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Doctor, llevo una temporada en la que no me encuentro a mí mismo. Creo verme en tierra extraña; no entiendo el lenguaje; mis sueños son más fuertes que el sueño en sí; me levanto buscando a mis amigos, no les veo; voy en busca de mis nietos, no les entiendo o me entienden...
Si en vez de la nefasta campaña previa a las elecciones del PP y Vox, lo hubiesen hecho dejando atrás orgullos, mediocridades y estupideces, la situación ahora sería diferente. Una vez llevado a cabo las elecciones, la presidencia del Congreso le hubiese correspondido a Vox en vez de la señora que la preside y Feijóo, en vez de llorar sobre la leche derramada, vería su presidencia con claridad porque la votación se podría haber hecho en secreto en vez de a mano alzada.
El vicesecretario y responsable de economía del Partido Popular, Juan Bravo Laguna, acaba de publicar un video (aquí) en el que demuestra que no tiene ni idea de economía. No se pueden decir más barbaridades en menos tiempo. Dice Juan Bravo: «Debemos aplicar esa sabiduría popular, eso que todos hacemos en nuestras casas, a las cuentas públicas… no gastar lo que no se tiene».
Para Feijóo la noche del 23-J fue una noche triste, él y los suyos se habían prometido una victoria feliz frente al PSOE, estaban seguros que, después de los resultados de las municipales del 28-M, en las elecciones generales iban a arrasar, pero sus amistades peligrosas con el fascismo les iban a pasar factura.
Después de las elecciones municipales y autonómicas del 28-M el fascismo entró, como el caballo de Atila, en las instituciones del País Valencià de la mano del Partido Popular que les tomó como socios de gobierno sin hacer ascos a la ideología fascista, porque para las mesnadas de la gaviota carroñera lo importante es acceder al poder sin importar el precio a pagar por ello.
La pasada semana el rey Felipe VI nombró como aspirante a Presidente del Gobierno a Alberto Nuñez Feijóo, candidato del PP, partido ganador de las elecciones generales del 23-J, a pesar que, hasta este momento, el candidato real no tiene en su zurrón el número de votos suficientes para alcanzar los 176 votos afirmativos que le darían la mayoría absoluta con la que poder alcanzar la Presidencia del nuevo Gobierno de España.
Los resultados electorales del pasado mayo devolvieron las tierras valencianas a unos tiempos que los últimos ocho años de políticas más o menos progresistas habían enviado al cajón del olvido. Pero en las elecciones municipales y autonòmicas del último domingo de mayo el voto de una mayoría de valencianos, olvidando el expolio al que dirigentes como Zaplana, Camps, Cotino o Rita Barberá.
En la Asamblea de Madrid, donde Mónica García asienta todavía sus posaderas, a pesar de no haber dado cuenta de la corrupción en que se ve inmersa con el chalet de la sierra y la desobediencia al Ayuntamiento de Cercedilla, en la izquierda siguen sin saber si matan, hieren o espantan. Continúan con el mismo discurso que en la legislatura anterior y no han aprendido la lección recibida por la representante de Podemos, Alejandra Jacinto.
Las elecciones del 28-M nos devolvieron la imagen de una España negra que ya creíamos devuelta para siempre al cajón del olvido de la historia. La geografía española, de la noche a la mañana, apareció teñida con los colores azul y verde representativos de la derecha extrema y la extrema derecha, PP y Vox, que, al fin y al cabo, hemos visto que son la misma cosa.
Según Wikipedia, la ventana Overton o ventana del discurso, “es una teoría política que representa un ideario aceptable por el público como una ventana estrecha, afirmando que la viabilidad política de una idea se define principalmente por este hecho antes que por las preferencias individuales de los políticos".
Para España y para el PP, los resultados 23J son mejores que la mayoría absoluta o la del tándem PP-Vox que auguraban las encuestas. Con mayoría absoluta, Feijóo debía administrar lo que se encontrara, sin más. Con Vox al lado y las ayudas que aparecieran, debía hacer algo parecido, peor y más difícil. Con los 137 diputados que tiene solo debe hacer lo que conviene.
La postura del Partido Popular frente a la del partido Vox, está guiada, según la opinión de mucha gente, en el “miedo” por el predicamento violento de la izquierda. Las ideas, en política, deben ser firmes y objetivas. La práctica política, debería ser igual pero por desgracia hay Partidos de índole nacional que, con tal de gobernar, no son firmes ni objetivos en la defensa de la normativa para una convivencia en comunidad: la Constitución.
En cada contienda electoral al cierre de los colegios electorales los medios de comunicación hacen públicas unas encuestas, llamadas “a pie de urna”, aunque muchas, o la mayoría, se realizaron días antes de la jornada electoral. A partir de estos datos el personal empieza a hacerse ilusión pensando que las cosas no van tan mal para los “suyos” y que los contrarios van por debajo de las expectativas que la campaña presagiaba.
Como sabes, amigo lector, me gustan los refranes y me valgo de ellos para emplearlos en mis escritos en la seguridad de su general aceptación. El que hoy me sirve de título viene al pelo para comentar los desaires del Gobierno del perdedor de elecciones, Pedro Sánchez Pérez Castejón, a varios presidentes autonómicos del PP, con motivo de la toma de posesión de sus cargos, obtenidos como resultado de las últimas elecciones municipales y autonómicas.
No es mi propósito ahondar en los líderes y formaciones políticas de la izquierda más radical y revolucionaria que sufrimos desde la II República, pero que acaba de ser respaldada por más de once millones de españoles, dato en modo alguno baladí. Me preocupa mucho más la otra media España que se ha mostrado incapaz de articular un modelo político y social alternativo, capaz de superar a quienes, desde hace cinco años, se han propuesto desmantelarla social y culturalmente.
El resultado del 23J es muy diferente a lo que todos los medios, encuestas y analistas vaticinaban. Una alta participación ha desbaratado lo que se anunciaba, cerrando el paso a un gobierno del PP con Vox. Pero las urnas no han mostrado un apoyo cerrado a los cuatro años de gobierno de coalición, en los que ha seguido avanzando el atraco financiero y monopolista.
Pasadas las elecciones, podemos preguntarnos ¿y ahora qué?. Al respecto caben dos ideas iniciales: la derecha y extrema derecha y la izquierda y extrema izquierda han quedado prácticamente igualadas y, ¿guardan las derechas y las izquierdas aquellos planteamientos que hace cuarenta años las diferenciaban?
Los comicios del 28-M llevaron hasta el País Valencià tenebrosos vientos preñados de odio y ansias de venganza. Recién vaciadas las urnas y con la fuerza que les daban los votos, la derecha extrema y la extrema derecha comenzaron a ocupar los puestos de poder a los que desde hace ocho años estaban aspirando.
El resultado electoral abre un periodo complicado para lograr la formación de Gobierno. Lo que es evidente es que el Partido Popular no consiguió los resultados que esperaba y podemos vernos abocados al bloqueo y la ingobernabilidad. De todas formas, lo que está claro es que la repetición electoral puede ser algo inútil, ya que es muy probable que los resultados electorales sean prácticamente iguales o muy similares y el bloqueo político e institucional seguiría.
El domingo 23 de julio se han realizado los comicios generales de España, en los cuales la derecha ha fracasado en su meta de lograr una mayoría absoluta. Pese a que las encuestas que esta había encargado pronosticaron que este sector para remover a los socialistas, esto no ha ocurrido. La suma de los diputados electos del conservador Partido Popular y de los franquistas de Vox no le permite a la oposición desplazar al presidente Pedro Sánchez.
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