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El sinhogarismo, esa dura realidad en las calles de ciudades y pueblos, emerge con especial crudeza durante los meses invernales. En enero, España se enfrenta a un reto creciente: cerca de 40.000 personas se encuentran sin un techo donde resguardarse del frío implacable. Vagan entre la invisibilidad y la urgente necesidad de ayuda, y no son solo cifras en un estudio; son historias de vida truncadas por múltiples factores: pérdida de empleo, salud mental, etc.
Cómo define la RAE el término dignidad: Cualidad de digno, honradez, respetabilidad, nobleza, honestidad, honorabilidad, integridad, probidad, rectitud, decencia, seriedad, decoro. Sería bueno poder encontrar algunas de estas cualidades en las personas que forman el gobierno actual que nos desgobierna.
Los valores son esenciales para guiar las acciones y decisiones de las personas. Actúan como brújulas éticas que configuran el comportamiento profesional y aseguran la dignidad, respeto y justicia en el trato hacia los demás. Estos principios y creencias fundamentales no solo son críticos para la práctica profesional, sino también para la cohesión social y la integración cultural dentro de la comunidad.
Hoy más que nunca, tenemos que proclamar y propugnar la dignidad de la persona; puesto que no cesan de aparecer con fuerza una crisis profunda de los valores humanos, lo que requiere una más ferviente concienciación de las injusticias sembradas, con la imputación a los causantes de estos inhumanos atropellos, comenzando por las grandes potencias nucleares, que deben dejar de juguetear con el futuro de la humanidad.
Dignidad según la RAE es: Cualidad de digno, honradez, respetabilidad, nobleza, honestidad, honorabilidad, integridad, probidad, rectitud, decencia, seriedad, decoro. ¿Reconocen alguna de estas cualidades en los actuales mandos gobernantes? Todas estas cualidades se deben tener de manera individual y también de forma social y constitucionalidad, es decir, que las personas que gobiernan un país deben, por encima de todo, no solo poseerlas sino también hacer uso de ellas en el desarrollo de sus funciones.
Una vez más las instituciones malagueñas se han acordado de los Asperones. Una vez más se ha procedido a un estudio de sus características y se ha llegado a las mismas conclusiones de siempre: necesitan una solución inmediata. Los Asperones nacieron en el año 1987 como un “apaño” provisional de los problemas de todo tipo, que se suscitaban en diversos asentamientos de Málaga.
A este paso, la perplejidad se convertirá en la actitud habitual de las personas. La supuestas cualidades y recursos no remedian la serie de barbaridades experimentadas. Nadie parece tener la capacidad de responder a la reiteración de despropósitos provocados por los humanos. El desconcierto alcanza hasta los próceres de cada profesión, apenas se ciñen a sus saberes sectoriales.
De tanto circular por las trochas se deterioran las suelas de los zapatos, los neumáticos se desperdigan a fuerza de rodar y las mentalidades también se desgastan derrochando su actividad. Es una ley escrita en el tiempo, asesorada por el entusiasta dinamismo de la vida.
En un mundo globalizado, donde unos lo tienen todo y otros no tienen nada, verdaderamente es la mayor injusticia social que un linaje ha podido cultivar, un auténtico escándalo moral que nos deja sin abecedario para poder dialogar. Hay que dignificarse haciendo familia, tomando conciencia y siendo justos.
Es un lugar de amantes de los animales, son vidas, no lo olvidemos nunca, es de vidas de lo que estamos hablando. Se merecen respeto y ayuda y amor que es lo que le propician Montse, Pedro y Antía a los gatitos que encuentran en la calle, que muchos son por cierto, y por pena, porque ya podían ser menos.
En la presente ocasión nos interesaría reflexionar sobre un derecho y valor intrínseco fundamental, indiscutiblemente importante y globalmente despreciado de manera sistemática: la dignidad. En su raíz latina, “dignus” se refiere a la disposición humana de “ser merecedor de” algo que se considere comunitariamente indispensable y, comúnmente, se suele interpretar que se es digno cuando uno es respetado por los demás y aceptado cabalmente por sí mismo.
No me gusta nada la expresión, tan de moda en los últimos años entre políticos y analistas de la actualidad, de “ganar el relato”. No me gusta porque me parece fea, pero reconozco que es acertada. El “relato”, la narración, el modo en que se nos cuenta un hecho configura una realidad u otra, y, claro, la herramienta es poderosa en manos de los poderosos. Cosa distinta es cuando ese relato surge de la gente, aunque luego sea recogido por periodistas o publicistas.
Te amaré sólo si lo mereces. Deberás hacer grandes esfuerzos para que no desconfíe, para al fin creerte amigo y ya quererte.
Entender la convivencia, simplemente, como forma de vivir pacíficamente en cualquier entorno social, puede que nos vaya acercando poco a poco a la indiferencia. Nos encontramos en una sociedad “Fórmula 1”, todo controlado desde los boxes. La capacidad de actuar con voluntad propia se ve limitada, por bien, dicen, de la comunidad. Esa es la mentira de nuestra sociedad.
Se constata y se hace cada vez más grave en el mundo la indecencia, el espíritu corrupto y la falta de conciencia, puesto que las condiciones en que se hallan un gran número de ciudadanos es cada vez más precaria, ofendiendo su dignidad innata y provocando multitud de conflictos. Una realidad injusta, a más no poder, que suele estar ahí, en cualquier esquina, tanto en Europa como en África, Asia y América.
Estamos contemplando tantos resbalones de políticos situados en la estructura gubernamental, resbalones de grupos politizados financiados, resbalones de ideólogos olvidadizos de lo que han predicado, que es extrañísimo que nadie se haya despeñado como cualquier montañero despistado.
Así como esos famosos, estoy convencido de que muchas de las personas que nos rodean son ejemplo de lo que hoy día se conoce como resiliencia, es decir, esa capacidad que tienen las personas para recuperarse ante la adversidad para continuar progresando, no obstante lo traumático que pueden resultar algunos pasajes de su vida. Mi amiga, la escritora marplatense, es una de ellas.
Son muchas, cada día más, las necesidades de los hombres y de los poblados. Para empezar, debe de preocuparnos todo lo que puede comprometer, que no es poco, la dignidad y la libertad de la persona humana. Frente a las deportaciones de pueblos atemorizados, a las numerosas vejaciones y a los mil enfrentamientos, que a diario se producen en todos los continentes, reivindico el camino del encuentro, a través del diálogo sincero.
La estimulación constante que produce el sistema capitalista en la sociedad de la satisfacción sin límites, está causando saturación y saciedad en las personas. No son capaces de disfrutar todo lo que podrían, ya que existen otras necesidades y acciones que es preciso atender. Lo expresa de forma muy clara Baudrillard al escribir que «La satisfacción inmediata supera con creces la capacidad de disfrute de un ser humano normal».
No es fácil gestar y cultivar entornos en los cuales la dignidad sea su cimiento, pero quienes lo han conseguido, sostienen que es clave para la libertad individual y colectiva, y pieza vital de la felicidad. La otredad emerge y está siempre presente en medio de este tipo de reflexiones, porque la dignidad solo puede ser aquilatada a la luz del “otro”, de los “otros”, es decir, del “nosotros”, del “ustedes”.
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