El libro de poemas “Medidas cautelares” es un brote del venero que mana la satisfacción que me produce la madurez de su contenido con la que el poeta se defiende de sí mismo, en un espejo a cielo abierto en su diligencia previa: “Ahora puedes guardar tus malos gestos / en tu armario, cerrar bien el candado / y arrojar al desagüe tus verdades”. El atrevimiento resulta ser insobornable, pues en la vida:” Tan sólo somos cuerpos que vivimos / un trozo de la vida tumultuosa / al azar caprichoso de los astros”, en el instante que van llegando años y sueños. Porque la vida puede ser un vuelo de sueños que siempre serán cortados por el chuchillo de los tiempos.
La naturaleza del ansia de explorar el tiempo transcurrido acude a la defensa de los deseos con un “yo tengo” lleno de incógnitas, donde el poder de la emoción, como sediento gozo,aflora en la palabra del poeta, de una manera vibrante y conmovedora. Sublime gesta desnuda, se confiesa: ”Un espejo de ausencias aprisiona / siluetas anhelantes de pasiones / en la mirada lenta del destierro”. Se palpa en los versos la ausencia de la música baldía como compañía del poema.
Para José María Molina Caballero resulta innecesaria, ejerciendo la desnudez silenciosa que exige la palabra en este meditado libro de poemasde gran intensidad, que muestra el tono filosófico con que el poeta ha impregnado los cuarenta y dos poemas que integran este libro, realizado íntegramente con versos endecasílabos blancos. Poemas que configuran un libro donde se evidencia los valores moralesque encierran estos textos cohesionados por su gran unidad temática, incardinada en un lenguaje jurídico que se extrapola a la propia realidad desnuda, a veces desgarrada, que muestra ese sentir doloroso por donde nos lleva el poeta.
Los aullidos de la noche persisten en los ecos abiertos de la bruma, cascadas penetrantes de pasiones que agrietan la fe de nuestra conciencia. Buscamos los nutrientes de la vida y los zafios capítulos del gozo.
Todo es memoria furtiva en el palpitar de su andadura, no somos nada si no fuera por la memoria, lo que sucede es que a veces la memoria nos domina, nos supera siendo ella la que lleva el guión, el ritmo de los poemas. Es la batalla de los días confusos: ”Nos cuesta recordar el miedo rancio / a lo prohibido, a los sinsabores / del lamento y los límites perennes / que nos habitan y nos aprisionan / con sus perversos códigos y edictos, / apropiándose de nuestras espaldas / y sus destellos de musgo y zozobra.”
Como bien señala el prologuista Antonio Cruz Casado: “Es un libro redondo, maduro, fruto de muchos años de experiencia poética, de labor autoexigente… El atento lector podrá descubrir también núcleos temáticos plenamente humanos, procedentes del dolorido sentir del poeta, entre los que están el amor, el erotismo, la angustia, el dolor…”, lo que me lleva a señalar que “Medidas Cautelares”, dada la intensidad de su contenido, da para más de una lectura, tranquila y reposada.
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