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Vivimos y padecemos una sesión continua de campañas electorales incansable hasta que nos provoca el vómito, también el desencanto, en las que dominan las muestras más burdas y demagógicas sin el más mínimo sentido del ridículo. La ética y estética en los poderes establecidos son meros gestos disfrazados de democracia.
La gerencia de un país cualquiera, exige personas preparadas intelectualmente y con unas características muy claras. Deben ser equilibradas, objetivas, honradas, dialogantes, firmes y no excluyentes. La formación acuñada con esos principios éticos, deberia ser el patrón selectivo para toda persona que desee encabezar el futuro de un país.
Hay que diseñar otros modos y maneras de vivir, a través de un sistema participativo, inclusivo y moral. Los pueblos hay que repoblarlos de verde y los caminos, por los que se mueve el ser humano, hay que volverlos biodiversos, como el entramado natural de la vida misma. A las ciudades hay que darles también otro corazón más claro y hondo.
La filosofía ética y política fichteana nos sirve para pensar que la política de los gobiernos estatales tiene que dirigirse prioritariamente al bienestar general, porque es la tarea principal. Si esto no se hace suficientemente, lo demás no mejora y se refuerza o mantiene la desigualdad, la marginación, la exclusión y la pobreza.
Regir el mundo es un cometido grande, que exige un amor de servicio permanente y de responsabilidad continua en todas las tareas encomendadas. Se asemeja mucho a ese espíritu olímpico solidario que hay que cultivar, porque es servir al bien común sin desfallecer, universalizándolo todo, desde la unión y la unidad más sublime.
El anhelo de infinitud es algo que este filósofo indica en sus obras como lo propio de la actitud humana. Es algo de lo que carecen los animales irracionales. Para el creador de la fenomenología existen valores hedónicos o sensibles y los que se pueden denominar espirituales o del amor: «Todo hombre se encuentra en un mundo de valores abierto al infinito».
Con mayor frecuencia de la deseada nos vemos arrastrados por el ritmo de los avatares cotidianos, sin tiempo para consideraciones de mayor calado. Surgen entremezcladas las inquietudes laborales, familiares, de la falta de trabajo, de la soledad o de las múltiples presiones ambientales. Sometidos a semejante proliferación de estímulos, no es de extrañar que limitemos nuestras atenciones ceñidos a la inmediatez.
En los tiempos de pandemia en los que aún vivimos es absolutamente necesaria una ética solidaria y compasiva. Siempre es apropiada la insistencia en el valor de los Derechos Humanos y en su cumplimiento desde una perspectiva individual y social. De este modo, se reconoce el derecho al cuidado y el deber de cuidar.
Es un axioma que en el ser humano existen, bien podremos decir que a partes iguales, la capacidad de realizar las mayores bajezas y abominaciones, como la facultad de llevar a cabo los más grandes sacrificios, actos heroicos y negación de sí mismo en beneficio de los demás.
El futuro que es nuestro, o sea de cada ser humano, viene cargado de fisuras deshumanizantes a más no poder. Nuestra primera obligación radica en colaborar y cooperar, a pesar de los tiempos confusos y difíciles que se viven. Sin duda, todos estamos llamados a facilitar la transformación de este mundo injusto, desbordado por las desigualdades que existen entre países, incluida la brecha digital.
Ganar más dinero, ganar el turno de vacunación, ganar cualquier discusión, ser quien tenga más "followers" y más "likes". Este tipo de mentalidad se fortalece con frases hechas que operan como disparadores de mecanismos cerebrales arraigados en nuestra interior.
Está visto que, en esta vida, tenemos que coger la delantera a las diversas crisis; que, por otra parte, van a estar ahí permanentemente para después poder renacer. Ciertamente, todas estas incertidumbres nos atemorizan, pero en el entusiasmo de hacer feliz a los demás, o en la imaginación de cancelar una etapa y reiniciar otra, podemos encontrar el gozo del trazado de la compañía, puesto que es la alianza entre nosotros lo que nos hace más fuertes.
Confieso que esta vez me ha costado trabajo sentarme a escribir sobre una estupidez, porque considero que dar pábulo a un sin sentido es intentar dar credibilidad e importancia a algo que no la tiene y a mi esas cosas me provocan como menos, ronchas, por no decir otras cosas.
En Mayo de 1176 se fundó la “Orden de los Iluminados”, conocida como “Illuminati de Baviera”…, unos de sus principios fundacionales era la oposición a los abusos de poder del Estado, que hoy día diríamos abusos de la autoridad política.
La ética estoica es válida y beneficiosa también para el siglo XXI. Los filósofos estoicos daban mucha importancia al control de las emociones, pero no querían reprimirlas o negarlas.
España en cabeza de la tolerancia con el aborto, la homosexualidad, el anticatolicismo, la degradación del concepto de familia, del feminismo radical y del intercambio de roles sexuales, la humillación y relegamiento del varón junto al liberticidio y el intento de retorno a épocas en las que las libertades de los ciudadanos estaban sometidas a la dictadura del Estado republicano totalitario del Frente Popular.
Ética, como parte de una de las asignaturas más importantes del mapa educativo, la Filosofía. Eran tiempos en los que se enseñaba Filosofía, reconociendo que era una asignatura con mucha transcendencia en el desarrollo personal, al tiempo que también era una de las asignaturas que se atragantaba por el exceso del “teoricismo”.
Siempre se ha dicho que el mundo nace en nosotros, y que dentro de sí, es donde toma vida. Por eso, es importante cuidarnos y, también, hacerlo con el entorno que nos rodea; puesto que, todos formamos parte de ese hábitat común, con enormes desafíos por delante. En cualquier caso, las perspectivas mundiales continúan siendo muy inciertas, puesto que aún queda mucho por forjar para superar la pandemia y evitar un aumento persistente de la desigualdad.
En el nuevo libro de la catedrática emérita de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia Adela Cortina titulado Ética cosmopolita se tratan numerosas cuestiones de extraordinaria importancia para entender lo que ha causado la pandemia y también el presente y el futuro que se puede construir.
Este aparente juego de palabras no es, ni más ni menos que la “POLIS DEMÓCRATA” de cualquier sociedad. Las libertades, que hoy son utilizadas como antorchas para quemar y destruir lo común, no AGLUTINAN, porque lo que quieren es IMPONER y eso rompe el concepto básico de la ÉTICA.
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