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Hacer una llamada a la serenidad, al sentido común y a la honestidad intelectual de los dirigentes políticos actuales, resulta obligado en estos difíciles momentos por los que estamos atravesando la sociedad española y especialmente ante el reto de poder pronunciarnos libre y democráticamente en las próximas elecciones municipales y autonómicas.
Con toda esta diatriba insulsa, generada tras el simple comentario de un posible protocolo “protector de la mujer”, antes de dar un paso decisivo en su vida, se pone de manifiesto lo peor que llega a existir en política, el desprecio a una información objetiva a toda mujer que ha tomado la determinación de abortar.
La premisa en la que se apoyan los abortistas para justificar el horrendo crimen que es la privación de vida a la criatura más indefensa y desamparada que existe, o sea, el feto, es que la mujer tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo. Esto es una enorme falacia sin fundamento, ni razón que lo justifique.
Palabras del señor Feijóo. “No acepto lecciones de la izquierda, en Castilla y León, defendemos a la mujer, garantizamos todos sus derechos y protegemos su libertad para elegir”. La Sanidad Pública, en caso de actuaciones con posible riesgo personal y por el derecho que tiene el paciente a conocer con claridad cualquier actuación sobre su cuerpo, mantiene un protocolo, consistente en una documento explicativo y aclaratorio que debe firmar el paciente.
Crímenes, asesinatos y genocidios se han cometido a lo largo de la Historia de la Humanidad sin cuento. No prestaremos atención a los llevados a cabo en tiempos pretéritos. No nos fijaremos en las destrucciones de pueblos y tribus perpetradas por pueblos conquistadores. Sí hablaremos de algunos de los ejecutados en tiempos modernos.
Hoy he amanecido muy frustrado al conocer que el Consejo de Ministros de ayer (30-08-2022) había aprobado el “Anteproyecto de ley de reforma de la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo”. Cogí a mi perrita Canela y, pensativo, fui a pasear con ella por mi Getafe de parques sucios, aceras abandonadas y cientos de trabajadores incapaces de dar alegría ambiental al pueblo que les ofrece trabajo.
Exigen que la empresa impida la publicación de anuncios que, de manera engañosa, dirigen a las usuarias a los llamados centros de embarazo en crisis. “Sistemas como Google, que saben todo de ti, ahora pueden usarse en tu contra”.
Tras la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos de revocar el fallo del caso “Roe contra Wade”, que garantizaba el derecho al aborto en todo el territorio estadounidense, una ola de injusticia se está propagando por todo el país. En varios estados se están implementando las llamadas “leyes de activación”, que fueron escritas con el propósito de que entraran en vigor inmediatamente después de la anulación del fallo del caso Roe contra Wade.
Que la civilización occidental camina hacia su destrucción, es un axioma, y como tal, no necesita demostración. Sólo basta comprobar las edades de los países más significativos, para comprobar que estamos en vías de que el número de defunciones supere al de nacimientos.
La Corte Suprema de Estados Unidos ha revocado el histórico fallo del caso “Roe contra Wade” de 1973 que garantizó el derecho al aborto en todo el país durante medio siglo. El fallo del caso “Dobbs contra Jackson Women’s Health Organization” es devastador por sí mismo, pero también presagia cómo la actual mayoría conservadora del máximo tribunal estadounidense, conformada por jueces de extrema derecha, podría echar por la borda más de cien años de avances progresistas.
La semana pasada tuvo, para mí, dos buenas noticias: 1) La publicación en Estados Unidos de la discutida sentencia que declara que no existe el derecho al aborto de forma general para todo el territorio, aunque cada una de las circunscripciones del país pueden establecer lo que, de acuerdo con sus electores, estimen oportuno y 2) la manifestación en Madrid en favor de la vida desde su concepción hasta su muerte natural.
El establishment del Estado español estaría formado por las élites financiera-empresarial,
A los que los años ya empiezan a suponer una carga complicada y limitativa de muchas de nuestras facultades, deberemos reconocer que, cada día que pasa, nos cuesta más entender el radical cambio que la sociedad, en general, no sólo en España, que quizá es donde mas cercano se nos presenta el cambio, sino en todo el resto del planeta, de unos años a esta parte, está experimentando en cuanto a los valores tradicionales.
Veamos primero qué significa la palabra derecho. Según el Diccionario panhispánico del español jurídico se denomina asíal derecho de una personao de un ciudadano, que emana de la dignidadhumana, del libre desarrollo de la personalidad y de otros valores. También, según el diccionario panhispánico de dudas es la posibilidad legal o moral de hacer algo.
La cuestión del aborto es polémica por muchas razones y motivos. Lo que ha sucedido en Estados Unidos estos días, con la anulación de la protección del derecho al aborto, por parte del Tribunal Supremo es entendible, si se piensa que la vida es un valor esencial para cualquiera y que está apoyado, de un modo inequívoco, en los Derechos Humanos.
Nadie me ha informado por qué el aborto, es un derecho y matar a un pequeño que sufre hambruna y padece todo tipo de enfermedades es un delito. Cuando se habla de derechos, se deben razonar, desde todos los puntos de vista, cada uno de ellos.
He de confesar que cada vez encuentro más dificultad para focalizar mi columna dominical en un tema específico. Nuestra realidad cotidiana es tan abundante y sorprendente en acontecimientos de naturaleza social, económica, política o incluso religiosa, que acertar en la que más puede ayudar a suscitar una reflexión en el lector, exige a veces un ejercicio de malabarismo intelectual.
Allá por los años 70 tuve la suerte de compartir amistad con dos personas excepcionales, desde el punto de vista humano, ético y religioso. Los dos tenían un mensaje común: “Las personas tienen la obligación de ser felices” y “La convivencia debe perseguir la felicidad en la sociedad”.
Por mucho que nos pudiéramos imaginar que era capaz de hacer, si se le permitía, esa ministra de Igualdad, un ministerio, como muchos de los otros, creado ad hoc para ella y para satisfacer las ansias de poder de los comunistas de Podemos, una señora, Irene Montero, de estas comunistas resabiadas e intransigentes que, a lo que pudiéramos calificar de pobreza intelectual, viene añadiendo una falta absoluta de sentimientos humanitarios.
Ayer insistía en un criterio, creo universal: la vida es el único concepto esencial y común. Los movimientos sociales, motores avanzados de la humanidad, siempre han tenido como meta alcanzar el respeto universal a la vida. Hoy, salvo en países dirigidos, mejor sería decir dominados, por ideologías fundamentalistas, la pena de muerte va siendo excluida.
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