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Ministras y menestras

Hay dos vocales idénticas débiles (i), que si se cambian por fuertes (e) y se consultan en el diccionario RAE, preocupan y dan qué pesar
José Luis Heras Celemín
viernes, 15 de septiembre de 2023, 10:19 h (CET)

El diccionario RAE define: ‘Ministra’, femenino, “Persona que forma parte del Gobierno como responsable de uno de los departamentos en que se divide la Administración Superior del Estado”. ‘Menestra’, en femenino, “Guisado compuesto con diferentes hortalizas y a menudo con trozos pequeños de carne y jamón; ración de legumbres secas, guisadas o cocidas, que se suministra a la tropa, a los presidiarios, etc”.

 

Las funciones que deben hacer los ministros, según cánones, son: Ejercer la potestad reglamentaria en las materias propias de su Departamento. Fijar los objetivos del Ministerio, aprobar los planes de actuación del mismo y asignar los recursos necesarios para su ejecución, dentro de los límites de las dotaciones presupuestarias correspondientes. Sin embargo, por lo que vemos entre las ministras actuales, hay otra actividad distinta, que parece impropia de la alta misión que les reserva el diccionario y el servicio en el Gobierno de España. Sin publicar un manual que no hay de uso, aguante o entendimiento de ministras y ministros, que para esto no habrá diferencia de géneros, repasemos en la prensa las noticias que aunque estén en funciones provocan ministras españolas:


- La vicepresidenta primera y ministra de Economía Nadia Calviño, critica a Feijóo por convocar protestas y no buscar apoyos a su investidura: “Está instalado en la oposición” (TVE).


- Yolanda Díaz vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social: “Feijóo es un aprendiz de Trump” (Diario Público). 


- Isabel Rodríguez, ministra portavoz, ve comportamiento golpista en el discurso de Aznar pronunciado en FAES sobre la amnistía (El Español).


- Pilar Alegria ministra de Educación y Formación Profesional cree que “Feijóo no está pensando en su país, sino en salvar su pellejo” (Diario Público).


- Diana Morant, ministra de Ciencia e Innovación: “Feijóo busca una repetición electoral para intentar sobrevivir a las presiones del PP” (Europa Press).


- María Jesús Montero, ministra de Hacienda: “Hay que estar muy desesperado para hacer un llamamiento al transfuguismo”, para que los socialistas descontentos apoyen la investidura de Feijóo. (La Vanguardia)


- Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales, denuncia que el PP es el principal peligro para la democracia española. (Europa Press)


- Margarita Robles, ministra de Defensa, “Lo digo con todo el respeto: creo que el señor Feijóo lo único que pretende es ser presidente del gobierno”. “¿Qué credibilidad tiene para hablar de pactos de Estado el que lleva cinco años bloqueando la renovación del CGPJ? En política hay que ser coherente”.   

             

Hay más, pero estos casos retratan la realidad de ministras con acción distinta a lo que puede tomarse como bien hacer ministerial. Desde Calviño a Robles. Nadie ejerce la potestad reglamentaria en las materias propias de su Departamento, ni fija objetivos del Ministerio, aprueba planes de actuación o asigna recursos para ejecutar dentro de límites dotaciones presupuestarias. Con imaginación y un punto de guasa, inter nos buena uva o mala leche, parecen estar dedicadas a una pelea estúpida gobierno-oposición que hay que rechazar. El Gobierno debe gobernar. Que las ministras se dediquen a una guerra partidista es, como poco, una cuchufleta boba y cara que fastidia. Si, además, estamos en una situación como la actual y en puertas de un futuro como el que nos espera, lo que hacen merece algo más indignación. Parece habitual que el gobierno coaligado PSOE-UP, este gobierno, confunda su misión y se dedique a crear y marcar un enemigo que en democracia es un adversario político. Sólo. Con ideologías, proposiciones e intenciones distintas y respetables. La ingenuidad que promueve el gobierno, con lo que hacen estas ministras, solo en broma puede asociarse al concepto menestra, pero es peligroso. Aunque usemos todo tipo de licencias, políticas o culinarias, no estamos ante un guiso de hortalizas, con trozos de carne y jamón; tampoco ante legumbres secas, guisadas o cocidas, para tropa y presidiarios.

            

A efectos personales, podemos resguardarnos en el ‘etc.’ que señala el diccionario en una de las acepciones ‘menestra’. Con ello, no estaremos libres, sólo alejados de presidiarios y cualquier tipo de tropa, incluida la de la casta política. Pero, además, sin mezclar ambas por respeto a la comida y su limpieza, parece mejor abundar en la reflexión, también preocupación, que nace del título ‘ministras y menestras’.

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