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Cuando las teorías filosóficas y políticas determinan la existencia de tres pilares cimientales de las estructuras de una nación se olvidan de las fuerzas periféricas que obligan a corregir, en la práctica, el funcionamiento de la llamada “triada”: poder legislativo, poder judicial y poder ejecutivo.
Las luminarias del Congreso están mortecinas, sin vigor, sin viveza, sin intensidad. Las ideas decaen al ritmo de la luz. Las iniciativas se cuecen fuera del congreso, en los despacho de actividad política de partido. El espíritu democrático nacido con la Revolución Francesa, extendido por toda Europa, aquí en España, se difumina por culpa de la confluencia del Comunismo ideológico trasnochado de la izquierda.
El 23 de marzo de 2023, el Embajador Marc Ostfield, en representación de los Estados Unidos de América, anunció las designaciones del exdirector de la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil del Paraguay, Edgar Melgarejo, el actual miembro del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM), Vicente Ferreira, por su participación en actos significativamente corruptos.
Cuando se pasó del sistema autoritario a la democracia nos pareció a todos que ello representaba un notable avance y nos pusimos muy contentos. Esto de la democracia, con el aval de Grecia, frente a la tiranía, pensamos que era una conquista que nos ponía a la par de los países más avanzados.
No cabe duda alguna de los avances, el progreso y las oportunidades para el desarrollo de la humanidad que la tecnología y los avances científicos nos han aportado en los últimos años. Un bienestar alcanzado en lugares antes insospechados a partir de la innovación. Un punto de no retorno en definitiva en el que la humanidad nos hemos embarcado en esta revolución de la tecnología y la sostenibilidad.
Las palabras que encabezan el presente escrito habrían tenido interés hace unos años. La realidad actual las ha sobrepasado restándoles trascendencia: el fatalismo se ha hecho ideología. Quizás esta era la finalidad que se perseguía: “no nos molesten con problemas de procedimiento; estamos trabajando. Vds. sigan riendo”.
Europa estaría sufriendo una aguda crisis identitaria agravada por el triunfo del Brexit y por el “proceso de balcanización europeo” ideado por EE.UU. para mediante el conflicto ucraniano, la crisis de los refugiados y la aparición de Gobiernos autocráticos provocar el declive de los valores democráticos.
La historia hablará y, cuando la escuchemos, lloraremos al contemplar los nuevos ricos, las nuevas élites, las mismas coordenadas... sólo han cambiado los pobres, los parados, los desubicados, los engañados... La historia siempre habla y la desgracia que envuelve al pueblo llano, calla, calla y calla.
Hoy, ya vemos cuan oscuro nuestro panorama, el adiós a las ideas y los compromisos han ido declinando para dar paso a capítulo de la desmemoria política y social, que viene provocando una cascada de degeneraciones, por eso conviene señalar con claridad dónde se encuentra uno, aunque sea a la manera de Perogrullo.
Es un hecho, fácilmente contrastable, que con la consolidación del proceso de globalización, ciertos dogmas políticos en torno al Estado se van desmoronando. En el caso de los Estados débiles —la mayoría—, el conocido como Estado-nación prácticamente ha desaparecido del protagonismo de primera línea del panorama político mundial, salvo con ocasión de alguna escaramuza puntual.
Si se preguntara a las nuevas generaciones por quiénes hicieron posible la transición a la democracia, en España, ¿cuántas personas darían una respuesta que se aproximase a la realidad? Me temo que muy pocas, y seguramente, algunas de las respuestas que se recibieran, harían que nos sonrojásemos al comprobar el alto grado de confusión y desconocimiento.
La retorica de Lula da Silva, virtual ganador en las elecciones de Brasil, ha sido considerada por algunos analistas como una amenaza para la democracia de la región, por el solo hecho de mencionar la palabra “independencia” en sus discursos.
La temporada de huracanes y la de elecciones han convergido en Estados Unidos. La perspectiva de un cambio climático catastrófico e irreversible y el posible declive de la democracia en el mundo son escenarios muy reales. El destino de estos pilares esenciales de nuestra sociedad depende en gran medida de lo que todos hagamos en los próximos meses y semanas.
En 1900, Joaquín Costa, uno de los grandes intelectuales españoles, en el contexto gubernamental de un proceso regenerador de la sociedad española, consideró que para lograr esa transformación de España, la misma habría de asentarse sobre dos pilares, sin los cuales el proyecto estaría condenado al fracaso: la escuela y la despensa.
La tradicional competencia política entre demócratas y republicanos en Estados Unidos está siendo suplantada por una confrontación más sustancial entre los defensores de la democracia —con sus virtudes y defectos— y quienes se autodenominan “patriotas” al tiempo que promueven el autoritarismo. El Partido Republicano, que está cautivo del culto a Donald Trump, intenta abiertamente subvertir las elecciones.
El Diccionario de la RAE define el término Democracia, en su segunda acepción, cuando se da el predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado. Pero que así lo defina la Real Academia de la Lengua no significa que ello ocurra de tal manera.
Otra «fiesta de la democracia» la que acabamos de pasar sufrir, y ya quedan menos, para aquellos que, como yo mismo, cultivamos el sueño húmedo de que esto habrá de acabar algún día ―o alguna noche, y que nos despertemos con el notición montado, albricias: se acabó la procesión lanar a la urna cada cuanto nos indiquen―.
Por razones obvias —soy andaluz, nací en Puerto Real, estudié con los salesianos de mi pueblo y luego en Sevilla— me interesa profundamente todo lo que está relacionado con aquella parte de España. Luego, los avatares de la política, o mejor dicho la voluntad de Alfonso Guerra, secundado de la eficacia de Carmeli Hermosín, me llevaron a Almería, provincia por la que fui elegido diputado en dos legislaturas completas.
Tras la derrota del régimen talibán y la presencia masiva de la comunidad internacional al frente de Estados Unidos en 2001, Afganistán experimentó una transformación bajo la apariencia de la democracia. A pesar de la incipiente práctica de la democracia en el país, se han identificado tres rondas de elecciones presidenciales y parlamentarias, a pesar de los desafíos y reveses existentes, como componentes de la transición a la democracia en Afganistán, en las que los afganos arriesgan sus vidas.
Cada vez que pretendemos acercarnos a la gran política, aquella que de verdad tiene que ver con la democracia con mayúsculas, nos alejamos más de estas seudo versiones que, desde los distintos puntos de la política de izquierdas, de la falsa y destructiva interpretación de lo que debe ser un Estado de derecho, de los predicamentos de quienes se alimentan de rencores, viven para la venganza y se expresan como oráculos de las libertades.
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