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La comisión de Exteriores del Parlamento Europeo ha nominado este jueves al pueblo ucraniano, la Comisión de la Verdad de Colombia y al activista Julian Assage para el premio Sajarov para la Libertad de Conciencia que la Eurocámara entrega cada año en reconocimiento a la lucha por los Derechos Humanos.
No hay semilla más viva que la palabra, es la luna del ejercicio permanente; como tampoco hay anhelo más profundo y necesario en la vida, que el sueño del hombre despierto. Precisamente, hoy más que nunca, necesitamos activar la conciencia con la acción conjunta y la confianza plena en nosotros, si en verdad queremos enderezar el rumbo que hemos tomado como linaje; máxime cuando estamos en plena transformación.
El norte de Serbia, frente a las fronteras con Rumanía y con Hungría, ambos países de la Unión Europea, se ha convertido en un nuevo punto caliente en la ruta de los Balcanes para personas migrantes o en busca de refugio, que tratan de llegar a un lugar donde pedir asilo o comenzar una nueva vida. Los alrededores de localidades como Subotica o Majdan acogen en la actualidad a miles de personas, según No Name Kitchen.
Todos necesitamos el aire de la rectitud y de la clemencia para poder subsistir en un mundo que continua despojando a los pobres de sus derechos, que no se esfuerza en trabajar por las exigencias del bien colectivo, ni por activar los quehaceres de servicio, cultivando el raciocinio y ejercitando la ética.
Solo gracias a la CIDH (Corte Interamericana de Derechos Humanos) es que el exdictador peruano Alberto Fujimori no fue excarcelado, pero ahora el expremier izquierdista Guido Bellido coincide con los fujimoristas en que el Perú debe retirarse de dicho tribunal.
España tiene fama de ser uno de los países mas solidarios con todos los problemas a nivel mundial, pero en este caso me voy a referir a la migración, porque todos tenemos a alguien que en algún momento tuvo que migrar hacia otro país por la circunstancia que fuera sin entrar en detalles.
Hay que volver al fundamento y al ser de las cosas. El hábito de la apariencia en un contexto de violaciones a los derechos humanos, o la misma actitud de pasividad ante las infracciones graves al lícito humanitario, nos exige reivindicar más que nunca el ajustado obrar y decir, en coherencia con la verdad para hacer justicia y proporcionar a los dañados, tácticas efectivas, a fin de restituir la dignidad que nos merecemos, por el simple hecho de caminar.
El mundo, con sus moradores al frente, necesita recuperar nuevos bríos más tranquilizadores, ante las tremendas perturbaciones ocasionadas por la pandemia, por nuestras propias luchas internas y externas, lo que ocasiona una persistente desolación e incertidumbre. No habrá reparación si continuamos con este estado de insensatez y atropello permanente.
Afganistán ha venido siendo un país en conflicto permanente, con una situación de crisis evidente y una clara ausencia de derechos humanos, algo que resulta anacrónico en pleno siglo XXI. Sin embargo, a lo largo de las dos últimas décadas se había logrado alcanzar una cierta normalidad que se ha visto drásticamente truncada este año. Las circunstancias del país han ido a peor tras la salida la pasada primavera de las tropas norteamericanas de aquel territorio.
Amnistía Internacional advierte de que el estadillo de un conflicto armado en Ucrania “tendrá consecuencias devastadoras para los derechos humanos en la región”, llegando a amenazar la vida de los civiles, provocar una “aguda escasez de alimentos” y “potencialmente causar un desplazamiento masivo” de población.
La calificación de España en el ‘Índice de Percepción de la Corrupción 2021’, que publica Transparency International, ha supuesto la bajada de un punto en relación con el año pasado. El informe refleja que España ha empeorado en relación con varios países con los que compartía una posición similar en ediciones anteriores. Según el informe, al tiempo que la lucha contra la corrupción se estanca y deteriora en todo el mundo, los derechos humanos y la democracia están siendo atacados
Naciones Unidas ha alertado este jueves de que "los derechos fundamentales de las mujeres y niñas en Afganistán están bajo ataque" y ha resaltado que cerca de doce millones de mujeres y niñas necesitan ayuda en el país asiático. "Necesitan nuestra ayuda y solidaridad ahora más que nunca", ha dicho la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) a través de un mensaje publicado en su cuenta en la red social Twitter.
Parece que siempre ha existido la tendencia a que todas las naciones del mundo se rijan por las mismas leyes sin que tal cosa se haya conseguido nunca. Grecia, Roma o el celeste imperio lo intentaron una y otra vez. Claro que todos los unificadores que han existido han tratado de reservarse el mando sobre el grupo de naciones que de alguna forma pretendían unificar.
A lo largo de sus 40 años de carrera como miembro destacado de los órganos judiciales y políticos del país, ha estado directamente involucrado en la brutal represión de manifestantes y disidentes pacíficos a favor de la democracia que han tratado de desafiar al gobierno. Es responsable de facilitar las detenciones de disidentes políticos y de justificar la tortura y el encarcelamiento de miles de activistas de derechos humanos, minorías y estudiantes.
Hablábamos de Afganistán. Juan Bautista Bajo Miguelez, compañero desde 1955, catedrático de Filosofía, escritor. Mi buen amigo hace este breve comentario: "Cuando seres humanos inocentes, trabajadores, pacíficos... se ven obligados por una recua de desalmados a abandonar casas, propiedades, lugares de convivencia... y, quién tiene el deber de defenderlos no les defiende, es el final de una mal llamada civilización".
Lo esencial es aminorar los frentes y abrir las fronteras. Ahí radica la clave ante cualquier desconcierto humano. Se me ocurre pensar en esos países que están fuera de control, donde a diario se producen violaciones de los derechos humanos, para que ellos no decaigan en sus gritos de libertad y nosotros también prestemos la debida escucha.
Para millones de afganos y afganas, comienza de nuevo la difícil tarea de reconstruir Afganistán. Estados Unidos tiene el deber de apoyar estos esfuerzos, sin intentar controlarlos. Estados Unidos, el último imperio en huir de este país, también debería aprender, de una vez por todas, que no se puede bombardear el camino hacia la paz.
La filosofía ética y política fichteana nos sirve para pensar que la política de los gobiernos estatales tiene que dirigirse prioritariamente al bienestar general, porque es la tarea principal. Si esto no se hace suficientemente, lo demás no mejora y se refuerza o mantiene la desigualdad, la marginación, la exclusión y la pobreza.
Trabajar a favor de condiciones más justas, por situaciones de educación permanente, por sociedades centradas en el saber, en la convivencia humana y el intercambio intergeneracional son sólo algunas de las premisas que pueden orientarnos a una mejor sociedad local, y por supuesto, internacional.
Son muchas, cada día más, las necesidades de los hombres y de los poblados. Para empezar, debe de preocuparnos todo lo que puede comprometer, que no es poco, la dignidad y la libertad de la persona humana. Frente a las deportaciones de pueblos atemorizados, a las numerosas vejaciones y a los mil enfrentamientos, que a diario se producen en todos los continentes, reivindico el camino del encuentro, a través del diálogo sincero.
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