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Nervios, miedos, esperas que se hacen interminables… estas inquietudes pueden llegar a minar la ilusión de la mujer que esté buscando un embarazo mediante técnicas de reproducción asistida. Una de las situaciones que más angustia genera es la betaespera, es decir, el tiempo que pasa desde que la paciente se hace la inseminación artificial, hasta el día que obtiene el resultado de la prueba de embarazo en laboratorio.
Se reconoce muy fácilmente que una grabación de vídeo tiene ciertos años. Aunque las imágenes sean en color, los vídeos caseros de los años 80, por ejemplo, están cubiertos de una especie de polvo que desvive los colores, difumina los contornos, robotiza los movimientos. Puede que lo mismo ocurra con los recuerdos, en realidad.
Sin duda alguna, una de los virtudes excepcionales que tenemos los seres humanos es la manifestación de expresar lo que sentimos y lo hacemos sin importar edad, tiempo o circunstancias. Debes tener sutileza al desahogar lo que llevas dentro porque a como puedes provocar alegría también puedes provocar dolor, lo más importante de todo es que debes ser una persona honesta y sincera contigo mismo, jamás debes vivir de la apariencia.
La confusión, el desorden y el caos reinan en el mundo o en muchas situaciones de la realidad. El mundo actual cada vez es más superficial y menos profundo en todos los aspectos pensables. Esto también lo plantea el filósofo coreano Byung-Chul Han en su último libro No-cosas. Ciertamente, lo irreal o lo digital están sustituyendo a la realidad presencial de una forma creciente.
Hoy la pluma, el papel y yo dormiremos en camas separadas, sé que estoy perdiendo el tiempo, como se llega a perder el alba y los recuerdos desagradables, aunque tarden en marcharse. El tiempo, ese bien apreciado e irrepetible.
El tiempo es lo más valioso en la vida. Los niños y los jóvenes no son plenamente conscientes de ello, porque creen que disponen de un tiempo ilimitado, pero no es cierto. La duración es más lenta en la primera etapa de la existencia. Después el tiempo avanza más velozmente.
No tengo tiempo, para tus gritos, para tus insultos ingratos en mí.
Como se cumplan todas las promesas del gobierno que estamos recibiendo en estos días, anunciándonos futuras rebajas, unidas al ahorro propio del horario de invierno, nos van a suministrar la energía gratis y encima, nos van a indemnizar por poner las lavadoras. Es broma. El recibo de la luz pende sobre nuestras cabezas como una espada de Damocles.
Nos gusta sacar a relucir, incluso discutir, sobre la verdadera sustancia de cuantas realidades nos acompañan; sin darnos cuenta en la mayoría de las ocasiones de la incompletud de los conocimientos accesibles. Dicho núcleo principal constituyente suele mostrarse esquivo, con frecuencia sólo asequible en los campos de la imaginación.
Los que vivimos la “mili” recordaremos con desazón aquella terrible “tercera imaginaria”. La imaginaria es un invento militar muy eficaz en tiempos de guerra, pero bastante innecesario en época de paz. Consiste en “uno o unos soldados que vigilan por turnos mientras el resto de sus compañeros duermen”. La realidad es que se trata de fastidiar el sueño del designado y partirle por medio el descanso nocturno.
Recuperar nuestras experiencias es, en cierta forma, contar con la posibilidad de reconfigurar una aproximación más cercana a responder las interrogantes -siempre inquietantes-, sobre quiénes somos en lo más profundo. Cada vez me queda claro, que, por muchos factores, el futuro constantemente nos está hablando, por ello, el pasado es un cruce de caminos que merece ser mirado de nuevas formas.
Las tareas repetitivas consumen gran parte del día y en muchos casos no contribuyen de modo alguno a la consecución de objetivos. Por ese motivo, es necesario adoptar un sistema de gestión del tiempo que nos permita reducir la cantidad de horas que dedicamos a las gestiones rutinarias.
A veces uno quisiera ser insignificante, como lo es para nosotros, ególatras mortales, una mosca o un ladrillo. No se trata de ser despreciable, sino de ser poca cosa. No es que uno se crea imprescindible para el mundo; claro que no. Pero lo cierto es que en ocasiones parece que el entramado de la vida le ha colocado a uno en una red en la que no sabe si es araña, presa o tela.
“Los tiempos adelantan que es una barbaridad”, la famosa frase de don Hilarión, el personaje de la zarzuela “La verbena de la paloma”, aparte de ser de una realidad incuestionable, nos sitúa en la tesitura de ver en retrospectiva esta parte de nuestra vida que parece que ha transcurrido a mayor velocidad que aquella otra parcela de nuestra existencia que la precedió, visto en perspectiva.
Ayer, hoy, pasado, de nuestra última caricia, de nuestra última conversación muerta. Ayer, hoy, pasado, de nuestro viejo diario, hoy candado roto oxidado.
La imagen que se me aparece de un tiempo a esta parte, cuando se marcha una parte de la cultura popular que he mamado desde que tengo uso de razón, es la de un par de tramoyistas que aparecen por el escenario para llevarse algo de él. Dos maniquís, un bafle, un perchero, un póster dedicado, no importa muy bien lo que sea. El hueco que queda es como el de cualquier cosa que no valoramos demasiado mientras creemos que está en su sitio.
Muchas familias han renunciado a esta apuesta por el sosiego. Vivimos inmersos en un trajín permanente, sin apenas tiempo para nosotros. Hoy, multitud de chavales caminan a la deriva, abandonados a sí mismos y a sus instintos. Inmersos en multitud de quehaceres, un sinfín de hogares, con sus progenitores al frente, tampoco encuentran tiempo para sus hijos; obviando su tarea más importante, de cuidado y comunicación entre sí, enseñándoles a distinguir lo que es bueno de lo que es malo.
El buen tiempo es beneficioso para la salud de nuestros mayores ya que aumenta su energía, su estado de ánimo, incrementa las ganas de hacer cosas y salir de casa, esto es debido a que el buen tiempo y la mayor cantidad de luz favorece la liberación de serotonina y oxitocina lo que provoca que se reduzca el estrés y la ansiedad.
Los años pasan… lo sé también… y a pesar de mi optimismo también veo que no he realizado muchas de mis nobles aspiraciones. No debe importarme me repito una y otra vez.
¿Está tu equipo entre ese 39% que admite desconectar durante las reuniones? ¿Con qué frecuencia echan un vistazo a sus teléfonos o le prestan atención a otro trabajo? De los 11 millones de reuniones de trabajo que se celebran cada día en Estados Unidos, la mitad de ellas supone una total pérdida de tiempo.
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