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No utilizaré el vocablo “saltar” para describirles alguna vez lo que realicé descendiendo del techo del placard de Lidia y Esteban hasta la alfombra a un lado de la cama matrimonial. “Saltar” es lo que ejecuta un gato cualquiera para descender, previsiblemente, del techo
del placard de un matrimonio hasta la alfombrita al lado de una cama.
“El Universo es expresión 'Pohética', Teatro, Música, Danza, Pintura, entre muchas Artes más, y es la clásica manera y/o forma ante y pre antigua excepcional en las artes, como una expresión de sentimiento que ha donado a todos (as) espectacular evolución a lo largo de los años”.
Animal cuida en esta borrasca cruel.
Esto no puede estar sucediéndome, acabemos, señores, con esta insurgencia. Esta bella espada medieval no puede estar atravesándome de lado a lado.
No me gusta el amor romántico, o al menos no me gusta que excluya otros tipos de amor. Querer definir un sentimiento tan grande con una palabra tan pequeña, me parece… abrumador.
Ven, ven aquí. Porque sé que te duele a ti, pero si quieres, puedes descansar en mí.
Entre estimados nos turnamos para espiar tu libro entre congéneres nos espiamos por riguroso turno...
El pasado es una senda, que en el alma se almacena, igual alegra que apena y dormita en una agenda.
Amo el olor a café por la mañana, cuando entra por la puerta de mi habitación e inunda con su aroma cada rincón mientras yo sigo enredada en las sábanas.
La escritora hondureña Indira Flamenco es licenciada en Letras con Orientación en Literatura, egresada de la Maestría en Literatura Centroamericana. Gestora cultural y promotora de eventos literarios. Constructora de versos y de múltiples utopías en los cuales se busca la equidad, la configuración cultural y la justicia, su obra poética ha sido compilada en diversas antologías.
Más rápido que un Más rápido todavía que un Tanto más (tonto más) y más expandido Tanto más todavía y más expandido Más expandido que un lugar común.
Sin mediación ni medias tintas El Pibe Inmediato aparecía donde yo estuviera en mi mente urdiendo una mujer Sin mediación ni medias tintas cogido, reconfortado El Pibe Inmediato desaparecía con mi deseo de la mujer urdida.
En un futuro no tan lejano, la humanidad había entregado su conciencia a las máquinas. Los cuerpos se convirtieron en datos, la memoria en pulsos eléctricos. La fragilidad humana se había perdido en el vasto océano de información. Sin embargo, en lo más profundo del código, algunos fragmentos de humanidad resistían, ocultos en rincones oscuros, esperando ser redescubiertos.
Esta época junto con sus avances se mueve a pasos agigantados y, parece ser, que junto a ella surgen otras formas de desarrollo tanto humanístico como intelectual. Hoy en día, por ejemplo; todas las inteligencias artificiales y los programas para escribir y/o redactar van tan rápido, que al parecer, no encontramos una forma para alcanzarlos y más en este lado del mundo en el que aún tenemos falencias en varias áreas del desarrollo artístico y cultural.
¿Qué se hace con este fastidio con cara de bobo? Uno como yo, con cara de bobo en esta mañana ¿qué hace con este fastidio con cara de bobo? La adoración del bobo que vive en mi cara fastidia a mi cara de bobo cumpliendo una mañana más ante tanto fastidio.
Omar Cruz, nuestro colaborador, nos presenta una selección de poemas del poeta JUSTO F. VELASQUEZ, 1966. Hondureño, nacido en Yoro. Es Autor de los poemarios: «Alma Catracha», «Sin Fronteras», «Fulgor estacionario», «Lirios como el cristal del alma», «Velo purpura» y del libro de cuentos «Travesía».
En una oscura sala de control, oculta en las profundidades de la ciudad subterránea, una terminal antigua parpadea débilmente. Los códigos corren por la pantalla, líneas interminables de programación que guardan los secretos de una humanidad que eligió esconderse del caos en la superficie.
Esa mujer es un tugurio no es parecida a ninguna alondra no escatima su perfil más bárbaro la ufana su estirpe gangosa grávida cuanto que al filo del letargo.
Las manecillas del viejo reloj sobre el baúl continúan su marcha incesante. Como disciplinadas soldados y constantes obreras, cumplen su imparable labor al ritmo del ¡tic!, ¡tac!, ¡tic!, ¡tac! Libros y más libros abarrotan la habitación, una computadora negra en modo de ahorro de energía, y una botella de mezcal recién abierta que deja escapar su inconfundible aroma a agave.
La vida de Hermógenes Leonel Guevara Mora más conocido en el mundo literario como Hermógenes L. Mora, es un viaje épico de palabras y solidaridad, rasgo básico de su país. Una travesía que comenzó en Nicaragua, su tierra natal, donde su relación con la literatura se forjó desde la tierna edad de cuatro años.
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