Estamos en tiempo de adviento en donde la reconciliación, fraternidad, caridad, paz y amor se debe de realizar aún más que en el resto del año, al menos, eso se nos viene diciendo desde nuestra más tierna infancia. Ello está muy bien para el ámbito familiar y social pero la clase política, esa, es harina de otro costal, ni familiar, ni social, solo y exclusivamente ellos mismos.
En ese círculo el que vale y se le ocurre poner su saber y experiencia al servicio de la sociedad para intentar mejorar en lo posible alguna cosa, o bien lo defenestran al momento o se va por sus propios medios asqueado de lo que ve ahí dentro.
En esta vida todo tiene su momento en donde las personas demuestran lo inteligentes que son o no, la integridad moral que tienen o no, la altura de miras políticas que tienen o no, en definitiva la valía personal, moral y política que tienen. Las elecciones de Andalucía han resultado ser un revulsivo político que no se esperaban el partido que durante 40 años ha sido dueño de lo que consideraban su cortijo y matriz de votantes del PSOE y sus correligionarios en los últimos años, en donde la corrupción ha creado una extensa red de estómagos agradecidos que lo han perpetuado durante tanto tiempo y ha llevado casi al ostracismo social y educacional a esa comunidad como lo demuestran varios informes nacionales y europeos.
Hartos de tanta majadería política, los andaluces han dado una mayoría parlamentaria a tres partidos constitucionalistas, PP, Cs y VOX considerados de derechas por defender simplemente la constitución española, constitución que fue refrendada y aprobada por todo los partidos políticos, no por unos cuantos, sino por todos en mayoría absoluta.
El hecho de ser tres los partidos que deben ponerse de acuerdo, viene bien para que sean ellos mismos los que se controlen no abusando de una mayoría ningún partido que pudiera hacer, lo que por otra parte se ha constatado repetidas veces, de su capa un sayo y gobernar a golpe de decretos leyes para salirse con la suya. El consensuar programas y decisiones, conlleva buenas dosis de aparcar orgullos personales, actuar con sentido común, altas miras y sobre todo con inteligencia y saber hacer. El divagar, la demagogia, el querer subir y bajar al mismo tiempo, solo conduce al desastre actual que estamos sufriendo en nuestro país, que dicho sea de paso, no se entiende fuera de nuestras fronteras, pero eso da para otro artículo. Volviendo a lo nuestro, Ciudadanos no debe estar dando la mano y coqueteando otra vez con el PSOE porque si entra en el gobierno andaluz, aunque sea en un porcentaje pequeño, servirá para que no se levanten y sacudan las corrompidas alfombras que deben estar pegadas a cal y canto en el tan agradecido suelo, no olvidemos los miles de altos y medianos cargos puestos a dedo cobrando un dineral de la Junta que están esquilmado continuamente las arcas regionales.
Si Cs o el PP, por orgullos personales, desatinos, fatuidades políticas y flatulencias emocionales, no llegan a un consenso y aceptan los votos de Vox para alcanzar la mayoría política y poder tener un cambio de gobierno en Andalucía, tengan por seguro que los votantes los castigarán en las próximas elecciones. En democracia, lo bueno es que hay elecciones cada cuatro años y si no gusta lo que hacen los gobernantes de un partido se cambia y listo. No hay por qué tener miedo al cambio. Andalucía se merece abrir las ventanas y respirar aire fresco, renovado y fértil (entiéndase por fertilidad la creación de industrias, puestos de trabajo, educación de calidad etc.) para una convivencia más acorde con los tiempos actuales.
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