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Un consuelo es una esperanza, como la de Sísifo, como también de Penélope, entre otras (os) que, incesantemente lucharon y lucharon hasta lograr sus objetivos. De tal suerte, la esperanza, es lo último que se debe perder, porque sino, nuestra mente podría colapsar, desembocar en una obsesión.
Estas palabras de Jesús sirven para diagnosticar la salud o la enfermedad de la sociedad actual: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10: 27). Son el antídoto contra el virus del individualismo fomentado por el capitalismo.
Más o menos hace 25 años me acerqué con mi familia a Getafe. Acertamos, en principio, por la localización de la vivienda. Yo no he conseguido entrar en Getafe, mi familia, sin embargo, sí; ha aceptado sus costumbres, ha construido nuevas amistades, ha hecho suyos los problemas comunes del pueblo.
Con todo respeto al desarrollo de la IA, desde la ignorancia, sospecho que ciertos aspectos de la misma van probándose a través de los posibles mecanismos electorales y su influencia directa o indirecta en las voluntades de los gobernantes y en la de sus votantes.
Las atenciones en salud mental se han disparado desde la pandemia, también por conducta suicida. En el Hospital San Juan de Dios de Lleida, las desviaciones a Urgencias del Hospital Santa María por conductas suicidas en niños y adolescentes se han multiplicado por cuatro de promedio. Si antes de la covid se atendían entre uno y dos casos a la semana, ahora son entre uno y dos casos al día” (Redacción de Segre).
Sentí encontrarme en la antesala de ese lugar de fe, que llamamos cielo. Éramos cinco personas, la media de edad 77 años. El Hermano Rafael, San Rafael Arnaiz Barón, nos acompañó durante la misa con todos los Hermanos Trapenses... Una espiritualidad sencilla, silenciosa y llena de Dios, nos envolvió. La acogida fue lo más parecida a una familia.
Una vez finalizados mis estudios de Auxiliar de Psiquiatría, me he dado cuenta de que, o estamos todos locos, o intentamos dar pensamientos lógicos y científicamente probados a todo, por lo tanto, aquello que no sea analizado desde la perspectiva científica y respaldado por unos determinados estudios e investigaciones, no existe.
Todas las culturas han llevado dentro de su idiosincracia, así lo transmitieron, el espíritu de la “creencia” en el “ser” o “seres” superiores, que en cierto modo “controlaban” el devenir de las civilizaciones. Los diferentes pensadores clásicos, respetando su entorno, fueron añadiendo la “intelectualidad” a todo el proceso de desarrolló cívico-religioso.
La vida es como una danza, una historia que estructurar en cualquier género letrístico o de las artes de cultura. Todo en sana intención. El mejor regalo de todos los tiempos y amigo, además de ser la cultura, es un libro, ahí encontramos realidades de realidades infinitesimalmente hablando.
Una noticia que es intemporal y universal. Una noticia que cambió para siempre el curso de la historia y que, pese a los vaivenes de la vida y la inoperancia de muchos de sus transmisores, sigue llegando tan fresca y esperanzadora como el primer día. Llevo transmitiendo buenas noticias desde hace una veintena de años. Echando un vistazo a mi archivo descubro que cada Domingo de Resurrección acabo diciendo lo mismo.
Hace unos días lancé al aire la preocupación que muchas personas, con las que trato habitualmente, tienen por la situación de mantener las iglesias cerradas. Remití mi artículo, inclusive, al obispado de Getafe y algún que otro religioso y sacerdote amigo.
Sólo recibí el comentario de uno de ellos, muy breve y sorprendente.
Poco antes de morir Claudio Naranjo su hijo le preguntó: “¿Crees que la gente sabe que morirá? El padre le respondió: “Sí que lo saben, pero no lo sienten. Si lo sintiesen se convertirían en buenas personas”. El patriarca Jacob que sentía que la muerte acechaba en la esquina llamó a sus hijos para decirles: “Juntaos, y os declararé lo que ha de acontecer en los días venideros” (Génesis 49: 1).
Jesús, según el Credo de la Iglesia Católica, es la palabra de su Padre, bendecida por la acción del Espíritu Santo. El Misterio del mensaje de Jesús está envuelto en tres principios la fe, la esperanza y la caridad. La salvación, que trajo a este mundo Jesús, el Mesías, está descrita en la palabra, en sus Evangelios, en sus Santas Escrituras.
“Una de las cuestiones clave a las que nos tenemos que enfrentar es si nuestras vidas acaban después de la muerte. La creencia en la eternidad determina nuestros hechos. Por lo tanto, es crucial determinar qué hay de mortal en nosotros, qué hay de eterno, y que atesoremos la parte eterna. La mayoría de las personas hace todo lo contrario”, (Blaise Pascal).
“La felicidad solamente nos recuerda aquello que nos hace sentir así” (Dennis Lahore). Según esta definición, ser feliz consiste en el recuerdo de momentos agradables del pasado. Esto no es felicidad. Los recuerdos agradables no hacen feliz a nadie. Dichos recuerdos son añoranza.
A mediados del siglo XX se empezó a introducir la idea de que si te encuentras deprimido no era por el contexto de la vida, un factor externo como lo son las condiciones sociales desfavorables, sino porque se tenía una enfermedad mental. Se debía a la carencia de determinados elementos químicos. Una pastilla te hará sentir mucho mejor.
Hace poco, en la iglesia Santa María Maravillas de Jesús de Getafe, escuche una breve homilía en la que se exponía el tema de la fe. Creer en tiempos de Jesús era un aceptar lo que se veía y lo que se prometía. Más tarde el misterio de la fe trepida constantemente en el interior del ser humano. Decía el joven sacerdote, al finalizar su breve pero intensa homilía, hoy, creer está rodeado de todo tipo de pruebas y dificultades... No hay respuestas.
Una editorial de La Vanguardia titulada: “Tendencias suicidas entre la juventud”, dice: “El suicidio es la primera causa de muerte no natural entre los jóvenes españoles y catalanes… La pandemia de la covid ha acelerado las autolesiones y los intentos de suicidio, fundamentalmente entre las niñas, porque el estrés provocado por los cambios en su entorno, según los expertos, ha descompensado el equilibrio mental entre los jóvenes más vulnerables".
La huella dejada por Benedicto XVI es un tratado de coherencia viviente, un humanismo abierto a los pulsos de la mística, que nos crece internamente, a poco que nos adentremos en sus luminosos vocablos, al tiempo que nos recrea el alma de entusiasmo, cuánto más vivamos sus alentadoras enseñanzas, que nos ayudarán a levantar la mirada en rogativa permanente, en gratitud y gratuidad recibida y donada.
El nuestro es un mundo de locos. Existe respuesta a la locura que nos envuelve y que hace que la vida no merezca ser vivida. Debido a los desahucios, a los despidos, precariedad laboral, enfermedades, inestabilidad política, acosos sexuales y de otra índole y un largo etcétera, la vida no es placentera. La vida no merece ser vivida.
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