Debido a la situación actual, es bastante habitual que tras varios años de convivencia o de matrimonio, las parejas se separen, lo cual supone un proceso costoso tanto a nivel económico como emocional. Es duro y complicado decir adiós a alguien a quien has querido y con quien has compartido tantos momentos importantes, pero lo es aún más cuando tienes algo en común de lo que jamás podrás desprenderte: los hijos.
Cuando dos personas toman la decisión de transformarse en padres y lo hacen, algo cambia para siempre. Ya nada será como antes porque aparecerán muchos miedos e inseguridades ante la existencia y la presencia de un nuevo ser humano y que, debido a su corta edad, será totalmente dependiente. En el mismo momento en el que nace también se adquiere un nuevo rol que es el de padre o madre y el cual, jamás nadie podrá quitártelo.
Y cuando se produce una ruptura en parejas que tienen un hijo en común hay que tener cierta templanza para no dejarse llevar por la rabia y el dolor de hacer daño al otro progenitor usando el papel de los hijos. Durante los primeros años resultará complicado dejar a un lado los sentimientos y emplear la cabeza pero más difícil puede resultar compatibilizar una nueva vida con la anterior, es decir, tener un hijo y rehacer la vida porque no todo el mundo está dispuesto a pasar por ese trance ya que, las personas hoy parece que quieren retos fáciles. Mucha gente no da opción a ir un paso más adelante en cuanto conocen la noticia de la existencia de los hijos.
Por eso, cuando una de las partes no tiene descendencia pero el otro sí, hay que saber ponerse en el lugar de la otra persona y entender que no será una relación como las demás y que de nada valdrá compararse con lo “tradicional” porque los tiempos y los momentos los marcará la parte que tiene hijos. Uno tendrá más tiempo que otro a nivel de responsabilidades y eso es algo que hay que entender desde los inicios porque uno no sólo está con el padre o la madre, sino también de vez en cuando, con sus hijos en el caso de que la cosa pueda ir en serio. Y es que hoy en día, nos encontramos con muchas parejas formadas por hijos que no son de ambos o por uno, de una parte y otro de ambos, y hay que saber gestionar esta situación de la mejor manera posible. También puede darse el caso de que la parte que no tiene hijos pueda agobiarse por la falta de paciencia o la existencia de planes infantiles y por no poder proponer planes de última hora como hacen las parejas sin hijos.
Pero lo cierto, es que salir con alguien que tiene hijos es saber que las cosas pueden cambiar en el último momento, que su hijo será lo primero y su prioridad, que si aparecen los celos hay que pararse a pensar en que hemos aceptado a nuestra pareja en su conjunto, es decir, a ella o él y a sus hijos y que tendremos que resolver no sólo los problemas que puedan surgir durante la relación sino también los que aparezcan del trato relacionado con los hijos. Y que si en el caso de que la custodia sea compartida o completa, la persona a la que queremos tendrá que tener contacto con su ex y eso puede suponer, en algunas ocasiones, desestabilizar la relación y darse fluctuaciones en el estado de ánimo, que acabará influyendo en otras esferas.
Por lo tanto, estar con alguien que tiene hijos puede funcionar siempre y cuando tengamos la madurez suficiente y la empatía para entender muchas de las cosas que sucederán a lo largo de la relación. Es por eso, por lo que hay que ser sincero con la situación y exponer en todo momento como uno se puede sentir según en qué situaciones porque en el caso de que la cosa no vaya fluyendo no sólo se haría daño a la pareja sino también a sus hijos que han ido creciendo en todo ese mismo tiempo. Cuando queremos a alguien tenemos que hacerlo al completo, con sus defectos y virtudes, con sus miedos y sueños, con sus fracasos y éxitos, con su presente y su pasado pero sobre todo, aceptar que si tiene hijos también tendremos que incorporarlos al día a día y eso no supone mantenerlos, sino disfrutar de forma más visible de cómo el tiempo avanza para todos. Aprenderemos a valorar más las cosas, los momentos y sobre todo, la importancia del cariño en todo lo que hacemos.
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