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El pasaje de Ezequiel 37:1-14, que describe la visión del profeta sobre un valle lleno de huesos secos, es una de las imágenes más poderosas de la Biblia, y tiene una profunda relevancia tanto en su contexto original como en nuestras vidas hoy en día.
En 1939, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, un psiquiatra judío llamado Sigmund Freud se trasladó a Londres para escapar de la persecución nazi en su Viena natal. Tres semanas antes de su muerte, el famoso inventor del psicoanálisis se reunió con un profesor de Oxford no identificado en su apartamento y conversó con él largo y tendido. A día de hoy, seguimos sin conocer la identidad de su visitante.
Se atribuye a Mario Benedetti la afirmación de que “cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas”. La verdad es que la frase se debe, según parece, no al uruguayo, sino a Jorge Enrique Adoum, escritor ecuatoriano y autor de “Entre Marx y una mujer desnuda”, que leí en mi posadolescencia, cuando eran asimismo otras las preguntas, casi iniciándose nuestra transición política.
Cuando acumulamos expectativas es frecuente que nos asedien las frustraciones, con ese sino tan reiterativo de inclinar progresivamente la balanza hacia las insatisfacciones. Aunque todos disponemos de momentos mágicos determinados para abstraernos de los sucesivos lamentos; para centrarnos en alguno de los espectáculos que se nos presentan por delante.
Hoy más que nunca necesitamos reavivarnos. No es fácil en el actual contexto mundial, marcado por un aluvión de conflictos y sufrimientos, pero tampoco un imposible. Querer es poder. Es cuestión de pararse, de tomar aliento, de activar una visión nueva, lo que conlleva cultivar la confianza en nosotros mismos, para reconstruir y recomenzar con tesón y paciencia, el mejor de los sueños; que no es otro, que la realización como ciudadanos de una casa común.
Hoy he tropezado con una película en Amazon Prime que me ha cautivado y me ha sacado una boba sonrisa hasta el final. Bueno, vamos a ir primero a mi lado superficial, lo cierto es que el protagonista, Nicholas Galitzine está de muy buen ver, y todas las que tenemos una edad nos hemos motivado viendo como Anne Hathaway, una cuarentona mamá de una adolescente, se podía liar con un veinteañero.
Vivimos de los sanos alientos, de la gratuidad de darse y del donarse, de la conjugación de los sueños en un camino que es hermoso, a pesar de las cruces que nos ponemos e imponemos unos a otros; lo que requiere activar el sentido común, que no es otro que el de las obligaciones morales, liberadoras de este espíritu mundano de rigidez e intereses mezquinos, que nos usurpan la libertad.
Una de las características modelada por el ángulo es su apertura, sus lados delimitan el grado de su amplitud con el fondo ilimitado. Al hablar de mirar las cosas, está clara la importancia de la dirección establecida y nuestra capacidad de colocarle obstáculos, somos agentes activos. En el diseño de los automóviles aparecen las zonas invisibles para el conductor, ángulos muertos.
El día 20 de julio se conmemora en la Argentina el “día del amigo”, en razón de la propuesta de Enrique Ernesto Febbrano, quien vio en el “hecho” de la llegada del Apolo 11 a la Luna, tal día pero de 1969, un acontecimiento que supuestamente unió a la humanidad en un sentimiento de fraternidad y esperanza, sin tener en cuenta dos asuntos que son importantes...
Está visto que no evolucionamos mar adentro, continuamos sin abandonar el camino de la arrogancia y el oleaje comunitario no puede ser más violento, porque no hemos renunciado aún al estilo agresivo en el que nos movemos, en vez de adoptar una dócil corriente de entendimiento entre análogos.
Se me antoja la lucidez de pensamiento cualidad escasa o rara avis que solo inspira a unos pocos. Tanto es así, que se asocia a la genialidad. Conocemos, a lo largo de la Historia, y en el presente, la existencia de semejantes de gran inteligencia o ingenio, pero huérfanos de lucidez. No está claro en qué consiste esa virtud, ni hay acuerdo sobre quiénes la poseen.
Las numerosas incógnitas nos abruman desde las primeras edades, con los años parecen incrementarse, las cosas se complican. Nos centramos en las inquietudes personales, apenas tenemos arrestos para enfrentarnos a los desarreglos colectivos. Hemos de funcionar con todos los recursos disponibles, los naturales y cuantas aportaciones se produjeron en las sucesivas generaciones.
La felicidad se desvanece cuando se nombra. No recuerdo de quién es esta frase, si es que es de alguien en concreto, porque, dicho de este o de otro modo, la sentencia es recurrente. Somos felices hasta el mismo momento en que identificamos que lo estamos siendo.
Nos hemos globalizado, pero no humanizado; sólo hay que adentrarse por los caminos del orbe y divisar los horizontes de todos los continentes y culturas, para observar un mundo desgarrado y atormentado por la violencia, en el que prolifera el hambre y la pobreza. La sociedad tiene, pues, que despertar.
Las grandes ciudades comienzan a avanzar inexorablemente sobre las regiones más íntimas del ser como el gran circo que se origina a inicios de la Revolución Industrial, experimentando de cerca los cambios del nuevo orden social, donde las metrópolis toman el centro de vida de las sociedades y arrastran a la periferia del sistema social, cultural y humano al campo.
Siempre habrán ideas que dilucidar como condición 'sine qua non' en donde se escenifican biodramas, auto ficción, realidades, dramas, acción, que, danzan en la ambivalencia, de lo que es y no es, como aquel estado anímico donde coexisten dos sentimientos opuestos, como la guerra y la paz; el amor y el odio.
Ansiamos saber de todo, y en cierto modo es natural, porque de cada cosa apenas sabemos nada; montamos los andamiajes para funcionar en los quehaceres diarios a base arreglos esporádicos. En algunos casos, hasta nos dejan boquiabiertos esas soluciones momentáneas. Estamos enraizados en una curiosa madeja de difícil enjuiciamiento global.
Es hora de desterrar el estereotipo de que, en otros lugares o en otra época pasada, el césped es o estaba más verde. No. En todo el planeta, la hierba ha perdido su característica e inherente clorofila y se ha ido tornando yerma, seca y gualda. ¿El motivo? Hemos dejado de regarla. Simplemente, nos hemos despreocupado. Creíamos que ya estaba todo hecho. La culpa es únicamente nuestra; de los seres humanos.
Para que la humanidad avance, hay que contar con todas las gentes, no dejar a nadie sin hogar, habiten donde habiten y sean quienes sean, con toda su pluralidad de cultos y cultivos, que han de dirigirse hacia el bienestar de las personas y hacia el bien colectivo. Seguramente, tengamos que comprometernos mucho más, si en verdad queremos no dejar a nadie atrás.
El mañana está ahí, abierto a todos y todos somos responsables de lo que nos depare, tanto para las personas como para el planeta. En consecuencia, no se trata únicamente de prever el futuro, sino de ejecutarlo hermanados, a través de un buen obrar armónico y conjunto, crecido de entusiasmo y desarrollado, en base a lo vivido.
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