Soy de los que estudiaron de pequeños Enseñanza primaria, todavía no se había puesto en práctica las leyes posteriores como la EGB y las siguientes, pero desde muy pequeño me enseñaron que la mentira era intrínsecamente malvada y que el demonio era el padre de ella. Después mis estudios, sobre los históricos, me han desvelado que la mentira es el arma más potente que poseen ciertas formaciones políticas e ideológicas para engatusar y confundir a los ciudadanos. El pérfido y malévolo Joseph Paul Goebbels, el temido ministro de propaganda del Reich, adoctrinaba a sus seguidores con la máxima “una mentira repetida mil veces” se convierte en verdad. Entre los psicólogos esto se conoce como el efecto de la «ilusión de verdad», y tiene una enorme eficacia en el mundo de la propaganda. Es un arma poderosísima que utilizan los políticos faltos de escrúpulos para embaucar a la plebe, sin criterio, ni capacidad para discernir, con el fin de conseguir su voto que los lleve al poder. En España, hasta cierto punto, está ocurriendo lo contrario ya que lo que estamos comprobando es que una verdad repetida mil veces se escucha con incredulidad, y se termina calificando como falsa. Es decir, el efecto de la «ilusión de falso». Ejemplos, de todas clases y colores, en ambos sentidos, podríamos exponer a manojitos por ello, como pensamos que cualquiera que lea este trabajo, lo puede asociar a todos y cada uno de los que buscan el poder utilizando engañifas y trampantojos, no recordaremos ninguno. Pero sí vamos a mencionar las distintas formas de manipular hechos históricos, para “llevar el agua a su molino” como se dice cuando alguien busca el provecho propio aunque perjudique a los demás. Son dos casos históricos y fácilmente verificables: La muerte de Federico García Lorca y el injustificado asesinato de Pedro Muñoz Seca, ambos andaluces, los dos, como mínimo, con la misma capacidad para crear bellas obras teatrales. Éste Murió asesinado por el bando republicano en una de las matanzas de Paracuellos. Se cuenta que su vis cómica la lució hasta el último momento de su existencia. Refirieron sus mismos asesinos que, cuando iban camino de Paracuellos, les dijo: “Me habéis quistado todas mis posesiones, lo habéis intentado con mi fe, pero hay una cosa que, por mucho que lo intentéis, me podréis arrebatar. Los milicianos, ávidos de arrebatarle lo que fuese, le preguntaron ¿Qué no te hemos quitado? Respondió con un humor inigualable: “El miedo que tengo porque sé que me vais a matar”. Anécdotas aparte, deseo que prestemos atención a que de este ilustre escritor que nos ha deleitado con sus obras humorísticas (¿Quién no ha disfrutado con “la Venganza de Don Mendo’) no se menciona absolutamente nada en ningún medio de comunicación, ni tertulias ni nada que se le parezca, mientras estamos ahítos de oír por doquier las excelencias de García Lorca. Esta es la Memoria democrática que propugnan los partidos de izquierdas. Acordarse solo de los que perecieron a manos de los sublevados y no mencionar absolutamente nada de los asesinados por las hordas izquierdistas que, por su desastrosa actuación, estaban llevando a España a la ruina y querían convertirla en un país satélite de la URSS, situación que motivó el alzamiento de los que no querían ver a nuestro País como un satélite más de la Rusia comunista.
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