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Violeta Torrejón
Violeta Torrejón es sociologa, especialista en necesidades específicas del entorno de la salud y del trabajo en mujeres y hombres, también en coaching e inteligencia emocional. Ha trabajado realizando análisis de prensa y como documentalista. También en residencia de ancianos realizando talleres y seguimiento de la adaptación al centro. Cuenta con experiencia en el ámbito educativo en el que ha puesto en práctica todos sus conocimientos. |
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Todos a lo largo de nuestra vida conoceremos a diversas personas que tendrán un significado especial en nuestro corazón por aquello que nos aportaron, y a otras, por el contrario, las recordaremos de forma negativa por las experiencias que en su día vivimos. Y no podemos catalogar que unas fueran mejores y otras peores.
Vivimos en una sociedad en la que tenemos la obligación de actuar como lo hace el resto, de comer lo que prueban otros, de tener aficiones conforme al entorno al cual nos hemos desarrollado y sobre todo, a relacionarnos con personas afines a nuestros intereses y clase social
Es inevitable que durante el transcurso de la vida no nos sucedan acontecimientos que nos hagan preocuparnos por lo que nos está ocurriendo y por cómo influirá en el futuro o incluso en el mismo presente. Existen personas que son más propensas a disminuir los problemas y otras que los exageran, pero todo depende de la intensidad del problema y de la manera que tengamos de gestionar y proporcionar soluciones.
La sociedad, como hoy en día la conocemos, ha cambiado mucho con respecto a generaciones anteriores. Nada tienen que ver los inicios de una aventura amorosa que con el tiempo puede llegar a afianzarse con lo que ahora estamos viviendo. Y claro está, en todo este proceso mucho tiene que ver la tecnología y su manera de influir y modelar nuestra vida. Antes, todo era más cercano o más auténtico, mientras que ahora todo se ha convertido en rápido, entretenido y sustituible.
Estamos inmersos en una sociedad donde todo el tiempo tenemos que estar ocupados, con retos, con la búsqueda del cumplimiento de las expectativas…, es decir, tenemos que tener la mente y el cuerpo siempre activos porque es lo que se espera de nosotros, o más bien lo que la sociedad nos impone como seres que pertenecemos a esferas sociales.
Son muchos los días en los que nos levantamos con, lo que se suele decir, el pie torcido. Podemos mostrarnos enfadados, irritables o demasiado sensibles, y es que los seres humanos no somos tan estables como quisiéramos. Por lo general, existen factores que hacen que nos comportemos de un modo u otro o que, simplemente, un día, cuando nos despertemos, nos sintamos más decaídos con respecto a horas atrás. Todo influye, queramos o no.
Muchas veces suceden situaciones que nos hacen cuestionarnos todo nuestro mundo, entorno o proyecto vital. Es inevitable sentir miedo o incertidumbre ante los cambios, pero más complicado resulta cuando contamos con pocas personas de verdad a nuestro alrededor porque gente existe siempre, pero con la que contar, poca.
La vida es una acumulación de años que se van sucediendo uno tras otro y en ese espacio de tiempo experimentaremos una gran diversidad de situaciones que nos valdrán para ir madurando y aprendiendo, muchas de las veces sin querer, pero será más tarde cuando nos podamos dar cuenta de ello.
En toda relación humana existen las discusiones, los problemas y situaciones complejas en las que alguna de las partes tiene menos paciencia o aguante y acaba expresando sus emociones de forma, a veces, un poco abrupta. Y es que las palabras, según el tono y de quién procedan, así duelen más o menos, y cuando se trata de alguien cercano o íntimo el resultado es obviamente, intenso o decepcionante.
Si nos preguntaran a cada uno de nosotros sobre el valor o la importancia que el amor ha tenido en nuestras vidas, probablemente no tengamos que pensar demasiado porque nos vendrán a la memoria aquellas personas que han marcado nuestro mundo en algún momento determinado.
Cuando forjamos una amistad con alguien lo que hacemos es generar una confianza que no encontramos en los demás. Poder abrirnos realmente y expresar cómo nos sentimos es, a día de hoy, un privilegio. Y será a esa persona a la que le contemos de verdad las cosas que nos suceden en el día, nuestras preocupaciones, nuestros miedos, nuestras rupturas o incluso, nuestros desagrados.
Se acabaron las vacaciones y con ellas la libertad, las distracciones y sobre todo, la ilusión. Ahora comienza la rutina, los hábitos y las costumbres. Se debe volver a la vida en su máxima expresión. Lo primero que debemos hacer es organizarnos tiempo antes, es ir poco a poco, es no pensar precipitadamente en todo lo que viene, en el escaso tiempo que tenemos, en cómo se harán las cosas…
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