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Está visto que la unidad y la unión es el gran recurso para construir la concordia, de la que estamos tan necesitados. El auténtico diálogo entre culturas diversas, no siempre fermentado en la verdad, consta de la mejor táctica de certeza hacia el camino de la paz. No lo olvidemos y hagámoslo presencia cada amanecer.
Nosotros, los humanos, tenemos que aprender a complementar nuestras diferencias en un “nosotros” cada vez más cohesionado. Quitemos, luego, los muros que nos separan. Trabajemos el corazón. Pongamos espíritu conciliador en todas las tareas diarias. Reencontrémonos humanamente. Sintamos ese vínculo de caminantes al unísono. Apoyémonos recíprocamente.
La mala fe de los acompañantes del líder de Más País y Más Madrid se puso de manifiesto en el intento de abandonar al agredido. Sus ‘amigos’ pidieron a Errejón que se diera a la fuga mientras el acompañante montaba trifulca para desviar la atención, y salía disparado en taxi para no ser localizado.
Podemos renunciar a manifestarnos católicos o no dejarnos atrapar por el maligno. Podíamos pensar que estamos en un país católico si vemos desfiles procesionales, imágenes, cantos piadosos y música sacra en las calles y los templos, pero no creo que sea verdad. Hay noticias de próximas elecciones, aunque no se sabe cuándo.
La historia de una nación debería ser "referencia social" para todos sus ciudadanos. Cuando una nación pierde su "referencia histórica", está abriendo la puerta a la decadencia, a la frustración, a la indiferencia...
Nos espera un trabajo duro ante la necesidad de una renovación permanente. Tenemos anhelo de quietud. Hay que pasar página de todas las inútiles batallas, activar otros sentimientos más conciliadores, enhebrar misiones más armónicas y hacerlo en familia. Estamos aquí para reencontrarnos y dar vida, contribuyendo de este modo a la perpetuidad del linaje y a proveer un futuro más sosegado.
Tras el estado de alarma, en el que nos hemos alarmado por lo que nos decían y nos asustaba en este año también maldito de 2021, utilizando la prevención y los sustos, por aquello de que es gratis el miedo, parece que toca cambiar algo la sensibilidad, sea por la primavera, porque luce el sol de vez en cuando, porque necesitamos vivir con urgencia si queremos avanzar en el ciclo vital, o porque estamos cansados del aguante y encierro.
Hemos olvidado a Dios y hemos caído en un “progresismo” ruinoso que está destruyendo la convivencia en estos tiempos de pandemia.
En el corazón del cine de Vinterberg, desde Festen hasta La caza, pasando por Otra ronda —recién galardonada con el Óscar a mejor película extranjera—, late el dilema de la Europa crepuscular contemporánea que encuentra en la sociedad danesa el apogeo de sus perversiones: la autocomplacencia del bienestar y la corrección política friccionan con el deseo (consciente o no) de sus habitantes de sentirse vivos, ancestrales y hasta violentos.
Los obispos españoles tienen todo el derecho a publicar unas orientaciones morales respecto a las próximas elecciones. Tanto los católicos como los que no lo sean, pero conozcan estas orientaciones, podrán ignorarlas o tenerlas en cuenta a la hora de votar.
La sequedad mental, no es el paso previo a la indiferencia. La anulación del individuo, SÍ que es el "canal" necesario para la aparición de la "indiferencia", como Pandemia Social.
Execrable y perversa la sociedad la que asesina a los no nacidos y manda a la muerte a los mayores. En España se han aprobado dos leyes cada cual más más perniciosa y dañina: La ley del aborto y la de la eutanasia.
Me pongo a escribir este artículo el 26 de abril fiesta de San Isidoro de Sevilla que vivió tiempos complicados (556-636) época de transición entre la decadencia del mundo romano y el asentamiento en España del pueblo visigodo y sus problemas religiosos: arrianismo y catolicismo.
Puede que en alguna de estas pesadillas que nos amargan los sueños durante la noche hubiéramos podido sentir una angustia semejante, es posible que durante el transcurso de nuestra existencia hayamos tenido momentos en los que hayamos pensado que el Mundo se nos venía encima.
El sentido se ha convertido en un ente evanescente, no logramos captarlo, menos aún comprenderlo. Esa pérdida afecta directamente a las relaciones de las personas. Las múltiples manifestaciones no consiguen atenazar esos significados; antes bien, contribuyen a diluirlos, con el consiguiente DESCONCIERTO general. Ni palabras, ni gestos, ni comportamientos, parecen enfocados a su esclarecimiento; la acumulación de expresiones es apabullante, pero confusa.
Creo que el retrato que dejarán, muchos de ustedes, para la posteridad, estará muy lejos de hacer recordar, a las futuras generaciones, las virtudes más importantes que todo personaje público, “apoderado del pueblo”, debe llevar consigo.
Crecen los agnósticos, está de moda. Hoy, cuando uno piensa, se resquebraja el espejo. Las cosas ya no son lo que parecían. La moda es creerse “autosuficiente”: Yo soy YO y mi pequeño mundo.
El año pasado recibí una invitación un tanto desusada: el compromiso de rezar por un político. Contesté que lo haría y di el nombre del político que elegí. He tratado todos los días de incluir a tal persona en mis oraciones.
Nunca es tarde para tomar conciencia colectiva sobre este proceder viviente que se debe fraguar en cada uno de nosotros. Precisamente, una de las grandes paradojas de nuestra época es, que, de hecho las prácticas discriminatorias nos están dejando sin corazón, además de observar cada día a más gente oprimida en condiciones de vida inhumana, y sin apenas libertad, para cuando menos iniciar el vuelo hacia otros territorios más solidarios.
Hoy no hace falta encamarse con la mujer del prójimo para cometer adulterio. Jesús va más allá del contacto sexual para cometerlo, cuando dice: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5: 27, 28).
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