Desde que Pedro Sànchez vistió con los entorchados de Ministro de Asuntos Exteriores al veterano cuadro y militante del PSOE, Josep Borrell, éste ha venido, orgullosamente, haciendo gala de una chulería, a veces indecente, sabiendo que el Presidente del Gobierno nunca le haría apearse del cargo. Borrell es uno de esos “zorros plateados” de la política en la que està prácticamente desde que la democracia volvió a España. Fue Ministro de Obras Públicas con Felipe González, Presidente del Parlamento Europeo entre el 2004 y el 2007, y estuvo a punto de encabezar la candidatura de la socialdemocracia del año 2000, para intentar recuperar la Presidencia del Gobierno español, pero un escándalo de fraude financiero de uno de sus colaboradores cuando era Secretario de Estado del Ministerio de Hacienda le hizo renunciar a encabezar la lista en favor de Joaquín Almunia, candidato oficialista auspiciado por el “aparato” del partido.
Pedro Sánchez quiso poner un dique de contención delante de las fuerzas independentistas catalanas, y no tuvo mejor idea que poner en el Ministerio de Exteriores a un peso pesado del españolismo más recalcitrante. Borrell, pese a haber nacido en Catalunya, concretamente en la Pobla de Segur, políticamente se ha criado en Madrid, donde estudió y donde ya en 1975 militaba en la Agrupación Socialista de Madrid Norte, junto con otro purasangre de la socialdemocracia hispana llamado Luis Solana. Borrell habla catalán, pero su cerebro y su corazón son españoles, y esto es lo que Pedro Sánchez quería para tener la excusa de que, por una parte en su Gobierno había un catalán, y por la otra contaba en su gabinete con un firme defensor de la unidad y los valores de la españolidad. Y a fe que Borrell cumplió los deseos de su Presidente. Pronto se le vio manifestándose cogido del brazo de los más fieros atacantes del independentismo. Se paseo, más de una vez, al lado de altos cargos del PP catalán, de Albert Rivera de Inés Arrimadas y de Vargas Llosa. Pedro Sánchez había desbancado a Mariano Rajoy del banco azul del Gobierno de España gracias a los votos, entre otros, del independentismo, pero pronto lo olvidó. Y, cada día más, Borrell, su baluarte ante la Generalitat catalana, se iba creciendo más y más. Hasta desbordarse, con lo que en Moncloa pensaron que lo mejor sería enviarlo a Europa en las próximas elecciones, ya que había irrumpido en el Ministerio como un elefante en una cacharrería.
Si Hernán Cortés tuvo su “noche triste” entre el 30 de Junio y el 1 de Julio de 1520, cuando su segundo Pedro de Alvarado fue derrotado por los indígenas en la actual ciudad de México, la semana pasada ha sido la “semana triste” del Ministro Borrell y con él de la diplomacia española. Cuarenta y un senadores franceses hicieron público un escrito denunciando la situación de los presos políticos catalanes, las anomalías de un juicio donde el presidente de la Sala impide la visión de pruebas que puedan demostrar que algunos testimonios policiales mienten en sede judicial y pidiendo la intervención de la Unión Europea. Un duro golpe para Borrell.
Otro si, el Presidente de México Lopez Obrador hace pública una carta en la que pide al rey Felipe VI</b> que España pida perdón por las matanzas que las tropas españolas llevaron a cabo durante la conquista. Y, todos a una, como en una moderna Fuenteovejuna, derechas e izquierdas españolas salieron en tromba en defensa del honor patrio con argumentos tan manidos como que gracias a los conquistadores ahora en México hablan castellano y dejaron de practicar el canibalismo convirtiéndose en gentes civilizadas. Nada se dice en las protestas de los indígenas asesinados, de los torturados, de los entregados a los “encomenderos” , de los esclavizados, y ni una palabra del oro y todas las riquezas que España expolió en las tierras descubiertas amparándose en la espada y la cruz. Tal vez a muchos no les vendría nada mal la lectura pausada de Bartolomé de las Casas o de Galeano.
Y Borrell, una vez más, demuestra su falta de diplomacia, y también de educación, cuando acude a una entrevista al canal DW News! Y en el momento en que Tim Sebastian, conocido e incisivo periodista le presenta datos, Borrell, de manera agresiva le acusa de mentir y de ser un mal profesional, se levanta y marcha, pero vuelve al poco rato para continuar con la entrevista con el mismo nivel de agresividad. Borrell ha hecho bueno a su antecesor del PP que ante el periodista de la BBC que había grabado las cargas policiales el 1-O afirmó que eran falsas. Si el jefe de la diplomacia se comporta como un hooligan agresivo poco favor está haciendo a la imagen de España. Aunque tal vez, muchos piensen que es mejor “sostenella y no enmendalla”, vieja fórmula que utilizaban los hidalgos españoles durante el Siglo de Oro para no reconocer sus errores.
Muy mal andan las cosas por el Palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores. El jefe supremo no da pie con bola y una de sus segundas, Irene Lozano, Secretaria de Estado de España Global, es de las que siempre tropieza en la misma piedra, la de la ineptitud. Si hace unas semanas se hizo un lio comparando el hecho de votar con una violación, ahora el desconocimiento de la historia le ha gastado una mala pasada. Quiso mostrar vía twitter su agradecimiento a los ciudadanos de Qatar por elegir España para sus vacaciones y en lugar de a los qataríes citó a los cátaros. Y es, que seguramente la señora Lozano, fichaje socialista proveniente de UPyD, debe desconocer una parte importante de la historia, y Occitania, para ella, debe ser un equipo de rugbi.
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