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Recientemente salto a la luz pública el increíble episodio de la instrumentación documentada del tráfico de influencias. En efecto, el hijo del Presidente de la Corte Suprema de Justicia - Dr. Antonio Fretes - formalizado un contrato de prestación de servicios jurídicos con un terrorista por una suma que tal vez solo los estudios jurídicos más encumbrados y tradicionales serían capaces de lograr y por trabajos que tal vez duren más de un año.
No sé hasta qué cota de podredumbre llegaremos en nuestra querida España con este gobierno formado por comunistas y socialistas, liderado por un plagiador, embustero y traidor apellidado Sánchez, apoyado por herederos de Eta, separatistas y antiespañoles (vigilados a corta distancia por Pablo Iglesias) donde una indigente intelectual (la ministra Irene Montero) se ha permitido insultar y denigrar al conjunto de los jueces y todos se quedaron tan panchos.
Si Napoleón hubiera hecho caso a Talleyrand probablemente no habría terminado en Santa Elena. Pero, naturalmente nuestros dirigentes, tanto de dentro como de fuera, no tienen tiempo para leer sobre cosas tan antiguas. Talleyrand, que era un maestro en el arte de la diplomacia, decía que había que tratar a los enemigos como a futuros amigos y a los amigos como a futuros enemigos.
Infelices los que creímos que la democracia iba a conseguir que todos trabajáramos por el bien común, pero ha sido, al contrario, mucha democracia, pero aumentan las enemistades, los enfrentamientos, las banderías. Se busca el poder por el poder. El país entero es presa del presidente que quiere eternizarse en el poder. Me temo que todo esto terminará mal, si Dios no lo remedia.
Estamos en noviembre, el mes que empieza con Todos los Santos y acaba con San Andrés, como decía mi madre que en gloria esté. Los que han dejado de creer en Dios o no creyeron nunca, es lógico que celebren fiestas raras como la Halloween, ya que los muertos para ellos simplemente han dejado de existir y los santos solo se utilizan para las fiestas y romería de cada pueblo.
Se termina octubre, pero el verano se alarga. Se ha celebrado el aniversario del triunfo del partido socialista, aunque no ha resultado tan brillante como esperaban sus dirigentes que nos “desgobiernan”. Hace cuarenta años mis ilusiones estaban intactas: se entraba en una nueva etapa de la historia donde todo iría a mejor, pero no ha sido así.
Contra el personalismo idólatra, contra el progresismo populista, contra la autocracia parlamentaria, contra la ideología selectiva, contra conquistadores autistas, contra gobernanza selectiva, contra escaladores partidistas, contra Presidentes con mentalidad de ídolos...
Todas las ciudades y pueblos de España, grandes o pequeños, tienen como patrona a la Virgen María bajo alguna advocación a la que dirigirse para rogarle por todas las necesidades ya sean las propias, las ajenas, personales o que afecten a todos los habitantes del lugar. Quizás nuestras conductas diarias sean reprobables, pero mientras podamos dirigirnos a la Madre de Dios, es seguro que podemos volver al buen camino.
En 1900, Joaquín Costa, uno de los grandes intelectuales españoles, en el contexto gubernamental de un proceso regenerador de la sociedad española, consideró que para lograr esa transformación de España, la misma habría de asentarse sobre dos pilares, sin los cuales el proyecto estaría condenado al fracaso: la escuela y la despensa.
Por desgracia las cuestiones que repiten día y noche las cadenas de televisión, nuestros grandes medios de información, se refieren siempre a las mismas cosas: el cambio climático, la sequía, los incendios forestales, el vaciamiento de los pantanos al mismo tiempo que se producen grandes riadas a causa de las tormentas. Y por supuesto la guerra de Ucrania que se prolonga sin atisbos de acabarse.
Las Comunidades Cristianas Populares de España, tras la Cumbre de la OTAN, celebrada en Madrid, con la incertidumbre y preocupación que sus resultados implican para el devenir de la humanidad, queremos expresar las siguientes reflexiones y denuncias...
En estos días se ven muchas poses orgullosas por parte de aquellos que presumen de ser los “salvadores” de nuestra humanidad, los padres de la patria o los defensores de occidente. Celebraciones con banderas de muchos colores y de todo tipo que conmemoran “avances conseguidos” en nuestra avanzada sociedad del siglo XXI.
De rodillas, con la cabeza inclinada, en actitud de sumisión. Eso, los autodefinidos “progresistas” modernos, lo condenaban, lo señalizaban, lo despreciaban. Hoy, “progresistas G30”, esta actitud ha desarrollado dos facetas, la personal e individual y la “grupal” o societaria.
Oír, leer, y ser, sin reflexionar, desembocaría en una ocupación inútil. A la cultura, no se le puede arrebatar su voluntad, es la expresión cultural, de toda época. Es el vivo reflejo realístico de la sociedad que la engendra y la nutre, amparada en el gobernante de turno, quien es el que otorga los medios en la medida de sus posibilidades. En otros casos, no lo hacen porque no les interesa.
La guerra no es un experimento, su parto es doloroso para todos, porque todo sube y nada baja. El capitalismo rentista del petróleo, y el del comercio internacional de toda índole, viene en descenso. La economía no es circular, es lineal, pero tiene sus detractores que la hacen retroceder. Qué barbaridad “EE.UU., OTAN., Reino Unido y otros más”. Estos imperios no entienden la inmensa maldad que le están ocasionado al mundo y a ellos mismos, incluyendo a sus pueblos.
Muchas veces, las películas llegan a nuestras vidas de alguna forma u otra, al igual que determinadas publicaciones. Siempre me ha fastidiado la gente que te etiqueta en sus publicaciones sin tener nada que ver con ellas, el destino es el encargado de decidir si necesitas leer algo o ver algo que puede aportarte cosas positivas a tu vida.
Podemos dividir a la gente en dos grupos: los que mandan y los que obedecen, pero debemos preguntarnos ¿a quiénes obedecen los que mandan? La pregunta es pertinente ya que nuestros mandamases obedecen a otros que están en la sombra, aunque se trasluzcan con mayor o menor facilidad.
Seguimos viviendo en un mundo imaginario en el que nada resulta importante y todo sigue una rutina que nos viene ocultando lo que se está cociendo, por debajo de esta aparente normalidad. No está, ciertamente, Europa en sus mejores momentos y algunos ya empezamos a pensar que aquella unidad férrea que mostrábamosentre todas las naciones europeas, a la iniciación de la guerra de Ucrania, empieza a tener sus primeros fallos.
Mirar el televisor a la hora de los noticiarios es para echarse a llorar. Ver caer las bombas destruyendo barrios enteros de Ucrania me impresiona. Que en un momento queden destruidas las pertenencias de miles de familias: sus ropas, sus retratos, sus recuerdos y tengan que huir, si pueden, o quedar muertos y enterrados en una zanja me resulta altamente doloroso.
Nuestro país necesita con urgencia dirigentes que se atrevan a decir lo que es justo y recto. Que dejen de mentir. Faltan políticos con convicciones y que tengan objetivos claros y que nada les desvíe de llegar a la meta. Los dirigentes políticos de nuestros días mueven pieza según indiquen las encuestas.
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