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El próximo domingo, 12 de mayo, los catalanes acudirán a las urnas para elegir quién tendrá que dirigir la Generalitat. No es fácil predecir cuál será el resultado de unas elecciones en las que el independentismo puede perder la primacía que ha alcanzado durante los últimos años.
“Caigo yo pero caéis todos”. Confidencia. Protegiendo fuente y seguridad, solo la frase. Entrecomillada. Sin sexo, lugar de trabajo, quiénes pudieron oirla y pormenores que pongan en evidencia al confidente. La dijo Pedro Sánchez, en el Palacio de la Moncloa, a un grupo de ‘próximos’. Gritando. Con el tono que usa para dirigirse a subordinados. Se dolía de los nueve reveses del momento.
Hoy podremos ver como la inteligencia artificial (Puigdemontera) es capaz de unificar “las conciencias”, gracias a determinados conciertos económicos, que consiguen anular las individualidades, que no matar, sino comprarlas sin mirar costes.
La nueva investidura de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno habría encendido todas las alarmas en los despachos del 'establishment' españolista, quienes habrían preparado una trama judicial para retrasar 'in eternis' la entrada en vigor de la Ley de Amnistía e imposibilitar que Puigdemont pueda regresar del exilio belga como ciudadano libre y revestido de todos sus derechos políticos.
La nueva investidura de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno habría encendido todas las alarmas en los despachos del establishment españolista, formado por las élites financiera-empresarial, política, judicial, militar, jerarquía católica, universitaria y mass media del Estado español por lo que habrían preparado una trama para impedir la entrada en vigor de la llamada Ley de Amnistía que beneficiaría a unos 500 procesados por los sucesos del 1 de Octubre.
Carlos Puigdemont amenaza a Pedro Sánchez, alias «cum fraude» y le pide que aproveche el momento porque de lo contrario peligra «su Moncloa». ¿Qué se puede esperar de felones, mentirosos, delincuentes y mafiosos? ¿Acaso ambos no son todo eso? No había más que ver el miércoles a Carlos Puigdemont en la Eurocámara con una suficiencia inaudita y mirando por encima del hombre a todos, montado en su inmunidad que la cada vez más cutre Corte belga le otorgó.
El cobarde fascista, Carles Puigdemont, abandonó España metido en un maletero. Lo más parecido a la forma en que un polizonte se introduce en un barco sin ser visto. Y todo ello por miedo a que la Justicia española le hiciera pagar los platos rotos. Tras mil y una peripecias, aprovechamiento descontrolado de dinero público, malversación, rebelión y disfrute de escoltas a cargo de la Generalidad, se instala en Bélgica con toda su familia. ¡Maldito “botifler” catalán!
Mucho tiempo ha tardado Puigdemont en darse cuenta de que Sánchez le estaba engañando. Ha hecho el paripé hasta en el Europarlamento con tal de hacer creer al prófugo de la Justicia que todo iba por buen camino. El mismo Albares dio a entender que presionó a la UE para que fueran aprobados como idiomas oficiales tanto el gallego, como el vasco y el catalán; pero resultó ser falso.
El fin justifica los medios, y cuanto más egoísta, más personalista, más individualista es el fin, más justificados están los medios. Eso es lo que promete mi conciencia y honor. Cuanto más antisocial, más antiespañol, más ruin y rastrero es el fin por el daño que causa a los demás, más gusto en prometerlo por mi conciencia y honor.
Puede que el título de este pequeño relato se asemeje al de la novela de Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada. Pero nada más lejos de la realidad. Nuestro recién investido presidente, Pedro Sánchez, es un tipo que se ha levantado de la tumba para alimentarse de carroña, de vísceras y raíces para sobrevivir. Es la crónica del renacido. Como el inolvidable personaje interpretado por di Caprio en la película dirigida por Alejandro González Iñárritu.
Las aulas, como los foros, siempre han sido lugares de confrontación sana de las diversas ideas que, por pura normalidad cívica, circulan de la mano de la ciudadanía. Los insultos y desprecios son signos de superioridad estúpida. La verdad tiene tantas formas como genes llevamos los hombres, por eso nunca es aceptable querer convencerse de que los míos, jamás elegidos, son mejores que los de los demás.
Últimamente me pregunto más que nunca sobre la utilidad de escribir artículos como este. El ambiente de las últimas semanas, donde solo valen los gritos y los mensajes cortos que avivan las emociones, te invita amablemente a hablar más bajo o, directamente, a optar por la mudez. No hablar del tema, a veces, aporta más que sí hacerlo.
La convivencia, en libertad, igualdad y justicia, es el ADN, fundamental, que debe distinguir una sociedad occidental de aquellas en las que el pueblo sólo cuenta para trabajar y sobrevivir, mientras el núcleo del poder vive en guetos modernos llenos de bienestar elitista “vigilante”.
No se descarta que la semana próxima Puigdemont pueda perder la inmunidad del Parlamento Europeo, como estaba previsto, lo que complicará más aún las rastreras y mafiosas negociaciones que solo pretenden encumbrar a Sánchez para seguir dirigiendo la mafia sanchista, que ya dirige con palo y zanahoria, a pesar de los insultos que crecen por días y aumentan de nivel cada vez que busca el provecho personal en detrimento de la democracia y la convivencia ciudadana.
En la legislatura anterior, Pedro Sánchez estuvo ninguneando a los independentistas cada dos por tres. No cumplió casi nada de cuanto habían acordado con ellos y tuvo retenida la famosa mesa de negociación todo el tiempo que le apeteció. Pues ahora va a pasar lo mismo, acabarán firmando el apoyo a la investidura, caerán en la trampa tanto Puigdemont como Aragonés, pero el felón de Moncloa sabrá escabullirse sin cumplir.
La política actual consiste en la creación y consolidación de relatos. Son eficaces si consigues que tus afines se nutran con ellos y los repliquen, cohesionando a tu parroquia, pero sobre todo si son compatibles con los relatos de otros grupos o individuos, lo que te ayuda a conseguir aliados y con suerte a convertirse en el relato oficial, mayoritariamente asumido por la opinión pública.
La proximidad de una nueva investidura de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno habría encendido todas las alarmas en los despachos del establishment españolista, formado por las élites financiera-empresarial, política, judicial, militar, jerarquía católica, universitaria y mass media del Estado español que habrían fagocitado todas las esferas de decisión.
En el penúltimo día de septiembre decayeron todas las esperanzas, si es que tenía algunas, de Alberto Nuñez Feijóo para llegar a mudarse a Moncloa. El denominado bloque progresista del Congreso volvió a darle calabazas en el examen de reválida de la investidura.
Viven en Cataluña, región española, pero dicen sentir "desolación y desamparo". Observan la “basura de los bonos catalanes” y el silencio de los que podrían hablar. Todo es una farsa. Como dice el señor Gabriel Rufián: “Amnistía para sentar las bases para que haya un nuevo 1-O”.
Martillo y yunque, son herramientas para forjar, aguantando o golpeando. ‘Uno es martillo o es yunque; la buena gente siempre ha sido yunque’. Dice Corey Stoll, Peter Ruso en la serie Billions, de Brian Koppelman. Billions, miles de millones. ‘Cuando seas yunque, aguanta. Cuando seas martillo golpea’, es un consejo atribuido a Lenin.
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