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En la madrugada del 7 de abril de 1956, se firmaba en Madrid la Declaración de Independencia de Marruecos y el 11 de febrero de 1957 tenía lugar la firma del convenio diplomático entre España y Marruecos, cuyo artículo 5 dice que "las misiones diplomáticas respectivas en Madrid y Rabat tendrán categoría de Embajada".
Desde que publiqué mis primeros libros de ciencia política y diplomacia hace varias décadas, siempre tuve la impresión de que intentar desbloquear nuestros contenciosos diplomáticos, el tema recurrente e irresuelto que no irresoluble de política exterior, se presentaba como tarea harto complicada, donde a la búsqueda de la deseable, necesaria armonía (hasta con h) se requiere compatibilizar la ortodoxia con la ‘realpotikik’. Y naturalmente, con el derecho.
El 29 de septiembre, la próxima ronda de conversaciones sobre el futuro político de Afganistán se llevará a cabo bajo el nombre de reunión en formato de Moscú en Kazán, Rusia. En esta reunión participarán representantes de Rusia, Irán, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán, China, India y Pakistán.
Una de las manifestaciones tradicionales de la insuficiente técnica en política exterior de Madrid, consiste en dejar deteriorarse determinadas cuestiones hasta extremos de muy difícil o al menos, complicada reconducción, cuya virtualidad constituye un dato antes que un subdato y no requiere exégesis profundas para su constatación.
Sin perjuicio de elaborar algo más adelante, con la política postelectoral ya asentada, mi balance 2023, en la serie sobre nuestros contenciosos y diferendos diplomáticos, sobre los seis, los contenciosos de Gibraltar, el Sáhara Occidental, y Ceuta y Melilla, y los diferendos de Las Salvajes, Olivenza y Perejil, procedería ahora una síntesis sobre el Sáhara.
Hace medio siglo, España, que figura a justo título como cofundadora del derecho internacional por varios conceptos, comenzando por el más relevante, la introducción del humanismo en el derecho de gentes; que fue primera potencia mundial, categoría sólo compartida con la posterior Inglaterra, así como el mayor imperio a escala planetaria, transitaba en el furgón de cola europeo, sin más comparsas que el vecino Portugal y Grecia, y si se quiere con la rota Irlanda.
Dejamos ahora para más adelante -hacia el otoño de este año electoral, y aunque la política exterior va a tener como es tradicional por estos pagos escasa entidad, en el pleno fragor de la contienda quizá la coyuntura permita margen para alguna que otra referencia a las controversias diplomáticas- el habitual balance sobre nuestros contenciosos y diferendos, que esta vez arroja un déficit asaz agravado.
El viernes 24, Dina Boluarte emitió un mensaje en la que anunció el retiro del embajador peruano en México, algo que se da a 2 meses de que el Perú expulsara al embajador mexicano en Lima, Pablo Monroy. Desde que en 1823, hace 200 años, se establecieron relaciones entre ambas naciones, siempre hubo una fluida interrelación diplomática. Esta es la primera vez que solamente habrá encargado de negocios en ambas partes.
He escrito numerosas páginas sobre la diplomacia secreta, sobre su teoría y práctica, en publicaciones clásicas o en otras menos publicitadas, acerca de esa institución fundamental y casi consustancial a la diplomacia que tanto fascinaba a Cambó, muerto a causa de una vacuna para la fiebre amarilla mal puesta, ahora que estamos en época de pandemias, uno de nuestros catalanes más cultos.
Hasta que España no resuelva o al menos encauce adecuadamente su en verdad harto complicado expediente de litigios territoriales, no volverá a ocupar el puesto que corresponde a la que fue primera potencia a escala planetaria y cofundadora del derecho internacional al más noble de los títulos, la introducción del humanismo en el derecho de gentes.
Si Napoleón hubiera hecho caso a Talleyrand probablemente no habría terminado en Santa Elena. Pero, naturalmente nuestros dirigentes, tanto de dentro como de fuera, no tienen tiempo para leer sobre cosas tan antiguas. Talleyrand, que era un maestro en el arte de la diplomacia, decía que había que tratar a los enemigos como a futuros amigos y a los amigos como a futuros enemigos.
Llevo tiempo citando dos axiomas míos, uno político y otro diplomático, que constituyen una diarquía básica en el accionar nacional: “A pesar de contar con unas credenciales impresionantes o quizá por eso mismo, España a veces parece tener más dificultades que otros países similares no ya para gestionar sino incluso para definir y hasta para identificar, para localizar el interés nacional”.
En el Ángelus del domingo, 6 de marzo, el papa Francisco informó que dos cardenales se encontraban en Ucrania para ser «la presencia no solo del Papa, sino de todo el pueblo cristiano que quiere acercarse y decir: “¡La guerra es una locura! ¡Deténganse, por favor! ¡Miren qué crueldad!”».
“Caminemos juntos y establezcamos ya un relación para el siglo XXI sobre pilares más justos y sólidos”, termina de proclamar Felipe VI en su alocución anual al cuerpo diplomático, al tiempo de enfatizar, junto al “ya”, la asimismo apremiante necesidad de contribuir a la consolidación de un espacio común euromediterráneo, en el norte de África, de paz y prosperidad.
Hasta que España no resuelva o al menos encauce adecuadamente su en verdad harto complicado expediente de litigios territoriales, no volverá a ocupar en el concierto de las naciones el lugar que corresponde a la que fue primera potencia a escala planetaria y cofundadora del derecho internacional al más noble de los títulos, la introducción del humanismo en el derecho de gentes.
El desafortunado episodio del No Summit Sánchez/Biden, que abochornaría en su inocultable comicidad no ya a la triada de maestros Metternich, Talleyrand, y Castlereagh -siguiendo a Rojas Pazlos menciono con frecuencia como modelos, por lo que se ve sin mucho éxito por estas latitudes- sino hasta el más probo y si se quiere semiprobo funcionario, amén de certificar de nuevo la discreta relevancia, la a veces levedad (Araceli Mangas escribe que “los fracasos exteriores de España son múltiples”) y todo lo que se quiera de la sufrida diplomacia hispánica.
La política exterior peruana no ha sido parte de ninguno de los 3 debates en el balotaje y tampoco durante la crisis que condujo a la salida del canciller Héctor Béjar. Ahora que el Presidente Pedro Castillo hace su primera gira oficial al exterior es indispensable hablar de ello, especialmente por que en el lugar donde él va a pasar la mayor parte de su tiempo es en EEUU.
El error de uno es la exageración en sus términos y formas. El otro hierra por su soberbia de “camisa y pañuelo” de señuelo elitista.
Ceuta es una realidad, mezcla de sentimientos enfrentados: uno, la españolidad histórica debilitada. Otro, el islamismo protegido y teledirigido desde Marruecos.
No fue un encuentro entre presidentes en los aledaños de la OTAN. Tan sólo fue una postiza conversación, sin respuestas por parte de Joe Biden en el trayecto hacia la foto de familia de la Cumbre de la Alianza Atlántica que tuvo lugar en Bélgica. De ello se han hecho eco los memes: cuentan las malas lenguas que, mientras Sánchez abordó a Biden y avanzó a su lado por el pasillo, durante 29 segundos, en el pinganillo de seguridad le indicaban los movimientos.
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