| ||||||||||||||||||||||
El fenómeno de la globalización económica ha conseguido que todos los elementos racionales de la economía estén interrelacionados entre sí debido a la consolidación de los oligopolios, la convergencia tecnológica y los acuerdos tácitos corporativos.
Desde la vuelta de Trump a la Casa Blanca, los pueblos del mundo sentimos una gran incertidumbre y una profunda consternación ante cómo los EEUU con tal presidente a la cabeza ha lanzado una ofensiva global que nos está sacudiendo de nuevas y diversas maneras, desde Gaza a Ucrania, desde los aranceles al impulso de la ultraderecha, y siempre con la guía del saqueo económico y el dominio político-militar del planeta.
Las palabras importan. Cuando los poderosos las utilizan con malicia, las palabras pueden causar daño e incluso matar. Por ello, las palabras que el congresista republicano del estado de Texas Keith Self pronunció recientemente al presidir una audiencia de un subcomité de la Cámara de Representantes de Estados Unidos deben ser condenadas con especial firmeza.
El anuncio de Donald Trump de imponer aranceles al sector agroalimentario europeo a partir del próximo 2 de abril ha puesto en alerta a toda la industria. Sin embargo, y a diferencia de su primera legislatura, la robustez del sector, especialmente en España, y la creciente interdependencia de la industria norteamericana, sitúan a Estados Unidos en una posición de partida menos confortable para una guerra comercial.
Trump ha anunciado una serie de aranceles que prometen remodelar las dinámicas comerciales internacionales. Los aranceles pueden llegar a tener un impacto significativo en las compras diarias de los consumidores. Por ejemplo, si se imponen sobre productos importados, como electrónica, ropa o alimentos, entre otros, el coste de estos productos en las tiendas aumentará y el consumidor tendrá que pagar más por los mismos artículos que antes compraba a un precio menor.
El presidente de Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, acaba de declarar que “estamos trayendo la riqueza a EEUU de nuevo”. Por lo que se va viendo, lo fundamental de la política de Trump no son sus delirios ni sus excentricidades, son expresión de los intereses del núcleo mayoritario de burguesía monopolista estadounidense -porque no hablamos de la recién descubierta “tecnooligarquía”-.
El odio a Trump tiene elementos de despecho y rabieta adolescentes. Como si tuviéramos enfrente de nuevo a ese abusón de clase, a aquel amor que nos daba portazo de repente o al severo padre que nos castigaba sin paga. Trump es un tipo difícil de querer y fácil de odiar. Empiecen preguntando a su madre, mujer y amantes.
Como todo el mundo conoce, en nuestro precioso idioma español, el apellido del presidente de los EE.UU. de América, se pronuncia “tramp”. En esencia, la “u” se convierte en “a”, y todos tan contentos: o tan disgustados ¡qué más da! Esta circunstancia lingüística me viene como anillo al dedo para lo que a continuación voy a explicar, con todas sus letras.
En el discurso que pronunció el martes ante la sesión conjunta del Congreso estadounidense, el presidente Donald Trump dijo muchas mentiras y, con arrogancia, afirmó: “No hemos hecho más que empezar”. Los tribunales federales tampoco han hecho más que empezar y ya hay decenas de demandas en curso contra las órdenes ejecutivas emitidas por Trump.
La historia está plagada de rincones oscuros y pasajes olvidados que rara vez encuentran espacio en los manuales y, entre ellos, brilla el decisivo papel de España en la independencia de Estados Unidos. Mientras los nombres de Washington o Franklin se graban con letras doradas en los anales de la revolución norteamericana, pocos recuerdan que un astuto gobernador español, Bernardo de Gálvez, tejía una red de apoyo fundamental para los rebeldes.
Lo de Donald Trump con Gaza es una locura de invento geopolítico digno de figurar en los anales de la desfachatez histórica. Su idea de vaciar Gaza de palestinos y quedársela, para hacer "la Riviera del Medio Oriente", -dice-, con la bendición de Marco Rubio y su "to make Gaza beautiful again", tiene todos los ingredientes de una mala película: ignorancia, cinismo y un toque de delirio imperialista.
Desde la era de Ronald Reagan hasta la presidencia de Donald Trump, la psicología colectiva en Estados Unidos ha experimentado cambios significativos. A medida que el uso de antidepresivos ha aumentado un 400 % desde 1994, es evidente que la infelicidad y la ansiedad se han convertido en problemas crecientes en la sociedad estadounidense.
Donald Trump, el 45 presidente de EEUU, ha sido una figura polémica desde su ascenso al poder. Su enfoque agresivo de la política, su actitud desafiante ante las normas diplomáticas y su necesidad de sobresalir en todo momento, han dado lugar a una imagen compleja de liderazgo. Sin embargo, detrás de sus declaraciones y acciones hay un patrón claro: la obsesión por dominar las naciones y el mundo a su modo.
Cualquier persona normal y con los más elementales visos de educación habrá sentido vergüenza por el espectáculo tan denigrante y ofensivo que ofrecieron al mundo Trump y J.D. Vance, en el que acorralaron al presidente de Ucrania, sometiéndolo a una humillación jamás vista en la Diplomacia.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el hombre más rico del mundo, Elon Musk, han desatado un caos a nivel internacional con las medidas que están adoptando en su intento de desguazar el Estado federal estadounidense, que incluyen despidos en masa y congelación de fondos.
Estamos presenciando, de la forma más clara y más rotunda, cómo el dinero, los negocios, las conquistas, las supremacías por raza, riqueza, armamento... se han convertido en las nuevas armas para conquistar y reorganizar el nuevo mundo.
La puesta en escena de la entrevista Trump-Vance con Zelensky es cruel, pero puede no ser absurda. Es lógico y habitual que en esos encuentros las conversaciones no se hagan ante periodistas ni con ‘usos’ impropios de la diplomacia normal entre personas educadas y países bien avenidos.
El pasado 28 de febrero de 2025, Día de Andalucía, a través de la pantalla de televisión, tuve dos sensaciones bien distintas. Por la mañana, en Canal Sur, vi la “Gala 28F” con la entrega de Medallas y nombramientos de Hijos Predilectos de Andalucía a los premiados de este año. Debo confesar que el acto resultó enormemente atractivo por su sencillez y emoción.
Nuestra conciencia emocional nos impele a denunciar a los cobardes poderosos. Cobardes -que gobiernan una superpotencia mundial en su ocaso- descaradamente agresivos y sólo “valientes” para atacar, saquear e insultar a los países y pueblos del mundo, incluyendo los países y pueblos europeos.
Sencillamente, no, no toca hoy mirar a otro lado mientras el mundo se adentra en el abismo de la sinrazón, el totalitarismo, el fascismo y el conflicto de la radicalidad entre polos. No, no toca hoy aparecer impávido ante la muerte de la libertad y al asesinato en directo del significado mismo del principio de igualad a golpe de talonario de los nuevos ideólogos del nazismo patrio 4.0 que con su riqueza quieren hacer claudicar el espíritu mismo de la democracia en el mundo actual.
|