Los que hemos nacido en una isla sabemos que existen diferentes formas de ahogarse en el mar. Uno puede hacerlo si es arrastrado por una corriente marítima hacia alta mar; si sufre un calambre en aguas profundas y acabe hundiéndose; si le atrapa un tiburón o, y esta es la forma más absurda e imbécil de perder la vida si, sin saber nadar, se lanza al agua en plena tormenta con olas de siete u ocho metros, pensando que su instinto le sacará del apuro. Algo parecido, pero en clave política, es lo que está sucediendo en España en estos momentos, equiparables a la peor de las tormentas marítimas en cuanto a la situación de España y Europa, principalmente de la primera, cuando al frente de la nación tenemos a un personaje que lo único que parece saber hacer ante la serie de retos, graves y sumamente peligrosos para el futuro de nuestra nación, es improvisar, mirar hacia otro lado, mentir y parchear todo lo relacionado con nuestra economía y prometer a los ciudadanos que el futuro se presenta optimista cuando, desde todas las entidades bancarias, organismos internacionales, expertos en temas económicos y empresariales se está advirtiendo seriamente de que nos espera un otoño con recesión, hambruna mundial, problemas energéticos que, posiblemente, puedan coincidir con una reactivación de las pandemias que nos han estado azotando durante los últimos años.
Y estando en una situación tan complicada nuestro presidente, Pedro Sánchez, dedicado a templar gaitas con los separatistas vascos y catalanes. Quien le escucha en sus parlamentos tiene la impresión de que, en España, lo único verdaderamente importante es mantener buenas relaciones con catalanes y vascos, como si el resto de problemas que nos están azotando a todos los españoles pudieran esperar, su solución pudiera dilatarse indefinidamente y la marcha económica, laboral, financiera, junto a la atención de los servicios básicos de la nación y el control de la enorme deuda publica que hemos ido acumulando, fueran temas secundarios que pudieran esperar mientras el Gobierno se dedica a conservar el poder, darles alas a quienes no piensan otra cosa que en separase del resto de España, imponernos prohibiciones cada vez más limitativas de los derechos y libertades del pueblo español, coartar sin contemplaciones derechos fundamentales como el derecho a la vida, con sus leyes abortivas, el derecho a la propiedad privada, especialmente en lo relativo a los bienes inmuebles, la incautación desvergonzada de los bienes patrimoniales de los ciudadanos mediante una aplicación abusiva y desproporcionada de los impuestos, sin que, desgraciadamente, los servicios públicos de municipios, autonomías y del propio Estado, den muestras de ir mejorando gracias a esta mayor carga fiscal impuesta por la Hacienda Pública, a todos los españoles.
No podemos menos de alzar nuestra más enérgica protesta ante la muestra de servilismo, entreguismo, vergonzante comportamiento y continuadas cesiones políticas y económicas de nuestro ejecutivo a aquellos partidos políticos, vascos y catalanes, que han encontrado en Sánchez la gallina de los huevos de oro que no deja de darles todas aquellas cosas que le piden los que, por otra parte, no hacen más que victimismo, chantaje, catastrofismo y desprecio hacia España y el resto de españoles como si, en realidad, fueran ellos los que cumplieran las normas constitucionales y no, como sucede en la realidad, los que de una manera descarada, desvergonzada y cerril, están empeñados en no cumplir ninguna ley del Estado, a la vez que ellos se permiten crear leyes que intentan desmentir lo que nuestra Constitución de 1978 ha venido disponiendo.
Mientras el ministro Bolaños y la separatista Vilagrá se reúnen para ver como el gobierno del Estado se disculpa, pide perdón y cede, una vez más, ante las exigencias separatistas, por las supuestas escuchas telefónicas del caso Pegasus y, lo peor de todo, la llamada desjudicialización del tema del intento separatista del año 2017. ¿Desjudicialización? Pero ¿de qué estamos hablando? El gobierno no puede hacer nada para que los tribunales de Justicia dejen de actuar, cuando hay presunción de delitos de por medio. Cuando se critica al PP por no dejar que se produzca el cambio de CGPJ se debería tener en cuenta que, el Gobierno, lo que intenta es poner a sus peones, en este caso jueces, al frente de las instituciones con la aviesa intención de acaparar todos los poderes del estado, dejando convertida en una filfa la famosa separación de Montesquieu. Ya se está intentando modificar lo que haga falta para librar a la señora Laura Borrás de acudir a un juicio que nada tiene que ver con su vertiente política y, si mucho, con sus supuestos chanchullos con dinero público y con las personas a las que se le facilitó. Nada puede evitar que el tribunal correspondiente vea el caso y lo juzgue, sea quien sea la persona a la que se está juzgando.
El intento vergonzoso de algunos periodistas del sector separatista de la panfletaria, La Vanguardia, parece que han decidido defenderla utilizando las más peregrinas excusas y los peores argumentos para hacerlo, sin conseguir otra cosa que reafirmarnos a todos en que, sean quienes sean sus dirigentes, la objetividad de la que han venido presumiendo durante tantos años, ha dejado de ser cierta para convertir a esa publicación en uno más de los medios propagandísticos del independentismo catalán y, en consecuencia, defensores del actual gobierno de la nación, sabedores de que, si el señor Sánchez dejara el poder, iban a tener serias dificultades para seguir consiguiendo los apoyos económicos de los que disponen ahora. Cuando leemos al señor Ignacio Sánchez Cuenca, al final de uno de sus extensos escritos, a modo de colofón, la siguiente opinión: “Hoy la política se ha degradado tanto que a muchos les parece un ultraje que haya una mesa de negociación entre los gobiernos de España y Cataluña( a pesar de que en este caso no hay violencia de por medio (¡nada más faltaría que la hubiera!) Se mire como se mire se trata de una regresión democrática”, nos hacemos cruces de que haya quien todavía sigue en plena Babia.
El mismo se retrata porque, y esto parece haberse constituido en una costumbre entre nuestro gobierno y el de la autonomía catalana, la de ponerse ambos al mismo nivel. Se habla de la nación española y la nación catalana. Hasta el señor Sánchez se metió en un jardín al hablar de que España y Euskadi eran “dos naciones libres” ¿ En qué estaría pensando? Pero el mismo señor Bolaños no se corta al hablar del “gobierno español y el gobierno catalán”Se nota que hay instrucciones encaminadas a satisfacer a los nacionalismos separatistas, de utilizar términos que les hagan tener la ilusión de que están negociando al mismo nivel que si se tratara de dos países distintos y no, como esen la realidad, el caso que nos ocupa: el representante del gobierno de la nación, que tiene una entrevista con una consejera del gobierno autonómico de Cataluña.
Aquí, señor Sánchez Cuenca, no hay más degradación democrática que la que tiene el gobierno central de la nación española al consentir que, una mera autonomía, mantenga en vilo a toda la nación española ¿De qué puñetera democracia me está usted hablando? Se equivoca cuando habla de que España ha ido perdiendo el espíritu incluyente de la época de la transición. Ha sido precisamente todo lo contrario. Lo que se les dio a las autonomías era algo que ninguna de ellas había pensado poder conseguir nunca, pero los legisladores de la Constitución de 1978 pecaron de optimistas y pensaron que, con aquellas concesiones, se habrían acabado las disputas entre las distintas regiones españolas. Grave y craso error. Cuando a unos fanáticos se les otorga lo que piden, ya se sabe que no van a quedar contentos y volverán a la carga para conseguir más derechos y beneficios de aquellos que les dieron la oportunidad de crecer en sus ambiciones políticas.
Algunos de ustedes tienen el hándicap de haber estudiado en escuelas catalanas, en manos de los progresistas catalanes y, la historia que les han contado, deja mucho que desear en cuanto a verosimilitud y certeza, si la comparamos con la que confirman los hechos reales de aquella época.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos como todo el panorama que se nos pinta respecto a las dos España que, por desgracia, se han vuelto a crear en virtud de la acción política de una izquierda totalitaria, que no se siente capaz de gobernar el país si no es intentando anular por completo a la oposición de centro y derechas; utilizando, para ello, el cinturón sanitario, el desprecio, la descalificación y, por si fuera poco, el intento de socavamiento de la Constitución, para adaptarla a sus fines totalitarios,como medio para intentar un golpe de Estado, por medios pacíficos, antes de las próximas elecciones legislativas, anulando la acción en las Cortes de la minoría opositora.
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