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El pueblo libanés está harto de la situación en su país, y desea con vehemencia que las milicias pro palestinas se marchen o se disuelvan. A medida que se intensifica el conflicto con Israel, los pro palestinos se sienten cada vez más arrinconados, se sienten en un aprieto.
Más de 40.000 palestinos asesinados por Israel en Gaza y Cisjordania, a los que habría que añadir los de Líbano. The Lancet eleva la cifra, por causas directas e indirectas de la furia sionista, a casi 190.000 muertos. ¿Dónde están los cadáveres? Desde las guerras de Irak, donde murieron entre 600.000 y un millón de personas a causa de la agresión bélica de EEUU y la ayuda inestimable de la OTAN y la Unión Europea, los conflictos bélicos se cuentan como un relato de tebeo.
El 23 de septiembre de 1932, la Liga de las Naciones creó el Comité de los tres para la supervisión del conflicto entre Bolivia y Paraguay, cuando ya se desarrollaban sangrientos combates en Boquerón. El Comité fue constituido oficialmente en la Reunión del Consejo de la Liga y lo integraron representantes de Guatemala, España e Irlanda y se le solicitó informar periódicamente al Consejo sobre el estado de la situación.
La humanidad ha ingresado en una suerte de dramática cuenta regresiva. Ratificando aquella valoración geopolítica categórica de Henry Kissinger, el epicentro de lo que puede ser el más devastador conflicto armado entre los hombres puede precipitarse en Eurasia por su importancia infinita. Quien domine a Eurasia dominará al mundo, solía decirse.
El 17 de septiembre de 1934, a la hora 19, el secretario de estado norteamericano Cordell Hull escribe a su representante en Paraguay Meredith Nicholson. Le comunica que la información contenida en su cable del 14 de septiembre ha sido de gran utilidad para el Departamento.
En las primeras horas del 10 de septiembre de 1935, pudo ver el final de la guerra el senador Huey Pierce Long, uno de los pocos que en plena guerra del Chaco admitió ver al rey desfilar desnudo. Dos días antes, el 8 de septiembre de 1935, en el capitolio estatal de Luisiana, un desconocido se acercó al senador al amparo de la oscuridad y sonó el ruido de un disparo.
Cuando ahora hace dos años y medio, las tropas rusas iniciaron la invasión de Ucrania, los planes de Vladimir Putin apuntaban a una inevitable rendición del ejército de Kiev y a un rápido control del país por parte de sus tropas. No sólo es evidente que las previsiones fracasaron y que Rusia quedó embarrancada en un atolladero de difícil solución, sino que, al margen de cómo evolucione en el futuro, la guerra tiene un claro perdedor: Putin.
En el Libro del Apocalipsis en el Nuevo Testamento se habla de cuatro jinetes con autoridad «para matar a la cuarta parte de los habitantes de este mundo con guerras, hambres, enfermedades y ataques de animales salvajes». Durante siglos y en muy diversas culturas fueron la expresión de las grandes amenazas que se cernían sobre los seres humanos.
El 3 de septiembre de 1932 aparece por segunda vez el nombre de la Standard Oil en un medio impreso. El diario Crítica de Buenos Aires, plantea ese día la interrogante sobre la financiación de la aventura bélica a la que al parecer parece dispuesta Bolivia a lanzarse. Considerando que Bolivia no contaba con recursos suficientes para financiar el esfuerzo bélico, resultaba lícito preguntarse quién financiaba la guerra.
Las guerras y la propaganda son las dos grandes armas de destrucción masiva del imperialismo capitalista. Dicho de otra manera: vivimos en sociedades jerarquizadas de ordeno y mando donde el consenso social, político, ideológico y cultural, la denominada normalidad, se consigue preferentemente a través de la publicidad y el control mental de las masas mediante sugerencias sibilinas o abiertas repetidas machaconamente hasta la saciedad.
Según han informado algunos medios estos días, como El País ayer, el gasto militar en España ha sido un 20% más elevado de lo inicialmente previsto en los Presupuestos Generales del Estado, desde 2022. La noticia no sorprenderá a quien conozca cómo se elaboran desde hace años las previsiones presupuestarias en materia de defensa.
He sido siempre muy crítico con todo lo que ha ocurrido en Venezuela desde 1999, cuando Hugo Chávez comenzó a gobernar. Lo fui especialmente en sus últimos años y, muy en particular, con la gestión, a mi juicio nefasta, de Nicolás Maduro. Y he tratado de basar siempre mis críticas en el análisis de los datos que mostraban las luces (indiscutibles) y las sombras (indisimulables) de la llamada «revolución bolivariana».
El 27 de agosto de 1934, el subsecretario de Estado William Phillips, escribe desde Washington al representante diplomático de Estados Unidos en Paraguay, Meredith Nicholson. Le corrobora que el Gobierno paraguayo, tal como sabe Nicholson, ha aceptado oficialmente y por escrito, sin reservas, la fórmula de conciliación argentina. Le informa que los Gobiernos brasileño y norteamericano están tratando de persuadir a Bolivia para que adopte una acción similar.
Hoy más que nunca se requieren gentes de paz, que aglutinen colectivos por la concordia, capaces de asegurar nuestro futuro común, rompiendo el ciclo de violencia y reconstruyendo ambientes armónicos. Será bueno, por ello, hacer frente a la desigualdad, la marginación y la exclusión, fortaleciendo las alianzas, con la disponibilidad de más recursos para la prevención y la consolidación de los acuerdos.
El 20 de agosto de 1934 la agencia Associated Press informa desde Washington y The New York Times publica como noticia al día siguiente, que la embajada boliviana reaccionó con burlas al anuncio de que Paraguay había cambiado el nombre de un fuerte del Chaco capturado por sus armas.
“No vemos unos datos tan graves de prevalencia de desnutrición aguda en niños y niñas desde que se declaró hambruna en Somalia en 2011”, afirma la responsable de Operaciones en África de Acción contra el Hambre, Paloma Martín de Miguel. La última encuesta de seguimiento y evaluación de desnutrición (SMART, por sus siglas en inglés) revela datos alarmantes: la prevalencia de desnutrición infantil en Malí supera con creces los umbrales críticos establecidos por la OMS.
El 13 de agosto de 1934, el embajador de Estados Unidos en Argentina, Alexander Weddell, informaba a Washington que Saavedra Lamas le había entregado copias de los telegramas que había enviado a los Ministros de Relaciones Exteriores de Paraguay y Chile, en el que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina invitaba a una reunión a los Embajadores de los Estados Unidos, Brasil, y a los representantes diplomáticos de Chile y Paraguay.
El 30 de julio de 1932, el diario La Nación de Buenos Aires publica en primera plana que el representante diplomático del Paraguay en Chile, propuso que una comisión presidida por Chile estudiara el conflicto del Chaco. Chile se encontraba bajo el efímero gobierno provisional de Carlos Davila, partidario de Ibáñez del Campo, que sería forzado a renunciar a mediados de septiembre.
El 23 de julio de 1932, el General Manuel Rojas Acosta, Comandante del Ejército y Armada del Paraguay, ordena el abandono de la Laguna Pitiantuta y el repliegue del Ejército paraguayo hasta la rivera del río Paraguay, para establecer la defensa desde sus costas.
El jueves pasado se publicó por quinta vez el manifiesto 'Hay que parar la guerra. Ni terrorismo, ni genocidio' impulsado por Recortes Cero. Un manifiesto que suma -y que sigue sumando cada día que pasa- 703 intelectuales, artistas y profesionales destacados, 151 organizaciones y 14.087 firmas de 35 países diferentes, todos ellos determinados a “no acostumbrarse a las bombas y al genocidio contra la población civil”.
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