC subyacente ha aumentado a un ritmo medio anualizado del 2,1%.
El precio de la luz se mantendrá entre los 60 y 80 euros el megavatio hora durante el primer trimestre del próximo año 2024, confirmando una caída del 17,88% desde el pasado mes de octubre. En este escenario, los precios del Mibgas rondarán los 25 y 35 euros el megavatio hora y Europa podría incluso mejorar la situación “gracias a un clima generalmente templado en la mayor parte del continente y a unos almacenes que podrían alcanzar el 90% de su capacidad”, según Tempos Energía.
Pese a la reciente subida del brent provocada por la crisis del Mar Rojo, no se prevé que los precios vuelvan a alcanzar los máximos de finales de septiembre “dado que los futuros señalan un exceso de oferta: el brent ha retrocedido casi un 12 por ciento, 10,42 dólares el barril”.
Tras el fuerte apetito hacia estos activos en 2023, las letras del Tesoro seguirán ofreciendo rentabilidades muy interesantes durante 2024, especialmente durante la primera mitad. Asimismo, a día de hoy, no parece muy probable una ‘guerra de depósitos’ en la banca española, para remunerar a particulares, al contrario de lo que sí ocurre ya para el cliente institucional.
No esperábamos del BCE cambios de política ni modificaciones de las orientaciones escritas. Y eso es lo que hemos obtenido. También esperábamos un modesto retroceso en la valoración del mercado de un ciclo de recortes demasiado temprano y demasiado rápido. Y recibimos una respuesta más contundente, sobre todo tras la actuación moderada de la Reserva Federal el día anterior.
El BCE y el Banco de Inglaterra han continuado firmes, manteniendo un tono agresivo en sus últimas reuniones del año y resistiendo la tentación de seguir a la Reserva Federal en un giro pesimista. Una vez más, los bancos centrales europeos tardan en reaccionar. Hace dos años, retrasaron demasiado su lucha contra la alta inflación. Ahora, corren el riesgo de infligir el severo dolor de unos tipos restrictivos a sus economías, ya estancadas.
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