“Un proyecto de país”, así presentaban desde el ministerio de Asuntos Exteriores a la Presidencia rotatoria del Consejo de la UE. El período de seis meses durante el que esperaban que España brillaría ante la mirada de los 26 miembros restantes, cerrando acuerdos en proyectos de especial relevancia como el pacto verde y el pacto migratorio. Sin embargo, los planes se truncaron y el liderazgo español de la institución europea está cada vez más lejos de consolidarse como un proyecto de país.
De poco sirve aventurarse a analizar qué sucederá. Por el momento, queda ver día a día cómo se van abordando las prioridades fijadas en la hoja de ruta. La principal es algo abstracta y tiene que ver con “reforzar la unidad europea”. Que el acto de inauguración de la presidencia española se haya celebrado en Kiev no ha sido entonces al azar. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha buscado enviar un mensaje de unión y “sin fisuras” por parte de la UE hacia Ucrania, basado en el apoyo coordinado del bloque en los ámbitos militar, humanitario y económico.
“La agresión rusa ha sacudido los cimientos de Occidente y nos ha devuelto preocupaciones y fantasmas que creíamos superados", dictaminó Sánchez. Para el presidente del Gobierno, la guerra en Ucrania también ha puesto en relieve la necesidad de generar lazos con otros socios. Es por ello que la prioridad absoluta es reforzar la relación entre la UE y América Latina y el Caribe. La cumbre UE-CELAC será el escenario perfecto para ello. Desde hace tiempo Sánchez tiene la mirada puesta en este evento cuyo objetivo principal es consolidar el acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur. Sin embargo, el presidente del Gobierno tendrá preocupaciones más importantes ya que la cumbre, que no se ha llevado a cabo desde 2015, coincidirá con la semana electoral.
En 2019, la Unión Europea y los países miembros del Mercosur, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, cerraron a nivel técnico las negociaciones sobre el acuerdo comercial entre ambos bloques. Sin embargo, el acuerdo aún no ha sido sellado, principalmente, debido a la resistencia por parte de ciertos países miembros como Francia, Austria y Países Bajos, que han alzado su voz contra el pacto al considerar que éste es incompatible con los compromisos en materia de soberanía alimentaria.
España, por su parte, espera que las negociaciones avancen favorablemente. Así lo ha afirmado el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, quien también cuenta con una ambiciosa agenda durante la presidencia española del Consejo. Dentro de sus prioridades, se encuentra la respuesta coordinada de la UE a la crisis alimentaria global. Para abordar dicho objetivo, Planas se ha comprometido a impulsar soluciones coordinadas y a oponerse a restricciones comerciales no justificadas.
Al recoger el testigo de la Presidencia del Consejo de la UE, el ministro Planas, reafirmó su compromiso con asuntos claves como garantizar la seguridad alimentaria, la protección de la salud y del medio ambiente e impulsar la Política Agraria Común (PAC). Entre las propuestas legislativas que se espera se aborden durante la presidencia española destacan la iniciativa sobre sistemas alimentarios saludables, como así también la finalización del debate con respecto a la modificación del reglamento sobre indicaciones geográficas protegidas.
Otro tema pendiente debido a la polémica que ha desatado, pero sobre el cual aún no hay novedades, es el del etiquetado frontal de los alimentos. Este proyecto debía ser tratado hace tiempo, pero ha quedado estancado y visto el debate que ha causado, sería mejor que así quede, al menos hasta que haya más evidencia científica que justifique la adopción de un sistema de etiquetado frontal armonizado a lo largo de la UE. Sobre todo debido al descontento provocado por la propuesta francesa que estaba en carrera a convertirse en el etiquetado oficial, el semáforo de colores y letras conocido como Nutri-Score. Difícil que este sistema llegue a convertirse en el modelo armonizado a nivel europeo, cuando son cada vez más los países que se oponen a éste.
Planas ya se ha referido al Nutri-Score en diferentes oportunidades y ha dejado en claro que no apoyará su adopción al considerar que el etiquetado penaliza a los productos tradicionales españoles como el aceite de oliva, fundamentales en la Dieta Mediterránea. Otros países que están en línea con esta convicción son Italia, Chipre, Grecia, Letonia, República Checa, Rumanía, Hungría y Polonia.
La del Nutri-Score, no es la única polémica a la que se enfrenta el ministro Planas. Más allá de sus compromisos con la agenda europea, el ministro deberá hacerle frente a una tensa situación en casa. El campo español ha salido nuevamente a las calles en busca de ayudas y respuestas a las incertidumbres que sortean. Está por verse la habilidad del Gobierno para dar respuesta a todas las incertidumbres: las de la presidencia española y las de la agenda local.
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