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El pucherazo de izquierdas, apesta y amenaza con reventar

“Mal gobierno es el que exprime al pueblo dándole poco a cambio”, Thomas Macaulay
Miguel Massanet
lunes, 19 de septiembre de 2022, 11:47 h (CET)

Como es habitual en los gobiernos de izquierdas, y en España no es distinto, el peor enemigo que tienen está en sus propias rencillas internas y en su afán de ostentar el poder por encima de lealtades, compromisos, alianzas y demás contratos y contingencias en los que están basados y con los que suelen pergeñarse estos gobiernos de coalición, que ya de por sí tienen como característica principal su inestabilidad y su fragilidad de origen.


En España nos encontramos ante uno de los más complejos dilemas con los que afrontar un futuro, a medio y largo plazo, que amenaza con cargarse la labor de muchos años de gobiernos que han intentado revertir los problemas inherentes a años de desgobernanza, con mejor o peor suerte pero dentro de los mandatos constitucionales, intentando aprovechar aquellos años en los que hemos tenido la posibilidad de mejorar nuestro nivel de vida y de proporcionar trabajo a los españoles, algo que hubo determinados momentos en los que daba la sensación de que se estaba consiguiendo. La fatalidad, esta que parece que nos persigue en cada ocasión en la que tenemos la sensación de que estamos mejorando se encargó, gracias a los comunistas venezolanos que se instalaron en España y a los separatistas, catalanes y vascos, que dieron la nota dramática: la aparición de sus matones criminales que consiguieron poner en jaque al propio Estado español.


Como no podía ser menos, este coctel de gobierno de socialista y comunistas;el complemento de un gobierno claramente separatista y completamente rebelde, como es el catalán, en pleno enfrentamiento con el resto de los españoles; un Congreso dividido, claramente inclinado a las izquierdas y plenamente dirigido y chantajeado a base de cesiones del Ejecutivo cada vez que precisa del apoyo de los distintos partidos mediante la compra, sin vergüenza ni pudor alguno, de los votos necesarios para sacar adelante sus decretos ley, puesto que, ilegalmente por supuesto, ha dejado de presentar los proyectos de ley ante el Congreso para su debate y, en su caso, aprobación, como sería lo correcto; han venido a crear una especie de dragón de las siete cabezas en las que cada sector del gobierno va por su parte, cada partido busca lo que mejor le conviene y cada ministro procura salvarse de la quema, excusando responsabilidades y repartiendo culpas entre los demás y con específico ensañamiento contra los partidos de las derechas que, como es evidente, no tienen ni arte ni parte en la dirección de la nación.


Y aquí tenemos a un señor Pedro Sánchez, instalado en su torre de marfil, sin enterarse, aparentemente, de la realidad de esta nación, pero utilizando todo su poder, sus medios, sus facultades para el engaño y la manipulación del pueblo, que preocupado, auténticamente espantado y evidentemente conocedor de todo lo que está sucediendo dentro y fuera de su partido y de las presiones que viene recibiendo del separatismo y de Podemos, se ve obligado a virar totalmente a la izquierda y correr en busca de un nuevo frente popular que le permitiera enfrentarse a las numerosas encuestas que adelantan su caída en todas las consultas a los españoles, que se vienen anunciando para los próximos meses.


La estrategia no puede ser más burda, evidente, aparatosa y, si se nos permite decirlo, infantil; lo que no quiere decir que carezca de astucia ni que, conociendo el nivel intelectual de muchos ciudadanos, no llegara a ser efectiva. Se trata de una orden general impartida a todo el enorme aparato de propaganda de las izquierdas, incluyendo su claro dominio en el campo de la comunicación, TV, radio y en todo este grupo de los de la farándula, entre los que tiene sus más conspicuos defensores. La táctica es no dar cuartel al señor Feijoo ni a los partidos de la oposición, cargando sobre ellos cuantos medios existan para desacreditarlos, insultarlos, imputándoles delitos, aunque sabiendo que no existen, calumniando a sus líderes y procurando por los medios legales e ilegales que lleguemos a las municipales, en los que confían mantenerse, sin que el PP y los demás partidos de la oposición consigan sacarles una ventaja significativa. Y ahí cabe una consideración que justifica que el PP se siga negando al nombramiento de los magistrados de TC y del CGPJ. Sabe Sánchez que sería fundamental par él y la izquierda que señores, como el magistrado Pompidu, de clara tendencia de izquierdas, estuvieran en un puesto desde el que pudieran desequilibrar con su voto la imparcialidad que hasta ahora han mantenido tanto el TS como el TC, lo que le permitiría acaparar en su mano los tres poderes del Estado y, con ello, evidentemente el totalitarismo de izquierdas, en la nación española estaría plenamente garantizado.


Pero veamos otro aspecto preocupante que siendo tan diáfano, tan evidente y tan peligroso para la unidad de la nación española y, a la vez, tan perseguible penalmente, sin embargo está dando lugar a lo que se puede entender como un delito continuado del actual gobierno que sigue permitiendo que, en Cataluña, las sentencias de los tribunales no se ejecuten, las normas constitucionales no se respeten y se vulneren con plena impunidad de las autoridades locales que son las que impiden y castigan a quienes se atrevan a cumplirlas. ¿Qué pasa que nadie se rasga las vestiduras, nadie se atreve a levantar la voz ante semejante postura de inhibición, cuando se trata de intervenir de alguna forma o manera dentro de la comunidad catalana, que parece ser que se ha convertido en un coto especial en el que los únicos que tienen algo que decir, en cuanto a su administración, son la Generalitat y todos aquellos corpúsculos, agrupaciones, cenáculos y demás centros en los que se cuece el separatismo que son quienes, finalmente, se suelen salir con la suya en perjuicio evidente de todos aquellos ciudadanos, más de la mitad de la población, que pretendemos seguir siendo y viviendo como españoles y que, no obstante, nos vemos obligados a pasar por el arco del triunfo de un puñado de políticos catalanes que, en definitiva, son los que mandan en esta región.


Los que escucharan al señor Oriol Junqueras, indultado por el Gobierno, haciendo unas declaraciones incendiarias (¿No era preciso el arrepentimiento y el propósito de no reincidir en el delito?) insistía en pedir, no para ahora, sino para dentro de un tiempo, otro referéndum para conseguir la Cataluña independiente. Pero no sólo él, el señor Turull también y todos los que fueron indultados siguen en sus trece, sin que nadie haya hablado de revisar su causa por haber incurrido en falsedad y los señores del Gobierno en una clara falta, rayana en la prevaricación cuando, aún siendo potestativa del Gobierno, la concesión de la gracia de indulto, también es cierto que deben seguirse unas reglas que, evidentemente, en este caso no se tuvieron en cuenta. Ahora se habla como de algo cierto del indulto del señor Griñán. Dicen que no es una forma de anular la sentencia de los magistrados del TS, pero, dada la frecuencia en que los socialistas utilizan, para cuando son algunos de sus miembros los perjudicados, este sistema excepcional que debería ser únicamente para casos muy evidentes de situaciones personales muy especiales. Choca que personas tan relacionadas con la Justicia como el señor Roca, el señor Felipe Gonzáles, el señor Almunia y toda una serie de importantes personalidades, consideren que el señor Griñán no debe ingresar en la cárcel cuando la sentencia, recientemente publicada, deja paladinamente especificado que este señor por su cargo, por haber sido advertido de los hechos y por el tiempo que tuvo lugar todo el proceso no podía ignorar lo que estaba sucediendo en el negociado del que él era responsable.


¿Cómo todos estos señores no se mostraron igual de afectados por las injustas acusaciones que se le hacían al señor Camps del PP y que, vean por donde, resulta que los tribunales, una tras otras, las van archivando de manera que ya son 15 las que el señor Camps ha ganado? Se observa una preocupante fobia hacia la derecha que se ve claramente en la panfletaria La Vanguardia en la que no hay artículo ni colaborador que no intente poner de chupa de dómine al señor Feijoo, enlazando una serie de inexactitudes, trolas, falsas acusaciones y evidentes inventos, con tal de perjudicar a una figura que, precisamente, puede presumir de una gestión impecable en Galicia y durante el corto espacio de tiempo que lleva al frente del PP español. Otra cosa es que se le pongan, artificiosamente, trampas, como la del debate en el Senado, para que tuviera un tiempo exiguo para defenderse, ante las más de dos horas de intervención del señor Sánchez, intentando por todos los medios desautorizarle.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, resulta cómico, deplorable, incomprensible y absurdo que, desde La Vanguardia, haya una serie de sujetos que se lamentan que hubiera un tiempo en el que desde el Estado se estuviera vigilando la preparación de lo que después cristalizó en un intento de declaración de independencia de Cataluña. ¿De qué diablos tiene que justificarse el PP y la policía, si lo que estaban era vigilando a una serie de conspiradores, muchos de los cuales acabaron en prisión, que ahora se quejan de que los vigilaran cuando estaban preparando sus futuras acciones subversivas?En Cataluña están convencidos de que cualquier acción estatal encaminada a mantener a los catalanes y Cataluña dentro de España, es como si se estuviera atentando contra la esencia de la democracia. Les falta instrucción política y menos sectarismo nacionalista.

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