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Camuflaje

Es primordial descubrir las técnicas de disimulo impertinentes
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 13 de septiembre de 2024, 10:10 h (CET)

Aún tratándose de su versión más comentada, las estrategias militares no son la única expresión de estas técnicas del disimulo. Vivimos muy ligados a las diferentes formas de mostrarnos de manera equívoca, con toda clase de matices e intensidades. Si unas veces las desarrollamos con plena voluntariedad, son evidentes los encubrimientos que se manifiestan al margen de las intenciones del protagonista. En semejante panorama es notable la enorme variedad de REPERCUSIONES derivadas. Cobran especial relevancia las desencadenadas en torno a conductas manipuladoras, sometidas a las extralimitaciones de gente sin escrúpulos. Tampoco conviene desdeñar aquellos camuflajes de los que ni siquiera nos damos cuenta.


Estamos ante un fenómeno de lo más natural, la misma complejidad constitutiva de los seres vivos favorece sus expresiones. Percibimos el resultado final, quedando disimulados los numerosos factores previos que participaron en su configuración. Influirá poderosamente hacia donde dirijamos la atención y la envergadura de los conocimientos activados. Esta estructura de las condiciones biológicas provoca una suerte de camuflaje ESPONTÁNEO, sometido a un sinfín de variaciones expresivas; quizá comparable a la imagen del iceberg, puesto que apenas detectamos una pequeña muestra de cuanto acontece. Afirmar lo contrario viene a demostrar el arrastre de una amplia cuota de ignorancia.


Nadie se libra de una cierta cuota de confusión a la hora de las percepciones. Sin salir de uno mismo, lo que uno percibe no siempre se corresponde con la realidad, tanto en lo referente a sus sensaciones íntimas corporales, como a las peripecias psíquicas en las diferentes situaciones. Y no se trata de simples errores sensitivos, las actitudes sobrepasan con frecuencia las vivencias propias y reales, tratando de presentarlas de manera TENDENCIOSA, a sabiendas de las tergiversaciones orquestadas por quién sabe qué intenciones o elucubraciones. La imprecisión suele ser la regla y, en consecuencia, el intento de racionalizar dichos comportamientos tropieza con numerosas inexactitudes.


Me interesa recalcar esa capacidad de modificar la apariencia de las cosas cuando provoca una distorsión grave de lo que entendemos como persona, con toda su diversidad de matices y peculiaridades. Estamos en una época francamente peligrosa en ese sentido, son muchos los factores que apuntan en esa dirección deformante de la persona. Los TECNICISMOS propenden a esa influencia. Las cifras y los instrumentos complicados tienden a dominar las conductas en las diferentes profesiones. En la economía es muy manifiesto, pero sucede en otros terrenos, medicina, enseñanza y un largo etcétera. Las personas suelen quedar desdibujadas detrás de estos artilugios.


Las virtudes propagandísticas, como todo en la vida, convertidas en grandes baluartes, se transforman en verdaderos atropellos alejados del buen sentido. Importa poco el buen sentido de los contenidos sacados a colación. Desdeñamos la calidad de los argumentos expuestos y adquieren protagonismo el cómo se exponen las cosas, cuando se habla de ellas, haciendo especial énfasis en la repetición apabullante de las manifestaciones. La REITERACIÓN se convierte en la razón de peso para la consolidación de los criterios. Con estas actitudes generalizadas, si quedaba algún resquicio para la autenticidad, permanece obliterado por la enorme confluencia de aportaciones inconsistentes.


Otro matiz se añade como lastre a las manifestaciones habituales, en especial cuando se realizan a través de los medios de comunicación; las expresiones se multiplican de tal manera, que pasan a convertirse en una aureola dinámica incontenible. Dicha extensión no conoce límites, adquiere tintes de una globalidad operativa. El deslizamiento hacia los aspectos generales, provoca la desaparición de los VÍNCULOS particulares. Por consiguiente, las características individuales se convierten en entes desconocidos; la participación en los sucesivos eventos no lleva aparejada la implicación personal. Las consecuencias se centran de manera primordial en la ausencia de responsabilidades.


Si los comportamientos grupales favorecen muchas influencias venturosas, no cabe duda tampoco de su evidente ambigüedad; con frecuencia se desatan también sus influencias maliciosas, con toda una gradación de perversidades. Abarcan desde las verdaderas familias con la empatía entrañable a las dedicadas a presiones impresentables cercanas al carácter mafioso. Hablamos de CLANES en activo, con toda la diversidad de sus actuaciones en alza. Su exposición de cara al conjunto de la sociedad propicia muchas actitudes de camuflaje para mantener el sentido de un grupo unitario. Las buenas intenciones o la perfidia de sus intereses compiten a la hora de establecer las relaciones sociales.


Aunque se hable mucho de transparencia en las actividades sociales, para el ciudadano común resultan muy evidentes los ocultamientos a los que permanece sometido desde diversos ángulos. Las presiones ambientales parecen orientadas a la inducción del hombre en serie, de las personas aferradas a las consignas colectivas; se aprecia en los diversos ámbitos, con especial relevancia en los sectores del ocio, económicos o políticos. Esa UNIFORMIDAD de los comportamientos falsea los impulsos e iniciativas particulares; con especial énfasis en el ocultamiento de las personalidades implicadas. La imagen ofrecida no anula la realidad latente y se convierte en un potente elemento de distorsión.


Las voluntades son determinantes a la hora de posicionarse en la sociedad. Sin embargo, proliferan las prácticas conducentes a la anulación de las mismas y a la confusión de los propios protagonistas. El amplio campo relacionado con los distintos tipos de drogas, pero también el tan extendido sector de las informaciones incompletas o claramente falsificadas, contribuyen a dejar en la sombra aquellas supuestas voluntades. Las ADICCIONES van más allá de los productos químicos, los memes ejercen como mensajes tendenciosos, como la misma marabunta de informaciones sin ningún análisis pertinente. Se oculta así el verdadero entramado de los pensamientos individuales.

En la esfera pública confluyen toda clase de intereses y componendas, la BATALLA es permanente y no tiene visos de modificar sus inquietantes actitudes. La mera idea de identificar la calidad de cada intervención, supone una de las dificultades principales, casi insalvable; apenas permite aproximaciones. Por lo tanto, exige una atención permanente con la inteligencia despierta.


Ante las dificultades evidentes, cada persona en su taller mental encuentra notables limitaciones. La tentación acomodaticia es una de las vías conducentes a la complicidad con las fuerzas escondidas. Cuando los impulsos particulares flaquean se produce un peligroso suicidio PRESENCIAL; contribuye de manera rotunda a la confusión general de una sociedad manipulada.

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