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PSOE, Sindicatos y estudiantes, un cóctel de cinismo nefasto

Lo que podría resultar algo anecdótico en tiempos de estabilidad económica, financiera y social, puede resultar tan peligroso
Miguel Massanet
viernes, 2 de marzo de 2012, 08:19 h (CET)
Existe una máxima de Confucio que, a muchos, les debiera de ser muy útil para reflexionar sobre determinados comportamientos que, desgraciadamente, parece que se estén poniendo de moda en nuestro país. Decía el Maestro Kong ( traducción literal de Confucio en chino), que “aprender sin pensar es inútil, pensar sin aprender es peligroso”, un pensamiento que sería aplicable, con toda propiedad, a todos estos que han decidido convertir España en un campo de Agramante, precisamente en el momento más inoportuno, en las circunstancias menos apropiadas, situación más precaria y entorno menos propicio. En efecto, parece que se está produciendo una verdadera alianza entre el principal partido de la oposición, el PSOE, los dos sindicatos mayoritarios, CC.OO y UGT y los estudiantes que, tradicionalmente, tanto se apuntan a un fregado como a un barrido con tal de dar rienda suelta a lo que les piden sus hormonas revolucionadas y, de paso, dejar de asistir a clase, algo que siempre resulta, a mucha de nuestra juventud, una opción a la que les resulta difícil resistirse. Hay que decir que, en esta ocasión, ha influido de una manera decisiva la politización de sus profesores, que han decidido compartir con sus alumnos las protestas, o los han inducido a ellas. Es posible que, luego, se quejen del poco respeto que, el alumnado, les tiene y de la falta de disciplina en las aulas. ¡Quien siembra truenos recoge tempestades!

Lo que podría resultar algo anecdótico en tiempos de estabilidad económica, financiera y social, puede resultar tan peligroso como el ponerle la espoleta a un proyectil, en tiempos de descontento social, en un país con 5’5 millones de parados en el que existen pocas posibilidades de una rápida recuperación. Se producen dos aspectos, especialmente preocupantes, en toda es movida callejera iniciada, como siempre, por estudiantes pero que, detrás, tienen a unos Sindicatos necesitados de recobrar el prestigio que perdieron durante las dos legislaturas de PSOE, en las que estuvieron “desaparecidos” de la lucha sindical, salvo en una ocasión en que acordaron, previo recibir una subvención de 30 millones de euros, hacer un “simulacro” de huelga general; con tan poca vista y discreción que pronto todos se dieron cuenta del arreglo.  El primero y más evidente, se deriva del mal perder del PSOE que, después de haber contribuido en un 80% al deterioro de España y a su desprestigio internacional, se extraña de que, aquellos que un día les otorgaran su confianza, hayan decidido enviarlos a la oposición, por lo menos por 4 años más. Esta circunstancia ha movido al señor P.Rubalcaba a buscar resarcirse del mal trago, apelando a soliviantar las calles, atacar sin piedad al nuevo gobierno y, a la vez, intentar crear un mal ambiente en la nación, que trascienda de nuestras fronteras para perjudicar, aún más, la deplorable imagen que ZP y los socialistas consiguieron dejar en las cancillerías europeas de España.

El segundo, el peligro que representa que, el principal partido de la oposición, se lance a la calle, se excluya de la oposición directa al gobierno en el lugar donde le corresponde hacerlo, en las Cortes, y se alíe con la izquierda más extremista, dirigida por “iluminados” como el señor Cayo Lara, que es incapaz de formular una propuesta alternativa a la política del señor Rajoy, que pueda sostenerse mínimamente ya que, sus únicas ideas “salvadoras” consisten en repetir, como un loro, los trasnochados, principios económicos consistentes en aplicar la economía dirigida por el Estado y la nacionalización de los bancos y cajas. Vamos, algo así como lo que hicieron los soviéticos en su casa y en las naciones de detrás del Telón de Acero, hasta que todo el tinglado se desplomó, a la vez que el famoso muro fue derribado. Esta deriva hacia el izquierdismo radical, como ya se va notando en algunas manifestaciones de sus más “distinguidos” representantes; como ha ocurrido en  las recientes manifestaciones estudiantiles, donde, recordando el ambiente existente en los meses anteriores a la Guerra Civil, los estudiantes de izquierdas “retaban” a los de derechas con los siguientes eslóganes:“dónde están, no se ven, los niñatos del PP. ¿Qué ocurrirás si, recogiendo el desafío, los jóvenes del PP, los que no ocupan las calles y prefieren emplear el tiempo en estudiar, decidieran responder a las provocaciones. Pues así se inician todas las confrontaciones importantes en un país, cuando del ejercicio de la democracia con sus cauces legales y el respeto a las instituciones, se pasa a la provocación, el insulto, la agresión a las fuerzas del orden y a la destrucción de los bienes públicos y privados.

Estos estudiantes, que durante las dos legislaturas anteriores, no se manifestaron apenas, porque el gobierno era de izquierdas y no protestaron por el hecho de que, en España, llegáramos a los 5’5 millones de parados; suponemos que porque les importaba un ardite. Estos mismos estudiantes, de los que un 30% abandona su carrera antes de terminarla y que esto le cuesta al Estado la friolera de más de 4.000 millones de euros; resulta que ahora salen a la calle “en defensa de las Universidades” y de la “enseñanza”, cuando se da el caso de que hace tiempo que no existe ninguna de nuestras universidades dentro de las 100 primeras mejores universidades del mundo ni, tampoco, entre las 150, lo que confirma el hecho evidente de que, en España, la enseñanza, a diferencia de lo que ocurría en épocas anteriores, está por los suelos y lo que haría falta sería reestructurarla, eliminando viejos privilegios, controlando sus gastos, limpiando de profesores que delegan en otros la enseñanza de sus cátedras, y poniendo fin a la actividad política en la docencia de profesores y activistas, dentro  de los centros universitarios donde debiera de estar prohibida absolutamente.

Las últimas manifestaciones de Barcelona y Valencia han aclarado que no son pacíficas, como nos querían hacer creer ni exentas de violencia, destrozos y agresiones, como han demostrado las fotografías que ¡por fin! han publicado los medios de comunicación.Sólo el periódico de los socialistas, El País, ha insistido en la deformación de los hechos, con una fotografía, ad hoc, evidentemente preparada, en la que aparecen unos jóvenes a los que la policía acosa con sus porras. La evidencia de que dirigen el cotarro activistas experimentados, estrategas de las algaradas callejeras, como se ha demostrado en la diversificación de puntos conflictivos y que  están protegidos por grupos de abogados expertos en la materia, elimina la sola consideración de que se trate de una manifestación pacífica de jóvenes estudiantes reclamando sus derechos.

Los Sindicatos, por su parte, han entrado en la fase de calentar a sus afiliados y obreros, intentando que se olviden de la poca consideración que tuvieron con ellos cuando pasaron al desempleo y de la plena adhesión al anterior gobierno mientras éste les ponía la mordaza en la boca a base de millones de subvenciones de los que, por cierto, ninguno se ha dedicado a solventar los problemas de las familias en apuros. Más bien, como ha ocurrido en Andalucía, parece que las izquierdas han preferido embolsarse las partidas destinadas a pagar a los trabajadores de los ERES, seguramente pensando en esto de que  “la caridad empieza por uno mismo” Ahora, junto al PSOE, parece que han recobrado su espíritu del año 1934, y vuelven a ser aquellos sindicatos del señor Largo Caballero, dispuestos a obstaculizar todos los intentos del nuevo Ejecutivo por sacarnos de la crisis, en la que, esta izquierda revolucionaria, nos ha metido. Junten, a todo esto, al señor Rubalcaba y ya tienen el cóctel perfecto para llevar a España y a los españoles a la más absoluta ruina. ¡Y todo esto, señores, lo están viendo en Europa, aquella que nos ha de ayudar! Mal lo vemos, señores, si así empezamos...

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