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El mundo requiere de otros tipos de aires más respetuosos con la vida y el itinerario de las gentes. ¡Cómo no tomar nuevos hábitos y distinta concepción en favor de un espíritu conciliador, a fin de trazar caminos más templados y un futuro esperanzador para las generaciones actuales y futuras! El dejar hacer sin más, con desconocimiento y menosprecio a los derechos humanos, han originado actos de salvajismo injuriosos para la conciencia de la humanidad.
Los gobernantes son el reflejo de la sociedad. No son ángeles santos que han bajado del cielo para sacar las castañas del fuego a las naciones. Son personas salidas de la masa social y, por lo tanto, con las características buenas o malas propio de una humanidad caída en pecado, lo cual ha desfigurado la imagen y semejanza de Dios en que fue creada.
La terrible realidad de los abusos sexuales en el mundo, no puede, en serena y objetiva justicia, ser cuadriculada como si se tratase de una colección de puzzles, al gusto del consumidor. El mapa de las actividades sexuales abusivas puede recibir multitud de nombres y clasificaciones, para ello están los especialistas y para conocer cada una de esas enfermizas y depravadas actividades están los sufridores, niños, adolescentes, jóvenes, mujeres.
Las personas que actúan en consecuencia con sus ideas y son coherentes con sus principios o ideales, pueden estar equivocadas, pueden extralimitarse, pueden dañar la convivencia… pero nunca se les podrá imputar la traición a sus principios o a su ideología.
En mi ya larga vida he ido acumulando libros, en papel o en PDF, que no llegué a leer y ahora cuando contemplo todos ellos que, sin duda, irán a parar, en el mejor de los casos a una librería de viejo, y con mayor seguridad a algún depósito de basura.
Ana Macpherson comienza con estas palabras su escrito “CHEMSEX, sexo de alto riesgo”: “El uso de drogas para tener mejor sexo o para atreverse a tener es un clásico de la humanidad, pero en las grandes ciudades y entre hombres que tienen sexo con hombres adquiere actualmente talla de problema de salud pública, reconocido como tal en Barcelona y Madrid, porque las consecuencias comienzan a ser visibles en las consultas de hospital e incluso en urgencias”.
Estoy escribiendo el 9 de agosto fecha en que se celebra la fiesta de Santa Teresa-Benedicta de la Cruz, que el Papa Juan Pablo II canonizó y nombró patrona de Europa. Quizás la Europa con la que soñaba Juan Pablo II no tenga mucho que ver con la que tenemos.
El anhelo de infinitud es algo que este filósofo indica en sus obras como lo propio de la actitud humana. Es algo de lo que carecen los animales irracionales. Para el creador de la fenomenología existen valores hedónicos o sensibles y los que se pueden denominar espirituales o del amor: «Todo hombre se encuentra en un mundo de valores abierto al infinito».
La evolución del ser humano, en todas sus facetas sociales, va llevándonos hacía escenas bíblicas terribles que nunca soñamos ver tan cerca. El deterioro de las culturas tradicionales de una Europa, hoy común, dentro de poco no sabemos, va tomando tintes escatológicos. La globalización sin moral, ni historia cultural, nos trae lo aquí expuesto de forma mediocre, pero real.
A estas alturas resultan ridículas las afirmaciones de una justicia igual para todos, de una honestidad proclamada por los propios interesados; en definitiva, de ciertos pronunciamientos caprichosos, con la ligereza como único acompañante. Aunque llegara a estructurarse en instituciones fastuosas o se pretenda legislar en defensa exclusiva de las honestidades propias, queda comprobada por cualquier observador la palabrería huera.
Está visto que la unidad y la unión es el gran recurso para construir la concordia, de la que estamos tan necesitados. El auténtico diálogo entre culturas diversas, no siempre fermentado en la verdad, consta de la mejor táctica de certeza hacia el camino de la paz. No lo olvidemos y hagámoslo presencia cada amanecer.
Nosotros, los humanos, tenemos que aprender a complementar nuestras diferencias en un “nosotros” cada vez más cohesionado. Quitemos, luego, los muros que nos separan. Trabajemos el corazón. Pongamos espíritu conciliador en todas las tareas diarias. Reencontrémonos humanamente. Sintamos ese vínculo de caminantes al unísono. Apoyémonos recíprocamente.
La mala fe de los acompañantes del líder de Más País y Más Madrid se puso de manifiesto en el intento de abandonar al agredido. Sus ‘amigos’ pidieron a Errejón que se diera a la fuga mientras el acompañante montaba trifulca para desviar la atención, y salía disparado en taxi para no ser localizado.
Podemos renunciar a manifestarnos católicos o no dejarnos atrapar por el maligno. Podíamos pensar que estamos en un país católico si vemos desfiles procesionales, imágenes, cantos piadosos y música sacra en las calles y los templos, pero no creo que sea verdad. Hay noticias de próximas elecciones, aunque no se sabe cuándo.
La historia de una nación debería ser "referencia social" para todos sus ciudadanos. Cuando una nación pierde su "referencia histórica", está abriendo la puerta a la decadencia, a la frustración, a la indiferencia...
Nos espera un trabajo duro ante la necesidad de una renovación permanente. Tenemos anhelo de quietud. Hay que pasar página de todas las inútiles batallas, activar otros sentimientos más conciliadores, enhebrar misiones más armónicas y hacerlo en familia. Estamos aquí para reencontrarnos y dar vida, contribuyendo de este modo a la perpetuidad del linaje y a proveer un futuro más sosegado.
Tras el estado de alarma, en el que nos hemos alarmado por lo que nos decían y nos asustaba en este año también maldito de 2021, utilizando la prevención y los sustos, por aquello de que es gratis el miedo, parece que toca cambiar algo la sensibilidad, sea por la primavera, porque luce el sol de vez en cuando, porque necesitamos vivir con urgencia si queremos avanzar en el ciclo vital, o porque estamos cansados del aguante y encierro.
Hemos olvidado a Dios y hemos caído en un “progresismo” ruinoso que está destruyendo la convivencia en estos tiempos de pandemia.
En el corazón del cine de Vinterberg, desde Festen hasta La caza, pasando por Otra ronda —recién galardonada con el Óscar a mejor película extranjera—, late el dilema de la Europa crepuscular contemporánea que encuentra en la sociedad danesa el apogeo de sus perversiones: la autocomplacencia del bienestar y la corrección política friccionan con el deseo (consciente o no) de sus habitantes de sentirse vivos, ancestrales y hasta violentos.
Los obispos españoles tienen todo el derecho a publicar unas orientaciones morales respecto a las próximas elecciones. Tanto los católicos como los que no lo sean, pero conozcan estas orientaciones, podrán ignorarlas o tenerlas en cuenta a la hora de votar.
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