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Manuel Rebollar Barro
Manuel Rebollar Barro es, entre otras muchas cosas, ecijano (Sevilla, España), acuario, varón, caucásico, monocéfalo, bípedo,… y de ninguna de las cosas se siente orgulloso porque no ha tenido nada que ver en ello. Por otro lado, sí es responsable de buscar su voz, una voz que nos pertenece a todos y que solo pretende analizar la realidad desde las cuatro paredes de un instituto de secundaria y extrapolarla, porque, de un modo u otro, todos seguimos en clase. |
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Seguramente ya no lo recordarás, el tiempo es lo que tiene, que filtra a su antojo lo que hicimos y lo viste de sensatez para poder permanecer tranquilo mientras criticas cómo los jóvenes hacen lo que hacen y afirmas que, en tu época, todo eso era impensable. Y sabes que mientes o, que al menos, no dices toda la verdad.
“No veáis a Broncano, es un rojo” fue el mensaje que recibió mi hija en su móvil durante la última noche del año dentro de un grupo de adolescentes en el que se encuentra inmersa. ¡Un rojo! Ostras, tú, qué facilidad para etiquetar, qué manera tan evidente de mostrar cómo las ideas calan mucho más rápido cuando se simplifica el mensaje aprovechando léxico connotativo del pasado para radicalizar el presente.
En Écija, mi pueblo, se ha adelantado este año la tradicional cabalgata de Reyes al día 4. Y no ha sido un hecho aislado. Otras localidades y ciudades españolas han hecho lo propio, justificando a los niños esta decisión, no por la lluvia y el viento extremo que la AEMET ha anunciado con precisión, sino por la necesidad de los magos de Oriente de tener algo más de tiempo dado que la población mundial en los últimos 80 años se ha multiplicado y no pueden llegar a todos los municipios en tiempo y hora.
No quise ver el documental sobre los últimos días de la vida de Pau Donés, 'Eso que tú me das', cuando lo emitieron en 2021 por temor a experimentar sentimientos encontrados. En su momento recibió muchas críticas positivas que hablaban del buen morir y de los magníficos consejos dados en un momento tan esencial como es el de encontrarte a las puertas de la muerte, con fecha de caducidad, y afrontarla con esa manera tan positiva de marcharse.
Don Francisco era el nombre de mi profesor de latín, y así lo llamábamos, con todo el empaque y la importancia que tenía por aquel entonces el tratamiento de don. Era el padre de un compañero mío y él, claro está, no lo llamaba así –papá–, al igual que su esposa –Paco–, sus compañeros de profesión –Francisco–, o sus familiares y amigos más directos –Francis, Fran o Curro–, dependiendo del momento y el lugar de sus vidas donde se hubieran conocido.
La vida, al menos la de siempre, se rige por temporadas y los humanos, al menos los de siempre, se ajustan a ellas y aprovechan lo que la lógica universal del planeta proporciona para avanzar, con esfuerzo, al ritmo cósmico que debería marcar la evolución. ¿Época de setas?: setas. ¿Época de fresas?: fresas. ¿Época de exámenes?: exámenes.
Siempre que vemos a alguien agobiado, pretendemos dar con la palabra precisa que le haga sentir bien, una especie de “abracadabra” que espante todos sus males, errando por completo la estrategia porque, si bien el lenguaje es el arma más poderosa que tenemos, en ocasiones es su ausencia y nuestra presencia la que proporciona la calma.
Este fin de semana, mi hija adolescente ha escrito emocionada una tarjeta navideña a una amiga. Y yo estoy encantado. Sé que puede parecer una tontería, pero es que, desde que recibió el móvil hace dos años, ha abandonado todo lo que tiene que ver con la escritura de puño y letra y se ha dejado llevar, desgraciadamente, por la corriente que impera en la actualidad.
Ayer debería ser hoy. Hoy debería ser mañana. Y pasado. Y el 28 de febrero, por decir una fecha al azar. Si solo ayer es ayer, la reivindicación se queda simplemente en una llamada de atención, en un grito aislado que se agita en pos de que cese la violencia de género, pero que no avanza. Ayer debería ser siempre y que la voz fuera un alarido que recorriera todas las estancias establecidas para derribarlas y comenzar de nuevo desde la equidad cada día.
El profe me tiene manía. Cuando dices eso, el mundo empieza a torcerse. Ahí está el germen de todo lo que viene después. Y si tus padres lo toleran y aceptan esa visión de los hechos, ya te habrán convertido en un narrador excepcional de tu propia vida y tendrás lectores que te seguirán y que, más allá de la verosimilitud que esgrimas, aceptarán las causas de tus contratiempos sin ningún problema.
La cultura siempre aporta respuestas. Ante los resultados de las elecciones norteamericanas viene muy bien “Parábola china”. Este cuento de Herman Hesse narra la historia de Chung Lang, un anciano sabio al que se le escapa su mejor caballo.
Cuando en plena pandemia Donald Trump sugirió tratar el coronavirus inyectándose desinfectante y luz solar, me acordé de toda la fauna que conocí en el bar que mis padres tuvieron y donde me crie. Allí, como el expresidente de los EE.UU., los clientes sabían de todo, algo que, a mí, muchacho observador donde los hubiera, me fascinaba.
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