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Indignar a un pueblo es la peor política que se puede seguir. Es el verdadero fuego que anima su espíritu. Cuando Napoleón entró en España (el Napoleón verdadero, no el petit) ignoraba esto. Una de las cosas que más puede indignar a un pueblo es que haya, no dos varas de medir, sino tres: una para uso propio, otra para uso ajeno, y una tercera en la no hay congruencia ni con los propios usos. Es el abuso de la discrecionalidad. Esto debería dolernos a los españoles.
Haití y Honduras han acaparado los titulares mundiales en las últimas semanas. El expresidente de Honduras Juan Orlando Hernández acaba de ser condenado en un tribunal estadounidense por tráfico de drogas y podría enfrentar una pena de cadena perpetua. Por su parte, Haití es actualmente un país sin Gobierno: grupos armados se han unido contra el actual primer ministro de facto del país.
La cosa de la guerra es asunto que desde el primer momento deben controlar y decidir los ciudadanos. Por evidentes, ni falta hace enumerar las razones. Los políticos no pueden especular sobre ella gratuitamente; menos tomar decisiones sin previa y amplia consulta a esos ciudadanos, y sin previo y amplio debate en cada uno de los parlamentos nacionales.
El alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos hizo este viernes 12 un llamado a que cualquier medida de emergencia para abordar la violencia en Ecuador sea “proporcionada y limitada a lo requerido por la situación de seguridad”. “Cualquier restricción debe respetar los principios de legalidad, necesidad, proporcionalidad y no discriminación”, declaró el alto comisionado, Volker Türk, a través de un comunicado publicado por su portavoz, Liz Throssell, en esta ciudad suiza sede del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Venimos observando una volubilidad inusitada en la fugacidad de los 'statu quo', que ya no son mantenibles por largo tiempo. Durante años, creímos que la solución para desembocar en un mundo menos belicoso y más pacífico pasaba por integrar al Tercer Mundo en la esfera internacional. Un acto necesario, pero insuficiente.
Los líderes mundiales no han adoptado posturas firmes para proteger los derechos humanos durante 2023, un año en el que se han vivido algunas de las peores crisis y desafíos con consecuencias mortales, según afirma Human Rights Watch (HRW) al presentar esta semana su Informe Mundial 2024.
Albert Einstein le pregunta a Sigmund Freud acerca de la posibilidad de evitar a la humanidad los estragos de la guerra y, acaso, de prevenir el tema bélico futuro mediante la ajustada intervención de la Liga de las Naciones, creada en 1919 por el Tratado de Versalles -antecedente de la Organización de las Naciones Unidas-. Transcurre 1932 en Potsdam y en Viena, y el científico invita al psicoanalista a debatir sobre el temario de la guerra.
El año que termina ha sido especialmente letal para los profesionales de la información que trabajan en las zonas de conflicto, con al menos 65 periodistas asesinados mientras ejercían su labor, reportó la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
El año que termina ha sido especialmente letal para los profesionales de la información que trabajan en las zonas de conflicto, con al menos 65 periodistas asesinados mientras ejercían su labor, según ha confirmado la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
La paz no es simplemente la ausencia de guerra. Interpretarlo así es un error en el que caen muchos pacifistas. Dado que la guerra es un instrumento de la política, oponerse a la guerra es tener que oponerse a una determinada política. No hay paces en el vacío, ni un piloto automático que las dirija. Al decir política nos referimos a la real, no a frases altisonantes que ocultan la verdad.
Tras el castigo asimétrico infligido por Israel, toda la infraestructura básica, escuelas, mezquitas, hospitales y el 80% de los edificios de Gaza habrían sido arrasados por los bombardeos sistemáticos de la aviación con el resultado de cerca de 17000 víctimas civiles palestinas, (7000 de ellos serían niños) y varios miles más enterrados entre los escombros.
Las estrategias políticas de Estados Unidos en relación con Rusia han experimentado fluctuaciones y cambios significativos a lo largo de los años, influenciadas por factores geopolíticos, cambios en el liderazgo y acontecimientos internacionales. El recién fallecido Kissinger, que fue Secretario de Estado en USA, habla con mucha claridad de la doctrina de la contención y como se ganó contra URSS por el espíritu americano a pesar de las distintas opiniones.
La relación entre Occidente y los países de Oriente próximo y medio ha sido conflictiva, de modo parecido a lo que durante la Guerra Fría fue entre la OTAN y la URSS. Ahora que el conflicto con la nueva Rusia de Putin con pretensiones expansionistas ha quedado limitado a un 'impasse', reaparece el conflicto con algunos países islámicos, a partir del problema de Gaza.
Se habla de un “choque de civilizaciones” entre Islam y Occidente. Desde finales del siglo pasado, hemos visto crecer los conflictos con países islámicos: Irak, Libia, pero no nos mostraban los motivos económicos que estaban detrás de esas guerras: ¿no serían guerras que tenían oscuros motivos financieros? Ahora mismo hay más de 40 guerras activas en el mundo, pero en sitios donde no hay esos grandes intereses económicos, no se nos presenta como una injusticia.
Para nadie es un secreto que el militarismo y el deseo de enriquecerse y seguir siendo rico es la característica del mundo capitalista actual. No citaré a pensadores ostensiblemente anticapitalistas, porque existen muchas dudas sobre la naturaleza de esas personas. Por eso, lo que escribo en este artículo son experiencias que presenciamos todos los días, pero no les prestamos atención.
Como mucho, esperamos a que las comenten desde el canal que se encuentra más acorde con nuestras ideas políticas. Pronto acabamos olvidándonos del fondo de la cuestión. Una “bronca más, distinta y distante”. Se trata de otro problema lejano que apenas nos atañe. Como lo de Ucrania, que poco a poco vamos olvidando. O el desgraciado accidente de un joven achicharrado en un tren, o… Tantas cosas que apenas nos conmueven hasta que aparece la siguiente.
Hemos vivido décadas flotando sobre una política aparentemente estática. Flotando en el sentido de que no tocábamos el suelo de la realidad (deuda mundial que se multiplica por horas, guerras). La brújula del pensamiento sólo marcaba dos direcciones, izquierda y derecha, sin atender a otras coordenadas.
Si bien lo que estamos viviendo en estos momentos globales de conflictos de extrema gravedad y no menos riesgo y si tenemos en cuenta que la defensa y la seguridad internacional forma parte de una complicada estabilidad dentro del sistema internacional. Una realidad no ajena a las guerras, conflictos que se están desarrollando en la actualidad en el mundo.
En las actuales interacciones globales entre potencias y cuasi potencias, el significado de las alianzas ha cambiado por completo. La situación ha llegado a ser tal que no existe ninguna alianza entre las potencias globales y regionales y los actores independientes que tienen la capacidad de establecer roles en las interacciones, y las alianzas temporales con deshonestidad y trucos entre jugadores influyentes son una costumbre.
El 19 de septiembre, el sonido de las bombas recordaba la vigencia de un conflicto que el mundo parecía empeñado en olvidar. Fue entonces cuando el ejército azerí volvía a lanzar un ataque masivo contra Nagorno Karabaj. Se trata de una república autoproclamada dentro de Azerbaiyán habitada por una mayoría armenia que persigue su independencia desde la disolución de la Unión Soviética, en 1991.
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