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Se detectan claras señales de mejora en el horizonte en el sector de las hipotecas, a pesar de que los datos oficiales muestran que tanto las hipotecas como las compraventas tuvieron este año su peor desempeño desde marzo de 2020, año de la pandemia.
Dato de carácter mixto, el que hemos tenido en la inflación en España. En la parte negativa estaría el incremento de tres décimas frente al dato anterior, hasta el 3,6%. En la parte positiva, destacar que el mercado interpretaba que la lectura del IPC adelantado de mayo alcanzaría en 3,7%, por lo tanto ha sido algo mejor de lo esperado por el mercado. La razón de esta subida hay que buscarla sobre todo en el incremento de los carburantes y del precio de la electricidad.
El pasado mes de abril se filtró un documento de la Junta directiva del Banco Europeo de Inversiones (BEI) en el que se establece una propuesta de hoja de ruta de 2024 a 2027. Su contenido es bastante significativo de las prioridades desnaturalizadas de la inversión pública europea y del modo tan desafortunado con que se pretende financiar.
El IPC estadounidense de abril fue un poco más suave de lo esperado, y los inversores lo celebraron en todo el mundo, llevando a las bolsas a nuevos máximos históricos y vendiendo activos refugio como el dólar, que cayó frente a todas las divisas del G10 salvo el franco suizo.
En el contexto actual, aunque las expectativas sobre el euríbor apuntan a cierta variabilidad durante mayo, no esperamos que esto se traduzca en aumentos significativos de los tipos de interés, especialmente en las hipotecas sujetas a revisión este mes.
Cada vez parece más claro que las buenas noticias para los hipotecados llegarán a partir de junio, ya que junto con los recortes de tipos del BCE se producirá una caída significativa del Euríbor. La cuestión clave ahora es el ritmo de los recortes más allá de junio, que a su vez dependerán de los próximos datos, sobre todo los de inflación.
El Euríbor se encamina a cerrar el mes de abril alrededor del 3,73%, el nivel más alto desde mediados de diciembre y prácticamente sin cambios respecto al mes pasado. Aunque los inversores continúan confiando en que el primer recorte de tipos en Europa se produzca durante la reunión de junio, los recientes repuntes de inflación en Estados Unidos han despertado las dudas sobre la velocidad de los posteriores movimientos.
“El aumento de la inflación en abril es más modesto que el registrado hace un año, y se espera que para junio el Banco Central Europeo realice el primer recorte de tipos, motivado por el descenso de la inflación y el débil crecimiento económico en la Unión Europea, siendo este último punto el que más preocupa ahora mismo”, señala Javier Molina, analista senior de mercados para eToro.
El Banco Central Europeo (BCE) ha retrasado la primera bajada de tipos y todo apunta a que la intensidad de los recortes será menor de lo esperado. Las previsiones apuntan a que el regulador europeo podría aplicar tres o cuatro recortes de 25 puntos básicos, empezando en junio, durante lo que queda de año y otros tantos el año que viene, lo que situará la facilidad de depósito (ahora mismo en el 4%) cerca del 2%.
La realidad se impone en el mercado hipotecario. El euríbor a 12 meses, índice usado en España para calcular el interés de las hipotecas variables, ha cerrado marzo con un valor medio de en torno al 3,718%; ligeramente superior al de febrero (3,671%). Es su segundo aumento seguido en lo que va de año, tras los descensos que protagonizó a partir de noviembre de 2023 por las previsiones, demasiado optimistas, que apuntaban a una bajada de los tipos del Banco Central Europeo durante los primeros meses de 2024.
Esta semana no ha habido reunión del BCE, pero "la conferencia del BCE y sus observadores" nos ha dejado un montón de titulares que digerir. Destacamos algunos de ellos. En primer lugar, la presidenta del BCE, Lagarde, tratando de aclarar sus comentarios sobre "temporadas" y "fases" en la última conferencia de prensa, dio un mensaje claro. El BCE sigue dependiendo de los datos y necesita generar más confianza.
El Banco Central Europeo acaba de anunciar en un comunicado que va a modificar el marco operativo con el que lleva a cabo la política monetaria. Aunque, en realidad, no modifica casi nada porque mantiene lo esencial: frenos a la actividad económica para favorecer el aumento de los beneficios empresariales sin intervenir sobre las auténticas causas de la inflación, y el generoso regalo que viene haciendo a la banca al retribuir sus depósitos.
Una reunión sin decisiones, tal y como se esperaba. El Consejo de Gobierno del BCE decidió mantener sin cambios todos sus tipos de interés, manteniendo así su tipo de depósito en el 4% por cuarta reunión consecutiva. La decisión era ampliamente esperada por los participantes en el mercado y unánime, tal y como informó Christine Lagarde durante la rueda de prensa.
Los bancos centrales, a ambos lados del Atlántico, en buena medida, están actuando de manera coordinada en sus políticas monetarias, cuyo objetivo común es combatir a la inflación. No obstante, en esas actuaciones, ha sido la Reserva Federal quien ha llevado una cierta delantera, fruto de encontrarse su economía en un estado de ciclo más avanzado.
El Euríbor se encamina a cerrar el mes de enero en el 3,6%, ligeramente por encima del 3,51% con el que cerró en 2023. Aunque el índice de referencia para las hipotecas a tipo variable ha caído con fuerza desde el 4,22% alcanzado el pasado mes de septiembre, continúa en los niveles más altos desde 2008.
Mensaje breve pero muy en línea con lo esperado por parte del BCE, que mantiene tipos en el 4,5% y lanza un mensaje positivo, en la medida en la que reconoce los avances en la lucha contra la inflación, pero firme, en el sentido de que mantendrá los tipos altos durante el tiempo necesario para conseguir llegar a su objetivo, del 2%, allá por 2025.
El BCE se reúne este jueves para fijar el ritmo de su política monetaria por primera vez en 2024. Para decidirse, el BCE estará atento a la tasa de inflación y, en particular, al perfil de la tasa salarial. En efecto, esta última influye claramente en el perfil de los precios de los servicios, que es la partida del índice de precios a la que más le está costando desacelerarse significativamente.
El factor clave podría ser el ritmo de la relajación monetaria prevista. Todavía se desconoce cuándo se pondrá en marcha y su magnitud. En este arranque del mes de enero, la visión imperante en los mercados es que la Fed y el BCE podrían aplicar un recorte de los tipos de 25 puntos básicos a partir de finales del primer trimestre, seguido probablemente de otros cuatro o cinco recortes durante el año.
No esperábamos del BCE cambios de política ni modificaciones de las orientaciones escritas. Y eso es lo que hemos obtenido. También esperábamos un modesto retroceso en la valoración del mercado de un ciclo de recortes demasiado temprano y demasiado rápido. Y recibimos una respuesta más contundente, sobre todo tras la actuación moderada de la Reserva Federal el día anterior.
El BCE y el Banco de Inglaterra han continuado firmes, manteniendo un tono agresivo en sus últimas reuniones del año y resistiendo la tentación de seguir a la Reserva Federal en un giro pesimista. Una vez más, los bancos centrales europeos tardan en reaccionar. Hace dos años, retrasaron demasiado su lucha contra la alta inflación. Ahora, corren el riesgo de infligir el severo dolor de unos tipos restrictivos a sus economías, ya estancadas.
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