Jean Paul Sartre advirtió hace seis décadas que Norteamérica era un monstruo supereuropeo destinado a colonizar Europa.
Hace más de seis décadas el escritor francés Jean Paul Sartre, de vigencia tantas veces cuestionada en estos tiempos, había señalado que el humanismo racista de Europa la transformaría de sujeto en objeto de la historia.
Como a la Francia que ocupaba el Magreb, no se reprocha hoy a Europa haber traicionado una misión en Ucrania, simplemente porque no tenía ninguna. Tampoco se le reprocha el solo poder ofrecer las melosas palabras del neocolonialismo liberal, pues se han convertido apenas en un eco del monstruo supereuropeo.
"Ustedes, tan liberales, tan humanos, que llevan al preciosismo el amor por la cultura, parecen olvidar que tienen colonias y que allí se asesina en su nombre", afirmaba quien rechazaría el Premio Nobel de 1964.
En 1961, Sartre pedía a Europa tener el valor de leer las imputaciones al colonialismo del médico argelino Franz Fanon. Estaba seguro los haría sentirse avergonzados y la vergüenza siempre constituye un sentimiento revolucionario. Decía Sartre que prologaba a Fanon aunque no fuera necesario, exclusivamente para llevar la dialéctica a sus últimas consecuencias.
Es que también a los europeos, los estaba descolonizando; extirpando en una sangrienta operación al colono que vive en cada europeo. Era para Europa volver la mirada hacia ellos mismos, desafiándolos a tener el valor de hacerlo, para ver qué tienen dentro de sí mismos.
Hoy es novedad ver sufrir a los europeos blancos de Ucrania lo que tantas veces han sufrido amarillos, negros y árabes sin conmover el humanismo racista de Europa, nada más consecuente con quienes no han podido hacerse hombres sin fabricar esclavos y monstruos.
Fogueados por y en el oficio de confundir al género humano con su élite, la propaganda eurocéntrica pretende seguir señalando al resto del mundo el camino, aunque ya sea una simple colonia del monstruo. Sin ofrecimiento de corredores humanitarios, hemos asistido a innumerables masacres cubiertas por cantarinas palabras tales como democracia y libertad.
Si algo ha logrado la guerra ruso ucraniana, es desplumar las alas de los más caros valores de Europa y el monstruo que tiene encima. Ni una sola palabra con la cual puedan realizar abstracción alguna está limpia de manchas de sangre, aunque intenten convencer de lo contrario a los incautos.
Si algo ha demostrado la guerra ruso-ucraniana, para decirlo de manera sartreana, es que la pretendida élite mundial apenas es una pandilla.
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