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En la política, en la española en especial, existe un defecto o enfermedad congénita, conocida con el nombre científico de incapacidad de dimitir. Lo más grave de esa situación es que dicha enfermedad es conocida por todos antes de tomar la decisión de dedicarse a la política y comenzar a ser político.
Todos vienen a ser lo mismo respecto a el destino de los humanos, lo rigen y lo manipulan de manera tal que no hay quien pueda oponerse a su labor de controlarlos. Cosa parecida a los políticos que hoy nos gobiernan. Los enunciados en el título administraban la vida de las personas, las Parcas para los latinos eran Nona, Décima y Morta las moiras para los griegos eran Cloto, Láquesis y Átropos ('inexorable' o 'inevitable, la que cortaba el hilo de la vida de los humanos.
Y así es. De pronto oigo truenos en el cielo y aquello que eran suposiciones mal intencionadas se convierten en realidades. Escucho en los noticieros que los que han mostrado su mayor oposición a prostituir la separación de poderes con indultos y amnistías a la carta, el PP, resulta que ahora estarían dispuestos a dar el indulto a Puigdemont. Con condiciones según ellos.
Cuando he escuchado las noticias de esta mañana en la radio, he sentido una sensación tan desagradable, tan llena de estupor, de pena y asco que he tenido que hacer un verdadero esfuerzo para empezar con normalidad el día. Aún así, mi corazón está dolido, muy dolido, por lo ocurrido anoche a una patrullera de la mil veces benemérita Guardia Civil, cuando fue embestida en Barbate por una narcolancha que produjo la muerte de dos guardias y otros dos heridos, uno de ellos muy grave.
“Caigo yo pero caéis todos”. Confidencia. Protegiendo fuente y seguridad, solo la frase. Entrecomillada. Sin sexo, lugar de trabajo, quiénes pudieron oirla y pormenores que pongan en evidencia al confidente. La dijo Pedro Sánchez, en el Palacio de la Moncloa, a un grupo de ‘próximos’. Gritando. Con el tono que usa para dirigirse a subordinados. Se dolía de los nueve reveses del momento.
Y va el triministro Bolaños y da la cara, ¡qué tío! Él personalmente ha asumido ser el rostro, el caradura, el fantasmón explicador “técnico” de la proyectada ley de amnistía. Y lo hace con su siempre detestable objetivo de engañar a zoquetes, pánfilos ilusos y todos los zurumbáticos para los que habla, desde la TVE gubernativa, para todos los medios mundiales comprados.
Aunque la fecha consensuada del inicio de la última guerra civil española se fija en el 17/18 de julio de 1936, hay autores que defienden la idea de que la contienda dio comienzo en realidad durante la primera semana de octubre de 1934, cuando aguantó durante quince días la revolución izquierdista, sobre todo en Asturias. Y aunque en el resto del país fracasó el llamamiento a la insurrección contra la República, en la mitad de las provincias hubo al menos un muerto a causa de la refriega. Ninguna broma.
Las mentiras del presidente Sánchez, representado en el Pe-le-le que algunos energúmenos apalearon en Ferraz, ya no calan, ni siquiera en el pomposo Davos recientemente celebrado. Hoy Sánchez es un cero a la izquierda en la política europea, un «chuleta de sacristía», como demostró en su huida del Parlamento Europeo sin esperar a la contestación a sus vacías palabras. Tiene menos credibilidad que las muñecas de Famosa cuando se dirigen al Portal.
Todo vale. La hipocresía como arma, la mentira como ensoñación, las bodas de compromiso, las promesas como edulcorantes, el nepotismo como ejército, la palabra como embobamiento, los incumplimientos como circunstancias, la transparencia como inocentada irónica, la ética como asignatura trasnochada, las víctimas sin memoria, las conciencias para obediencia y ascenso...
Parece, a la vista de lo que se pone en escena, que la sinarquía que conduce la marcha del sistema —llamada por algunos el poder en las sombras—, para asegurar el negocio base —el mercado—, ha mudado en parte su estrategia política. Tímidamente empieza a colocar nuevamente en el teatro de operaciones visibles, haciendo uso del voto controlado, a los que, en otro tiempo, fueron fieles servidores del orden capitalista en el marco conservador.
Debo decir una vez más a Sánchez que «me gusta la fruta». Lo digo en voz alta y sincera. A nadie se le oculta que este fantasma es un peligroso psicópata y, si alguien tiene dudas, que lea el libro de Rosa Díaz: «Caudillo Sánchez». Los sentimientos de este personaje son muy enrevesados y difíciles de explicar.
La noticia de la mañana del viernes era el aviso, a las 6,45, de Diario Público: “Sumar se querella por prevaricación contra nueve vocales y el presidente del CGPJ por la declaración sobre la amnistía. El grupo plurinacional atribuye a los consejeros conservadores que suscribieron el acuerdo institucional la vulneración del principio de separación de poderes al posicionarse contra una iniciativa legislativa”. Titular leído en la Puerta del Sol y subtitulo en la calle de Alcalá.
Cuando se van agotando los cursos de enseñanza obligatoria, los jóvenes van preguntándose cuántas carreras existen, sus dificultades, sus salidas profesionales y sus posibles emolumentos. Cuando los políticos comienzan a dar los primeros pasos de la larga andadura de esa profesión, nunca imaginan que, pasados los años colmados de experiencia, su carrera se convierte en un sinvivir angustioso.
En toda esta amalgama de concesiones a favor de los que se levantaron contra la unidad de España, a favor de los que destrozaron la convivencia ciudadana, a favor de los falsificadores de datos, a favor de los fugados, a favor de los despilfarradores, a favor de los CDR, a favor de todo aquel que diga soy catalán y quiero “ESTO”, nos encontramos, por parte de la oposición constitucionalista, con actuaciones “prudentísimas”, “protocolarias” y sobre todo “muy opacas”, como aquel que no quiere hacer ruido.
Lo fácil es atacar al contrario, ridiculizarlo y desvestirlo de dignidad, lo difícil es construir algo útil con los que piensan diferente. La ciudadanía echa de menos una corriente de opinión fundamentada y contrastada por la que puedan transitar la convivencia, la tolerancia y el buen talante.
A esa Roma llamada libertad, unión, progreso no se llega ignorando la historia, mintiendo la realidad y despreciando al de fuera. A esa Roma se llega respetando los derechos de todos, la libertad de todos y la justicia por todos aceptada. Roma se destruyó a sí misma por el ego de sus mandatarios, nunca el pueblo, pobre y hambriento, fue responsable de su división.
La confianza es una de las bases más sólidas sobre la que se cimentan las relaciones sociales y profesionales, además de ser un indicador muy fiable de la buena o mala salud de la que gozan las conexiones entre las personas. En este contexto, Ipsos, con su Global Trustworthiness Index 2023, ha querido conocer más de cerca qué confianza les genera a la población ciertos profesionales con quienes tienen que lidiar en su día a día.
En el penúltimo día de septiembre decayeron todas las esperanzas, si es que tenía algunas, de Alberto Nuñez Feijóo para llegar a mudarse a Moncloa. El denominado bloque progresista del Congreso volvió a darle calabazas en el examen de reválida de la investidura.
En el proceso seguido en las últimas elecciones, todo se viene desarrollando conforme al guión, es decir, sin sorpresas, esperando que así sea hasta que concluya el trámite. No podía ser de otra manera, porque previamente el resultado estaba decidido y la aparición del cisne negro casi quedaba excluida.
Los discursos realizados en esta investidura seguramente han confundido a muchos españoles: todos resultaban convincentes hasta que el replicante de turno destruía tal impresión. Quizás operaba la sensación de que las palabras presentes no se correspondían con las gestiones pasadas. Otra cosa que sorprende es que se plantee un referéndum separatista y las cosas no se muevan un ápice.
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