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Joan Josep Omella, arzobispo de Barcelona, en su discurso inaugural como presidente de la Conferencia Episcopal Española, dijo cosas muy duras de la jerarquía católica sin llegar al fondo de la cuestión. Pidió perdón por las divisiones, incoherencias e “inconsistencias internas” y la corrupción “dentro de la Iglesia y de sus pastores que contribuyen no sin escándalo y falta de confianza en la jerarquía” de la Institución.
“Hoy no estamos de humor, mañana tampoco”. Esta frase puede resumir el estado actual en que se encuentran muchas personas por la presencia del Covid-19 que ya dura demasiado tiempo. El persistente malhumor se manifiesta claramente en las relaciones personales y que se ha intensificado debido a que la pandemia nos presenta un futuro incierto y haber cambiado nuestro estilo de vida.
¿Qué hace la justicia cuando una mujer vecina de Torà es agredida por un joven del pueblo que “ya ha ocasionado molestias a los vecinos en otras ocasiones?” Casos semejantes se repiten más de la cuenta. La ciudadanía ante estos casos de violencia cree que la justicia no hace nada. Si se detiene a los violentos entran por la puerta principal y salen por la de servicio. Existe una desconfianza muy generalizada hacia la justicia.
El artículo 56.3 de la Constitución afirma: “La persona del Rey es inviolable, y no está sujeta a responsabilidad…”. Que la Constitución de 1978 diga que la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad nos recuerda a las monarquías absolutistas del pasado amparadas por los teólogos de la Iglesia Católica que defendían el origen divino de las mismas.
Coincidiendo un acto institucional de la policía catalana con una manifestación conjunta de mossos y policías locales reclamando respeto, Josep Lluís Trapero director de la policía catalana pidió “respeto hacia la policía. Ni sumisión, ni los miedos ya superados. Respeto”. Trapero se refirió a “comportamientos preocupantes de intolerancia manifestados en los últimos botellones, no generalizados, pero sí relevantes”.
La impotencia ante los desafíos diarios causa la enfermedad mental. “El Plan Nacional de Salud Mental dispondrá de 100 millones y un teléfono 24 horas”. “Sánchez admite el deterioro de la población debido a la Covid-19 y anuncia nuevas medidas. La Covid-19 ha creado una pandemia paralela que afecta a la salud mental”. La Covid-10 la provocan los virus. La enfermedad mental el pecado.
Estamos viviendo un tiempo de desinformación, confusión y miedo. Todo ello inspirado por el “padre de mentira”, Satanás que desde el inicio del tiempo persigue dos objetivos: Crear división entre Dios y el hombre y, entre el hombre y el hombre. Lo consigue. Sus propósitos malignos se ven claramente en los enfrentamientos raciales y de sexo.
El Roto tiene viñetas muy interesantes que hacen diana en cuestiones cruciales de nuestra sociedad. Un hombre bien vestido, sentado en un peldaño de una escalera lujosa, piensa: “Mi currículum es auténtico, lo que es falsa es mi vida”. Esta reflexión llega al corazón de la situación política actual en que se ha puesto de moda el anhelo de la “titolitis”.
No soy experto en salud mental. Por lo tanto no me corresponde inmiscuirme en el terreno de los profesionales de la salud. Si no me equivoco, sicólogos y psiquiatras tratan el suicidio desde la fisiología, es decir, de acuerdo a las leyes que actúan en los órganos y tejidos del cuerpo humano.
A pesar de que la soledad es una pandemia que golpea especialmente al mundo occidental y que en España afecta a unos cuatro millones de ciudadanos, uno no debe sentirse forzosamente candidato a padecerla. La sociedad es consciente del problema sanitario que representa la soledad porque puede generar depresión y en casos extremos: suicidio. Se pretende luchar contra ella fomentando relaciones sociales, especialmente entre las personas mayores.
El comportamiento es contagioso entre los adolescentes. El buen hacer de los compañeros configura el grupo. Asimismo le da forma la mala conducta. La influencia que los adolescentes se ejercen mutuamente es muy fuerte. Las consecuencias de pertenecer a un grupo, para bien o para mal, es evidente.
Ana Macpherson comienza con estas palabras su escrito “CHEMSEX, sexo de alto riesgo”: “El uso de drogas para tener mejor sexo o para atreverse a tener es un clásico de la humanidad, pero en las grandes ciudades y entre hombres que tienen sexo con hombres adquiere actualmente talla de problema de salud pública, reconocido como tal en Barcelona y Madrid, porque las consecuencias comienzan a ser visibles en las consultas de hospital e incluso en urgencias”.
El 3 de marzo de 1904 se aprobó en España la primera Ley que prohibía trabajar en domingo. Levantó mucha polémica entre el empresariado, en la clase trabajadora también. La clase trabajadora estaba acostumbrada a que el domingo fuese un día laborable, como mucho, un pequeño receso para asistir a misa. No sabía qué hacer con tanto tiempo libre.
La musiquilla de siempre: culpar a Dios de los males que cometemos entre todos. Es decir, convertir a Dios en chivo expiatorio al traspasarle nuestras culpas y hacerlo responsable de nuestros delitos. Cierto que Jesús cargó con nuestros pecados en la cruz en donde derramó su sangre que limpia todos los pecados y hace de los que creen en Él nuevas personas que comienzan a amar con el amor con que Él nos ha amado.
El fracaso de las campañas de concienciación para mantener limpia la tierra santa que pisan nuestros pies se debe a nuestro pecado no reconocido ni confesado a Jesús que lo perdona, hemos dejado de ser santos para convertirnos en profanos, nos atrae la suciedad a pesar que decimos que la odiamos, a la hora de la verdad no podemos evitar comportarnos incívicamente.
Los evolucionistas se vuelven locos intentando descifrar el enigma del origen del hombre. Los evolucionistas no creen en la creación. Es por esto que les es un enigma su aparición en la tierra. Cada vez que se descubren nuevos fragmentos craneanos difunden a bombo y platillos el encuentro de un antepasado nuestro.
Una buena parte de la clase política se caracteriza por el odio. Los ojos desorbitados cuando se refieren a personas que no comulgan con lo que ellos piensan. Pretenden excluirlos de la palestra pública. Ignoran el proverbio que dice: “Hay hombres cuyas palabras suenan como estocadas”. La segunda parte del proverbio dice: “Mas la lengua de los sabios es medicina” (Proverbios 12: 18).
Si vamos al relato bíblico de las diez plagas que asolaron Egipto y las analizamos sin prejuicios obtendremos luz que nos ayudará a entender el origen de las pandemias, se llamen como se llamen. Las plagas son la consecuencia de la maldición contra la tierra por el pecado de Adán.
Sergio Heredia finaliza con estas palabras su escrito ¡Qué vergüenza!, en que describe los alborotos que se produjeron durante el partido de futbol que jugaron el Aleró y el Collrenc, de la Federación Mallorquina, entre los padres de los jugadores. Espectáculo desagradable que reactivó las alarmas en el fútbol.
“Si antes de cada acción pudiéramos prever todas las consecuencias, nos pusiéramos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después las probables, mas tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiese hecho detenernos”.
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