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Si se preguntara a las nuevas generaciones por quiénes hicieron posible la transición a la democracia, en España, ¿cuántas personas darían una respuesta que se aproximase a la realidad? Me temo que muy pocas, y seguramente, algunas de las respuestas que se recibieran, harían que nos sonrojásemos al comprobar el alto grado de confusión y desconocimiento.
La retorica de Lula da Silva, virtual ganador en las elecciones de Brasil, ha sido considerada por algunos analistas como una amenaza para la democracia de la región, por el solo hecho de mencionar la palabra “independencia” en sus discursos.
La temporada de huracanes y la de elecciones han convergido en Estados Unidos. La perspectiva de un cambio climático catastrófico e irreversible y el posible declive de la democracia en el mundo son escenarios muy reales. El destino de estos pilares esenciales de nuestra sociedad depende en gran medida de lo que todos hagamos en los próximos meses y semanas.
En 1900, Joaquín Costa, uno de los grandes intelectuales españoles, en el contexto gubernamental de un proceso regenerador de la sociedad española, consideró que para lograr esa transformación de España, la misma habría de asentarse sobre dos pilares, sin los cuales el proyecto estaría condenado al fracaso: la escuela y la despensa.
La tradicional competencia política entre demócratas y republicanos en Estados Unidos está siendo suplantada por una confrontación más sustancial entre los defensores de la democracia —con sus virtudes y defectos— y quienes se autodenominan “patriotas” al tiempo que promueven el autoritarismo. El Partido Republicano, que está cautivo del culto a Donald Trump, intenta abiertamente subvertir las elecciones.
El Diccionario de la RAE define el término Democracia, en su segunda acepción, cuando se da el predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado. Pero que así lo defina la Real Academia de la Lengua no significa que ello ocurra de tal manera.
Otra «fiesta de la democracia» la que acabamos de pasar sufrir, y ya quedan menos, para aquellos que, como yo mismo, cultivamos el sueño húmedo de que esto habrá de acabar algún día ―o alguna noche, y que nos despertemos con el notición montado, albricias: se acabó la procesión lanar a la urna cada cuanto nos indiquen―.
Por razones obvias —soy andaluz, nací en Puerto Real, estudié con los salesianos de mi pueblo y luego en Sevilla— me interesa profundamente todo lo que está relacionado con aquella parte de España. Luego, los avatares de la política, o mejor dicho la voluntad de Alfonso Guerra, secundado de la eficacia de Carmeli Hermosín, me llevaron a Almería, provincia por la que fui elegido diputado en dos legislaturas completas.
Tras la derrota del régimen talibán y la presencia masiva de la comunidad internacional al frente de Estados Unidos en 2001, Afganistán experimentó una transformación bajo la apariencia de la democracia. A pesar de la incipiente práctica de la democracia en el país, se han identificado tres rondas de elecciones presidenciales y parlamentarias, a pesar de los desafíos y reveses existentes, como componentes de la transición a la democracia en Afganistán, en las que los afganos arriesgan sus vidas.
Cada vez que pretendemos acercarnos a la gran política, aquella que de verdad tiene que ver con la democracia con mayúsculas, nos alejamos más de estas seudo versiones que, desde los distintos puntos de la política de izquierdas, de la falsa y destructiva interpretación de lo que debe ser un Estado de derecho, de los predicamentos de quienes se alimentan de rencores, viven para la venganza y se expresan como oráculos de las libertades.
El DIRAE define como ejecutoria: “Título o diploma en que consta legalmente la nobleza o hidalguía de una persona o familia”. En este caso no me voy a referir a la de ninguna familia o linaje, sino a la limpieza, nobleza y bien hacer de nuestra España. Muchos son los títulos que posee para figurar, si no la primera, sí como una de las más importantes naciones del mundo.
Comúnmente entendemos por “desidia” a la actitud que denota carencia de voluntad o descuido por inatención al momento de realizar una actividad. Su raíz etimológica, el verbo latino “desidere” da nacimiento a esta actitud, pero también, paradójicamente, a su antónimo “deseo”, motor del accionar en muchos casos. Hoy nos centraremos particularmente al primer significado, el que en su traducción del latín denota literalmente “abandonar el asiento”, “dejar el puesto”.
El sueño de una Europa unida, fuerte y democrática se está paralizando. Los nacionalismos sin sentido histórico están metastizando Europa, impregnando toda ella de egoísmos medioevos y oscurantismos fanáticos. Los socialismos de la democracia se van difuminando, convirtiéndose en “murgas venecianas” de caretas tapaderas, sin sentido social.
Hoy puedo afirmar con triste rotundidad, la democracia ha muerto ante el espectro del autoritarismo por un lado y del populismo por otro. Existen señales inequívocas de ello. Miremos la situación en Canadá, el enfrentamiento Europa – Rusia siendo el escenario de un posible conflicto de consecuencias inimaginables, la violencia masiva de Irak, Sudan, Francia, etc.
Voy a resistir la tentación de escribir sobre las elecciones que se celebraron ayer en Castilla y León, pues el tema daría mucho de sí, empezando por lo raro que resulta que solo haya un partido extremo, el de la derecha, los de la otra mano ignoro la razón de que no sean considerados extremos. Seguramente serán las habilidades de este gobierno y de sus bien engrasados medios de comunicación.
Ahora, que nuestro itinerario viviente está inmerso en la era digital, constituye un requisito previo la confianza en uno mismo, ya no sólo para la futura competitividad global, sino también para salvaguardar principios y valores como la igualdad, la democracia y el estado de derecho. No podemos caminar con esta frialdad de espíritu, en parte porque nos deshumaniza por completo.
La calificación de España en el ‘Índice de Percepción de la Corrupción 2021’, que publica Transparency International, ha supuesto la bajada de un punto en relación con el año pasado. El informe refleja que España ha empeorado en relación con varios países con los que compartía una posición similar en ediciones anteriores. Según el informe, al tiempo que la lucha contra la corrupción se estanca y deteriora en todo el mundo, los derechos humanos y la democracia están siendo atacados
La democracia estadounidense está en crisis, ya que los republicanos partidarios de Trump y de la insurrección del 6 de enero de 2021 en el Capitolio de Estados Unidos intentan restringir o incluso eliminar el principio básico del sistema democrático de “una persona, un voto”. El expresidente Donald Trump está impulsando el declive de la democracia al esparcir la “Gran Mentira” de que Joe Biden le ganó las elecciones presidenciales de 2020 de forma fraudulenta.
Al cumplirse un año de la insurrección que tuvo lugar el 6 de enero de 2021 en Estados Unidos, cuando el expresidente Donald Trump incitó a miles de sus simpatizantes a irrumpir violentamente en el Capitolio con la intención de revocar los resultados de las elecciones presidenciales de 2020, las amenazas a la democracia continúan en el centro de la escena.
Que el año 2021 ha sido un año gafe no creo que haya nadie que se atreva a desmentirlo. Empezamos mal, pero estamos terminando peor, sin que nos quede el recurso, manido y conformista, de aquellos que juegan a la lotería navideña y como sucede a este cronista, no han sacado ni el reintegro, de hacer aquel comentario conformista: “al menos tenemos salud”.
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