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Sirve de recordatorio de que Dios existe y que no lo ha instituido para que se dedique al ocio como se ha convertido.
En la misma se celebra la llegada del Espíritu Santo a los miembros de la Iglesia, refugiados y asustados tras la Ascensión de Jesús de Nazaret. Si indagamos en los catecismos de nuestra infancia podemos conocer bastante mejor al Espíritu Santo.
Se ha perdido en la noche de los tiempos, (ya han pasado más de cincuenta años), el día en que mi prójima-próxima y un servidor de ustedes, hicimos profesión de nuestro amor mutuo mediante la lectura de un párrafo del ritual que se sigue en las bodas de la Iglesia Católica.
La voz de alerta la ha dado Manuel Martínez Martínez, Doctor en historia y profesor de la Universidad de Almería, ciudad en la que nació en 1955. Permítanme decir al principio de este comentario, que cuando me desplacé a vivir a Barcelona, desde mi Puerto Real gaditano, con 22 años, mi conocimiento sobre la realidad gitana no iba más allá de la que yo vivía personalmente en el seno de mi familia.
Nuccio Ordine comienza su escrito Paz para el espíritu citando a Federico García Lorca: “No solo de pan vive el hombre. Si yo tuviera hambre, y estuviera desvalido en la calle, no pediría un pan, pediría medio pan y un libro”.
Los que acostumbramos a asistir a la misa dominical nos encontramos con la presencia de cientos de niños de alrededor de nueve años, que siguen con atención la misma acompañados por sus padres. El celebrante se esmera en hacerles la celebración más sencilla y adecuada a su edad. Lo cual nos viene muy bien a todos los demás. Hay que hacerse como niños para acercarse al Evangelio.
Desde el domingo de Resurrección hasta el domingo de Pentecostés son cincuenta días de gloria que al coincidir con la primavera propiciaban ferias y fiestas en tiempos que no sufríamos de ninguna pandemia y había más cristianos con fe.
Cada año al llegar la popular Semana Santa tenemos que refrescar la memoria para pensar de qué manera se tiene que celebrar el recuerdo del sacrificio expiatorio de Jesús para salvar al pueblo de Dios de sus pecados. Jesús estableció la manera de recordar se sacrificio durante la cena que compartió con sus discípulos la noche en que fue detenido, la víspera de su muerte en la cruz. La versión que da del evento el evangelio de Lucas, lo hace así: “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió, y les dio diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado, haced esto en memoria de mí. De igual manera, después de haber comido, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama” (Lucas 22: 19, 20).
El año pasado recibí una invitación un tanto desusada: el compromiso de rezar por un político. Contesté que lo haría y di el nombre del político que elegí. He tratado todos los días de incluir a tal persona en mis oraciones.
El Papa Francisco hizo referencia a estos mártires del siglo XXI: “Que el recuerdo de su sacrificio nos inspire para renovar nuestra confianza en la fuerza de la Cruz y de su mensaje de perdón, reconciliación y resurrección.” El Papa con su presencia física en un lugar sagrado donde el fanatismo religioso ha inflingido tanto dolor, ha querido recordar a toda la Iglesia universal que frente al odio y al daño que causa, solo cabe la confianza en la fuerza de la Cruz, aunque algunos estén empeñados en enterrarla o hacerla infructuosamente desaparecer.
Sólo es necesario ver el momento que tenían que darle su soporte. Él que les había curado sus enfermedades, limpiado a los leprosos, devuelto la vista a los ciegos, recuperado el oído a los sordos, alimentado a las multitudes, a la hora de la verdad, le devuelven los favores recibidos con: Crucifícale, crucifícale.
La pregunta que me ha movido a comentar el escrito de Josep Miró es: ¿Qué ha provocado el descredito que la Iglesia Católica tiene hoy? No es que el mundo pretenda asimilarla.
Ya nos encontremos en fase 1 o en fase 2, la Orden SND/399/2020 indica que se permite la asistencia a los lugares de culto cumpliendo y respetando una serie de condiciones y recomendaciones.
Es bastante evidente que hay determinados medios que ponen especial énfasis en centrar su atención en los abusos a menores en el ámbito de la Iglesia católica cuando lamentablemente se han producido y se producen también casos similares en otras organizaciones o instituciones civiles como han sido los casos de los cascos azules de la ONU que abusaron de niñas en la República Centroafricana en el 2016 o la de algunas ONG como Oxam que fueron “cazados” por una investigación de The Times en el 2011 o casos lacerantes también de agresiones sexuales en el ejército de los EEUU o incluso en el mundo del deporte o los más recientes de las estrellas del cine o de la televisión.No se trata pues de un problema específico de la Iglesia aunque la ausencia de estudios comparativos no nos permite conocer si el nivel de gravedad es inferior, igual o superior a otros ámbitos .
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