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Es una realidad que a veces no se nota, pero está como satanás detrás esperando turno para actuar, y se llama fanatismo. El que se viste de miles formas: de saco y corbata, de obrero, de campesino, de político, de buena gente, etc., y se desplaza en muchos rumbos y subterfugios solapados, y eso es peligroso en estos tiempos modernos para las sociedades, gobiernos, desarrollo y bienestar común para todos.
Convendría que la ciudadanía, más allá de ilusiones electoralistas puntuales, tomara en consideración que, pese a la democracia al uso, manda la partitocracia de turno, pero si se hurga un poco en el asunto político, aparece en escena el que realmente manda. Si la cuestión de mandar, que no la de gobernar, se planteara en términos económicos, la respuesta seria en este punto tan obvia que no merecería ni un solo comentario. Bastaría decir que el dinero.
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar acerca de un problema, que es estrictamente moral. Toda la vida me opuse fervientemente a sostener la típica frase cliché que sostiene que cada pueblo tiene el gobierno que se merece, justamente porque pensaba que no es justo atribuir a los votantes las responsabilidades personales del impresentable que termina ganando una elección y olvida completamente la decencia al momento de asumir su cargo.
Parece que en el mundo se está desarrollando un aborregamiento social intransitorio o quizás estamos sufriendo una pandemia de miopía social preocupante, posiblemente como consecuencia de una falta de valores, de principio, de inteligencia y de cuidado a la frágil figura de la libertad y el respeto.
África propondrá al resto del mundo que se aumenten los impuestos al carbono para derivar recursos hacia la acción climática en los países en desarrollo, según los borradores de un documento que debate esta semana una cumbre regional sobre el clima cuya fase ministerial comenzó en Nairobi.
Los gobernantes de los doce países de América del Sur, reunidos en Brasilia, establecieron un “grupo de contacto” encabezado por sus cancilleres para elaborar una “hoja de ruta” destinada a impulsar, por tercera vez, la integración de la región en un bloque, con área de libre comercio incluida.
La crisis que prevalece en el mundo contemporáneo requiere el liderazgo de los Estadistas. Estadistas del tipo con la perspicacia de un estadista como lo fue Charles De Gaulle, quien tenía un carácter en el que se reflejaba algunas veces el humorismo sardónico típicamente francés.
Actualmente una Europa envejecida agoniza geopolíticamente y económicamente siendo la cuna de un obituario con fecha predeterminada. No lo deseo, nada más lejos. Es una realidad que no se puede esconder ni disimular.
La hipocresía es una realidad que afecta a nuestro mundo cada vez más. Estamos rodeados por personas que hablan una cosa y hacen otra, se comportan de una forma en un contexto y de otra en otro. Esta doble moral nos afecta directamente, ya que muchas veces somos los primeros en ser juzgados sin conocer la totalidad de los hechos.
Si pretendiera emplear un término llamativo para definir la pregunta que hago en el título de este escrito, podría valerme “la pregunta del millón”, pero desisto de hacerlo, porque sonaría a ostentosa y yo prefiero un lenguaje más llano. Por eso diré -simplemente- que es la pregunta que se hace mucha gente y nadie se atreve a trasladara los gobernantes actuales.
Recientemente salto a la luz pública el increíble episodio de la instrumentación documentada del tráfico de influencias. En efecto, el hijo del Presidente de la Corte Suprema de Justicia - Dr. Antonio Fretes - formalizado un contrato de prestación de servicios jurídicos con un terrorista por una suma que tal vez solo los estudios jurídicos más encumbrados y tradicionales serían capaces de lograr y por trabajos que tal vez duren más de un año.
No sé hasta qué cota de podredumbre llegaremos en nuestra querida España con este gobierno formado por comunistas y socialistas, liderado por un plagiador, embustero y traidor apellidado Sánchez, apoyado por herederos de Eta, separatistas y antiespañoles (vigilados a corta distancia por Pablo Iglesias) donde una indigente intelectual (la ministra Irene Montero) se ha permitido insultar y denigrar al conjunto de los jueces y todos se quedaron tan panchos.
Si Napoleón hubiera hecho caso a Talleyrand probablemente no habría terminado en Santa Elena. Pero, naturalmente nuestros dirigentes, tanto de dentro como de fuera, no tienen tiempo para leer sobre cosas tan antiguas. Talleyrand, que era un maestro en el arte de la diplomacia, decía que había que tratar a los enemigos como a futuros amigos y a los amigos como a futuros enemigos.
Infelices los que creímos que la democracia iba a conseguir que todos trabajáramos por el bien común, pero ha sido, al contrario, mucha democracia, pero aumentan las enemistades, los enfrentamientos, las banderías. Se busca el poder por el poder. El país entero es presa del presidente que quiere eternizarse en el poder. Me temo que todo esto terminará mal, si Dios no lo remedia.
Estamos en noviembre, el mes que empieza con Todos los Santos y acaba con San Andrés, como decía mi madre que en gloria esté. Los que han dejado de creer en Dios o no creyeron nunca, es lógico que celebren fiestas raras como la Halloween, ya que los muertos para ellos simplemente han dejado de existir y los santos solo se utilizan para las fiestas y romería de cada pueblo.
Se termina octubre, pero el verano se alarga. Se ha celebrado el aniversario del triunfo del partido socialista, aunque no ha resultado tan brillante como esperaban sus dirigentes que nos “desgobiernan”. Hace cuarenta años mis ilusiones estaban intactas: se entraba en una nueva etapa de la historia donde todo iría a mejor, pero no ha sido así.
Contra el personalismo idólatra, contra el progresismo populista, contra la autocracia parlamentaria, contra la ideología selectiva, contra conquistadores autistas, contra gobernanza selectiva, contra escaladores partidistas, contra Presidentes con mentalidad de ídolos...
Todas las ciudades y pueblos de España, grandes o pequeños, tienen como patrona a la Virgen María bajo alguna advocación a la que dirigirse para rogarle por todas las necesidades ya sean las propias, las ajenas, personales o que afecten a todos los habitantes del lugar. Quizás nuestras conductas diarias sean reprobables, pero mientras podamos dirigirnos a la Madre de Dios, es seguro que podemos volver al buen camino.
En 1900, Joaquín Costa, uno de los grandes intelectuales españoles, en el contexto gubernamental de un proceso regenerador de la sociedad española, consideró que para lograr esa transformación de España, la misma habría de asentarse sobre dos pilares, sin los cuales el proyecto estaría condenado al fracaso: la escuela y la despensa.
Por desgracia las cuestiones que repiten día y noche las cadenas de televisión, nuestros grandes medios de información, se refieren siempre a las mismas cosas: el cambio climático, la sequía, los incendios forestales, el vaciamiento de los pantanos al mismo tiempo que se producen grandes riadas a causa de las tormentas. Y por supuesto la guerra de Ucrania que se prolonga sin atisbos de acabarse.
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